Por Angelo Nero
A la banda viguesa Kings of the Beach la pandemia los sorprendió de camino a su segundo viaje a EEUU, dónde ya habían tocado en el Colossus Festival de Nueva York y en el SXSW de Austin, y con el proyecto de un nuevo disco ya avanzado. Con el confinamiento y ante las fuertes restricciones que tuvo que soportar la música en directo, muchas bandas han visto peligrar su futuro, pero los KOTB son todo presente. Han ido campeando el temporal, tocando cuándo y dónde podían, como siempre han hecho, en ese abrir y cerrar el grifo que las administraciones impusieron a la industria musical. También grabando videos y temas originales para su nuevo álbum, que está a punto de ver la luz, además de trabajar en su proyecto paralelo, Youcanthide, del que ya hemos hablado en las páginas de Nueva Revolución.
KOTB surge en 2013, inicialmente con Adrián a la guitarra y Samuel a la batería, a quienes se sumaría poco después Yago al bajo, pese a vuestra juventud, ya habíais subido a varios escenarios con proyectos anteriores. ¿Cal fue el germen de este proyecto que ha sobrevivido casi una década, casi con la formación original?
Poder hacer lo que quisiéramos. En anteriores proyectos nunca nos llegamos a sentir libres del todo para desarrollar nuestra creatividad y explorar nuestros gustos, entonces cuando decidimos dar el paso de crear Kings of the Beach, nos dimos cuenta de que podíamos hacer todo lo que quisiéramos y más, eso fue un subidón.
Enseguida se os asoció a sonidos como los de Wavves, Fidlar o Together Pangea, pero no tardasteis en encontrar vuestro toque particular, con una fuerte carga de punk-rock y de garage, pero, seguramente, cada uno de vosotros tenía entonces vuestras propias influencias. ¿Qué escuchabais entonces, en esos inicios de Kings of the beach?
Es cierto, escuchábamos mucho esas bandas, pero también nos sentíamos influenciados por otras más míticas como Green Day, Sum 41 o Blink-182. De todos modos, el hecho de tocar con Ganas de Kagar y hacernos colegas, fue un punto de inflexión en la banda. Siempre tirábamos mucho por lo americano, pero con ellos descubrimos que había un mundo entero de bandazas locales y nacionales.
En 2015 grabáis vuestra primera maqueta, “Badass”, con cuatro temas, una especie de manifiesto fundacional, y unos meses después ya un EP digital, “Bat Pussy”, la primera campanada, que contiene uno de vuestros temas más icónicos, “Jumanji”, que al sonar en directo suele desatar la locura en vuestros fans. Desde el principio KOTB tuvo vocación de directo, pero también de dejar su huella digital. ¿Fueron difíciles esos primeros pasos en el tema de la grabación y en la búsqueda de conciertos?
Al principio fue difícil. Pero como con todo, empezar de cero nunca es fácil y más siendo unos yogurines como lo éramos de aquella. Casi no conocíamos gente del mundillo pero poco a poco, tocando por aquí y por allá, fuimos conociendo a más gente y haciendo un montón de amigos, eso nos ayudó bastante a encontrar las personas indicadas para llevar a cabo las grabaciones y conseguir más conciertos. No le decíamos que no a nada, ahora nos controlamos un poco más. Si ahora nos dicen de tocar en Murcia (nunca hemos tocado en Murcia) en una sala, sin unas mínimas condiciones que nos aseguren no palmar un montón de pasta, probablemente diríamos que no. Pero por ganas no será.
Dos años después editáis un vinilo de 7”, “Safa” (Ulomanía, 2017), y en el mismo año “Goats”, dos explosiones de garage y de punk de lo más gamberro. Poco a poco empezasteis a recorrer la geografía gallega, la española y también la portuguesa, donde ya tenéis un público bastante fiel. ¿Qué recuerdos tenéis de los primeros viajes alrededor de la península?
Nos lo pasábamos en grande, conocíamos un montón de gente maravillosa todos los findes y no parábamos de descubrir ciudades y pueblos que no habíamos visitado nunca. Para tres personajes como nosotros fueron momentos muy divertidos y llenos de estímulos que no habíamos vivido nunca, es algo que toda banda debería poder vivir. Pero también hay que echarle ganas, íbamos a lo loco en todos los bolos, hubiera 2 o 200 personas de público, siempre lo dábamos todo. Creo que es algo que a los promotores de las salas y la gente que nos veía por primera vez más le chocaba, de nosotros, la actitud con la que salimos a tocar. Fuese cual fuese el ambiente.
Era otra época en la que íbamos a tocar, porque había que moverse para que la gente te conociese, e ibas a donde fuera por la pasta que fuera, y ahora somos más selectivos. Sabemos que no podemos tocar en Vigo todos los meses porque la peña se aburre, aunque molaba ser la banda de un local y tocar todos los viernes, como se hacía en los 80. Aunque entonces no había Internet, Spotify, la gente pagaba por la música, y ahora tampoco hay tantos bolos en la ciudad, los eventos están cambiando.
