La abstención es la opción de casi la mitad de los votantes de Andalucía, mientras la mitad de los votos le dan el gobierno a la derecha

En Andalucía ha ganado, una vez más, la abstención, con más del 41%, aunque esto parece que no sea demasiado importante para los tertulianos

Por Angelo Nero

Este fin de semana he comenzado a ver una de esas series nórdicas a las que me he enganchado desde que, hace ya una década, se estrenase la danesa “Borgen”, una de esos ejercicios de política-ficción que nos muestran la ilusión de que otra forma de hacer política es posible, aunque el sistema danés y la composición del Folketing, su Asamblea del Pueblo, tengan poco o nada que ver con nuestro sistema político, con herencias tan evidentes de la dictadura, como que, cuarenta años después de la muerte del dictador, el segundo partido político del país siga siendo el que fundaron personajes destacados del franquismo, entre ellos alguno de sus las ministros. Decía que comencé una nueva serie, esta vez islandesa, “Minister”, que comienza también con unas elecciones, en las que uno de los candidatos de la coalición gubernamental, fragua en plena campaña alianza atípica, entre un partido de derechas y otro de izquierdas, y ademas, promete que solo gobernará si, además de tener los votos suficientes para formar gobierno, alcanza una participación del 90%.

En Andalucía ha ganado, una vez más, la abstención, con más del 41%, aunque esto parece que no sea demasiado importante para los tertulianos que desde las diversas televisiones, y los articulistas de los diferentes medios escritos, han interpretados los resultados electorales para que nosotros no tengamos que hacerlo. Eso quiere decir que a pesar de las campañas de llamamiento al voto, las diversas opciones políticas del arco parlamentario durante estos cuatro años de campaña electoral con todos los medios de comunicación a su disposición, unos más que otros, obviamente, no han convencido a algo menos de la mitad de los andaluces con derecho a voto para que lo ejercieran. Le echarán la culpa a la bonanza climatológica, una vez más, pero lo cierto es que la desafección del pueblo andaluz con sus políticos es realmente palpable y, además, cuantificable.

Algún tertuliano se atrevió a señalar que casi la mitad de los andaluces habían votado a Moreno Bonilla, y aunque es cierto que más del 40% de los votantes han escogido la papeleta del PP, también lo es que no todos los andaluces tienen derecho a voto, obviamente, y, además, lo que no es un detalle menor es que ese 40% tampoco corresponde a los votantes, sino a los que finalmente, han ejercido su derecho a voto. La lista del Partido Popular que encabezaba el actual presidente de Andalucía ha cosechado, escrutado el 99,67% (en el momento que escribo estas líneas) 1.582.299 votos, frente a los 2.647.627 votantes que se han abstenido. Hagan ustedes la lectura que quieran. Nadie le va a quitar el gobierno de la comunidad autónoma, ni va a decir que no representa a esa mayoría absoluta que le han dado las urnas. Pero no es menos cierto que hay más de un millón y medio de andaluces y andaluces a los que Moreno Bonilla no les da tanta confianza como para ir a votar. Ni el ni ninguno de sus oponentes políticos.

Menos confianza han tenido con la lista de Juan Espadas, cabeza de lista del PSOE, el partido que ha gobernado durante 36 años en Andalucía, y que se ha visto salpicado por números procesos judiciales, incluso con la condena de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñan, por malversación de caudales públicos y prevaricación continuada. A pesar de continuar siendo la segunda fuerza política en el parlamento andaluz, con un 24% de los votos emitidos, y 883.625 papeletas, en 2019, aunque el porcentaje no fue mucho mayor, un 28%, tuvo la confianza de 1.009.243 votantes, o lo que es lo mismo, 125.618 votantes del PSOE se han quedado en casa o han elegido a otros opciones políticas. Hay analistas que apuntan a que incluso puede haber trasvase de votantes del PSOE al PP, tampoco me parece descabellado, habida cuenta en que sus políticas sociales y económicas no son tan diferentes, ni tan siquiera su política exterior, aunque, a veces, el PSOE incluso nos puede sorprender dando un paso más hacia la derecha, como hemos visto recientemente con respecto al Sahara.

Lo que si es evidente es que el trasvase de votos al PP le ha venido de su marca blanca, Ciudadanos, que ha perdido 540.523 votantes, después de cuatro años compartiendo gobierno de Moreno Bonilla, y se han quedado sin representación parlamentaria, logrando solo el apoyo de 120.848 andaluces. Recordemos que en la anterior convocatoria al parlamento andaluz la distancia entre los votantes de Ciudadanos y los del PP eran menos de noventa mil votos, y entonces la formación naranja se había convertido en la tercera fuerza parlamentaria, con 21 escaños, frente a los 26 del Partido Popular. Juan Marín, vicepresidente hasta ahora de la Junta, ya ha anunciado que deja todos los cargos en el partido, y que se retira de la política.

Aunque muy lejos de sus expectativas, VOX se aúpa a la tercera posición. 883.625 andaluces han dado su voto a la formación ultraderechista, aunque no han sido suficientes para que la Macarena Olona se convierta en vicepresidenta de la Junta, como era su intención declarada durante su agresiva campaña. Aún así ha sumado dos escaños más y casi cien mil votos más. La “Reconquista” de España que la extrema derecha quería apuntalar, después de los buenos resultados en Madrid y Castilla-León, tendrá que esperar y buscar nuevas estrategias, aunque no cabe duda de que esto no ha sido por mérito de la izquierda andaluza, de la que hablaremos en un próximo artículo.

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