Yo estaré en la puerta de los juzgados de la Plaza de Castilla, Madrid, para recibirles y esperarles hasta que hayan efectuado este primer paso, por solidaridad, por cariño a mis compañeros y porque quiero ser parte de la denuncia contra el franquismo, el de ayer y el que sigue hoy.
Por Iñaki Alrui / LQSomos
“Para liquidar a los pueblos se empieza por privarlos de la memoria.
Destruyen tus libros, tu cultura, tu historia.
Alguien escribe otros libros, les da otra cultura, inventa otra historia;
después, la gente comienza a olvidar lentamente lo que son y lo que fueron.”
Milán Kundera
Este viernes, 14 de marzo, declara Julio Pacheco en los juzgados de Plaza Castilla.
Julio es un amigo, compañero, camarada y para los que no le conocéis es una bellísima persona, esa definición que nos enseñaron nuestras madres y lo dice todo en dos palabras.
Presta declaración después de haber interpuesto una querella por las torturas recibidas durante la dictadura, y por primera vez, el Estado español investigará un crimen de torturas del franquismo, después de más de cien querellas presentadas con la misma denuncia: TORTURA.
A Julio le acompañará, como testigo, su compañera y pareja de toda la vida, Rosa García, otra luchadora antifranquista que conoce también la tortura, la cárcel, la represión franquista.
Yo estaré en la puerta de los juzgados de la Plaza de Castilla, Madrid, para recibirles y esperarles hasta que hayan efectuado este primer paso, por solidaridad, por cariño a mis compañeros y porque quiero ser parte de la denuncia contra el franquismo, el de ayer y el que sigue hoy. Me repugna el fascismo, me da asco, y desde mi humilde entrega a la filosofía, a la capacidad de pensar y de razonar, ser antifascista es un compromiso con la razón.
Los luchadores antifascistas como Julio lo dieron todo contra la dictadura, algunos pagaron hasta con sus vidas. De su lucha es fruto la democracia que tenemos, mejor o peor, nos guste más o menos. No la trajeron los de la Constitución del 78 y mucho menos algún reyezuelo. La lucha antifranquista forzó a cambiar, poco, pero algo. La “transición” y todos sus participantes políticos truncaron los grandes cambios a los que aspirábamos muchas personas. Personas como Julio que, coherente a sus ideales de libertad, siguió siempre en la lucha, en la primera línea.
Julio Pacheco, al igual que su compañera Rosa, saben muy bien lo que es luchar contra el fascismo dictatorial en la España de los setenta, tener que huir y vivir en la clandestinidad, resistir, no rendirse nunca. Que nadie piense que son mártires o víctimas llorosas de un pasado épico: son luchadores, son la resistencia antifranquista que nunca se doblegó, la que hizo que el régimen no durmiera tranquilo junto a maquis, anarquistas, independentistas… Fueron cuarenta años de dictadura pero siempre hubo resistencia, unas veces más simbólica, otras más efectiva.
A Julio lo torturaron en la Dirección General de Seguridad, un lugar de siniestro pasado que albergó a la Brigada Político-Social, la policía política franquista que practicaba el terrorismo de estado. A Julio le torturaron y encarcelaron por hacer suyas causas comunes, por defender un mundo mejor, y por decirlo en un valiente cara a cara contra la dictadura.
El viernes a las 9 de la mañana, yo estaré en la puerta de los juzgados de Plaza de Castilla, Madrid, porque las banderas que levantó Julio son también las mías, y que nadie busque banderas de colores o con logotipos, mi bandera es su lucha antifascista, por no admitir al heredero de Franco, por ser anticapitalista, antimperialista (ni bases, ni OTAN), por defender la autodeterminación de los pueblos, la justicia social… lemas que siguen vivos en 2023 y son parte de identidad de las personas luchadoras de izquierda, ética y honradez viva frente a los nuevos cantos de sirena de pijo-progres.
¡Nos vemos, compañero!
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