Os movéis o no tocamos, gritamos en algún concierto. Nosotros siempre vamos a dar el cien por cien, hemos elegido este camino, nos queremos dedicar esto, y estamos en esto porque nos gusta. Podríamos tener otro proyecto, de otro rollo que no requiriera que la gente se moviera, y que la gente lo disfrutara igual, pero no es nuestro rollo.
“Super Awkward Fucking Awesome”, vuestro primer LP, lo grabasteis en el madrileño Gamma Studio, y está masterizado por Brad Broatright de Audisege (Portland), un paso de gigante en vuestra carrera. ¿Qué supuso ese disco y el fichaje por un sello como Ciudad Oasis para consolidar ese power trío que ya empezaba a sonar en festivales como el Monkey Week?
Supuso un paso en grande para la banda, la grabación fue una experiencia caótica, sucia, emocionante y muy divertida. El hecho de que nos grabaran Fran y Diego (de Los Nastys y The Parrots) y que sobretodo que Fran se quisiera involucrar tanto con el disco, hizo que la experiencia de grabar nuestro primer LP fuera aún mayor. Era la primera vez que nos tirábamos una semana entera en un estudio, durmiendo en el mismo estudio y sin ducharnos, fue toda una aventura.
Y entonces dais otro salto de gigante, para cruzar el océano Atlántico y tocar en el South by Soutwest (SXSW) y en el Black Bass. Me imagino que aquí tendréis muchas anécdotas que contar, del viaje, de la gente que conocisteis, y también, claro, de los grupos con los que compartisteis escenario.
Buah esto nos daría para escribir un libro. El viaje a Austin fue loquísimo, nuestro sello por aquel entonces se encargó de gestionar el viaje, tuvimos que conducir hasta Madrid, luego pillar un vuelo hasta Miami, allí pasamos la noche en el aeropuerto con miembros de Los Vinagres y Los Wilds, luego otro vuelo a Dallas y desde Dallas un tren hasta Austin. Una vez allí costaba creer que lo habíamos logrado. Después fueron 7 u 8 días yendo a una media de 15 bolos por día. Vimos en directo a bandas que nos flipan (IDLES, METZ, Wavves…) y descubrimos otras tantas que nos molaron bastante. Nosotros solo tuvimos 3 bolos, pero nos sirvió como primera toma de contacto con el público americano. Podemos decir con seguridad, refiriéndonos al público, que en España estamos muy lejos de valorar y apreciar la cultura como debería hacerse, ganamos más dinero con propinas del público que con lo que nos pagó el SXSW (que fue nada).
En 2019 volvisteis a Nueva York al The New Colossus Festival, y al mes siguiente al Festival Marvin en México DF, iniciando una gira mexicana que os llevaría por las ciudades de Guanajuato, Puebla y Morelos. Si la primera vez que cruzasteis el charco os dio para escribir un libro, con la experiencia mexicana ya os daría para escribir una serie.
Fue una gira accidentada. Teníamos programados varios conciertos que se cayeron. Tocamos en León, en México DF dimos tres bolos e hicimos dos grabaciones en directo, y en Cuernavaca. Íbamos 15 en una furgo de nueve plazas, con un grupo argentino, y el conductor hizo una movida en la gasolinera, porque dijo que había echado los 500 pesos que le habían dado los argentinos, pero en el ticket ponía que solo había echado 200. El que organizaba los bolos era una buen colgado que nos dejó medio tirados y que llevaba muchas más bandas del Festival Marvin, donde tocamos, el montaba bolos en otras ciudades con estos grupos, ofertaba giras, pero no estaban bien gestionadas. En el primer bolo, en León, con Ramos Dual, íbamos por al autopista, y el conductor, Mario, se dio cuenta que faltaba una banda por recoger. Llevaba 8 horas conduciendo y se soplaba los ojos para no dormirse, se pasó una salida en plena autopista y dio marcha atrás. Pero México fue una buena experiencia de todos modos.
El bolo más loco que dimos fue el del Festival Marvin, en la Roma, pero el más guapo fue en la 316, con los Froid, que nos dijeron, no bajéis del uber hasta que esté en la puerta del local, es un lugar peligroso. Allí tenía el estudio Mars Volta, que nos dejaron sus amplis para tocar.
En marzo de 2020 teníais varios conciertos programados en EEUU, y cuando estabais a punto de coger el avión para volar a Nueva York, cerraron el espacio aéreo y se decretó el estado de alarma, con un confinamiento prolongado que nos dejó sin conciertos durante mucho tiempo. ¿Cómo afrontó KOTB el año de la pandemia, que se llevó a tantos grupos por delante?
