Marisol fue víctima de la descomposición de un sistema que necesita esta violencia para seguir existiendo.
El 25 de noviembre se replicaron en todo el país diferentes manifestaciones por “El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer” el cual, movilizó a miles de mujeres en México y el mundo, lo que muestra de manera clara que existe un hartazgo por las condiciones en las que viven las mujeres dentro del capitalismo decrepito. Por desgracia, en un país donde la barbarie domina tantos rincones, no resulta extraño pensar que la violencia alcanzó alguna de estas movilizaciones pacíficas. Precisamente la misma estructura de poder que ejerce y administra la violencia es la que apagó la vida de Marisol Cuadras.
La marcha en Guaymas, Sonora, terminó con la toma simbólica y pacífica del palacio de gobierno municipal. Sin embargo, es en medio de este acto, que se desató la barbarie que ya desde hace muchos años domina en Guaymas y gran parte de Sonora. Un comando armado con alto calibre realizó un ataque sobre el palacio. Las autoridades del gobierno de Sonora han expuesto que el ataque iba dirigido hacia la presidenta municipal o a su secretario de seguridad, ambos presentes al momento del ataque.
En el atentado murieron 3 personas, un escolta de la presidenta, uno de los sicarios y una chica de tan solo 18 años que formaba parte de la manifestación. Marisol era miembro del colectivo Feministas del Mar, que con orgullo cargaban una manta morada con letras blancas con la consigna: ¡Nos queremos vivas! Con ese grito combativo, le plantaron cara a la violencia en un acto que terminó de manera muy violenta, con la extrema barbarie que caracteriza a un sistema agónico.
Debemos recordar que este no es un hecho aislado. Tan solo en 2020, mil 583 personas fueron víctimas de homicidio en Sonora. Esto fue durante la relativa calma que una pandemia le dio al tema de seguridad. Seis de los municipios más violentos en México (datos de enero a mayo del 2021) están en Sonora; Cajeme, Hermosillo, Guaymas, Nogales, Caborca y San Luis Río Colorado, forman parte de esta lista roja. Y poco se habla de los periodos con toque de queda que vivieron municipios más pequeños como Magdalena o Cananea.
La realidad es que este hecho trágico nos habla de dos cosas muy elementales. La primera es que el movimiento amplio de mujeres refleja la extrema opresión a la mujer, manifestando miedo, dolor, hartazgo e incluso, en ocasiones, desmoralización por la falta de una perspectiva clara para salir de este agujero lleno de sangre al que nos ha arrastrado la clase dominante. La segunda es que es evidente que la relación del crimen organizado y el Estado burgués sigue vigente, pues el narcotráfico forma parte de los negocios más violentos pero lucrativos, por lo que la clase dominante y sus instituciones, fingen estar en desacuerdo, pero se benefician del dinero sangriento del narco, donde este tipo de atentados y violencia no cederán si no cambian las relaciones de producción del sistema en general, es decir si no se erradica el capitalismo.
Y en medio de todo este caos… Marisol fue víctima de la descomposición de un sistema que necesita esta violencia para seguir existiendo. Rosa Luxemburgo no exageró cuando dijo: “Socialismo o Barbarie”. Por eso, desde La Izquierda Socialista decimos:
¡Justicia para Marisol!
¡Vivas las queremos!
¡Basta de la barbarie capitalista!
¡Organización y lucha obrera contra la violencia del capital!
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