Fue un bajón para toda la industria musical. A nosotros se nos juntó lo del viaje a EEUU, la salida del nuevo disco, que ya estaba grabado, recién masterizado, estábamos en un momento de subida a tope, teníamos un montón de bolos, era la caña. Pero bueno, teníamos el disco, sacamos un tema en junio y dijimos: que salga más tarde, porque la gestión de nuestro sello cada vez empezó a ir a peor, los videoclips como “Satellite” tuvimos que hacerlo nosotros, y siempre poniendo por excusa la pandemia. Nosotros veíamos grupos que seguían sacando discos, y nosotros sentíamos que nuestro anterior mánager no estaba cumpliendo sus funciones. Y, al final, hubo tanto problema con la gestión, y dijimos, para eso quitamos el disco nosotros, no que queremos seguir con esta persona, pero el problema es que él había pagado el disco, y nos vinieron unos gastos ahí que nos hizo retrasar aún más su salida. Todo se demoró, y además te metes en movidas legales.
Los primeros bolos fueron en streaming, en 2021, y luego nos salieron cinco festivales, las restricciones de aforo estaban claras, todos sentados, el feeling era extraño, aunque nosotros no nos cortábamos y dábamos nuestro show, pero no era la vibra al cien por cien, faltaba una conexión, nosotros somos de interactuar mucho con el público, a veces pensabas en bajar del escenario, porque siempre buscamos que la gente se mueva. Era muy raro.
Por lo menos somos una banda que tuvo oportunidades de tocar, muchos grupos se quedaron por el camino, no pudieron mantenerse y se pusieron a currar de lo que fuera. Nosotros también hicimos eso para sobrevivir, pero ahora que volvemos a dar bolos sin restricciones estamos combinando lo que es la escena de los conciertos de sala con los festivales. Este verano fue flojito, también es cierto que no teníamos el disco, teníamos el problema del mánager, y tampoco nos movimos para buscar conciertos, los que dimos fue porque nos llamaron. A veces nos compensa más eso, que nos llamen y nos paguen un caché. También porque sentimos que estamos en otro nivel.
Junto a MounQup, Kings of the Beach, en 2020, ganaría la Batalla de Bandas organizada en los Estudios Mans de A Coruña por Fundación Paideia Galiza, lo que se traduciría en entrar un circuito de conciertos en salas y festivales de Galicia y Asturias, gracias a un convenio firmado a tres bandas entre Fundación Paideia Galiza, EOI y Mahou. El premio se completaba además con la grabación de un tema y su videoclip en Estudios Mans. Pero lo realmente importante es que, en medio de las restricciones de la pandemia, os permitía volver a los circuitos musicales. ¿Cómo fue el regreso a los escenarios, con muchas restricciones de aforo, con gente con mascarilla?
En aquel momento, en medio de la pandemia, para nosotros, como banda, no poder tocar fue duro, aunque dimos algún bolo clandestino, algunos conciertos pagados por la Xunta, y cuando ya se abrió un poco fuimos al BIME, a Bilbao, pero todo el mundo sentado, con mascarilla, era muy raro. En parte tuvimos suerte, hubo muchas bandas que no pudieron tocar. Era un periodo de entreguerras. En unos sitios se podía tocar, en otros no. Por ejemplo, fuimos a Madrid a tocar cuando aquí no se podía, estabas siempre en el limbo, cuando había bolos nunca sabías el aforo. También nos llamaron para fiestas privadas, se hacían bolos sin mascarillas, con la peña de pie, había momentos muy locos. Esto no sé si se puede decir, pero, que se jodan, somos los putos Kings of the Beach.
A finales del año pasado lanzasteis un crowdfunding para “librarse de su antiguo sello (Ciudad Oasis) y comenzar una nueva etapa”, y poder así recuperar vuestro nuevo EP, que ya está grabado. Contarnos la historia de este disco, y cómo os ha ido el proyecto de Verkami. Creo que además habéis conseguido varios patrocinadores para el grupo.
La cuestión es que hicimos un Verkami, y salió bien, para que el disco fuera cien por cien nuestro. Ayudó mucha gente, Vazva, nuestro patrocinador, también, y sin los 10 o 50 euros que pusieron, más los 1.000 que pusimos nosotros, no podríamos sacar el disco adelante. Fue un duro trabajo para que la gente pueda disfrutarlo, y con suerte igual sale antes de que acabe el año.
El Verkami salió adelante con colegas, familiares, con Vazva, sin ellos hay muchas cosas que no se harían, el videoclip de “Friends” y esas cosas en las que estamos trabajando. En diciembre, el día 9, va a salir el disco, por fin, y estamos súper ilusionados. Tenemos una colaboración con Elena de Yawners, y para más adelante ya estamos grabando temas nuevos en castellano, también nos molaría hacer alguno en gallego y en portugués, para nuestro público de allí. Estamos apostando por la autoproducción, nos estamos grabando nosotros, aquí, en el estudio que tenemos en Vigo, y volver a tocar, conseguir un buen manager… miramos de cara al futuro y tenemos esperanzas de que 2023 sea nuestro año. En 2023 hacemos diez años con el grupo y esto va a salir para adelante con muchas ganas.
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