Julia Chuñil: La lucha por la tierra y el vacío de justicia

El caso de Julia Chuñil no es un hecho aislado. Su desaparición refleja la violencia sistemática que enfrentan los pueblos indígenas y los defensores del medio ambiente en América Latina.

Por Isabel Ginés | 31/01/2025

En el corazón del sur de Chile, en la región de Los Ríos, Julia Chuñil Catricura, una mujer mapuche de 72 años, lideró una de las batallas más importantes de su comunidad: la defensa del territorio ancestral. Como presidenta de la comunidad mapuche Putreguel, reconocida por la CONADI en 2014, Julia dedicó su vida a proteger el bosque nativo y resistir las amenazas del extractivismo que pone en peligro la vida, la naturaleza y la cultura de los pueblos indígenas.

Los líderes ambientales, como Julia, son guardianes de la tierra y de los derechos de sus comunidades. Su trabajo busca proteger los ecosistemas frente a actividades destructivas, como la deforestación y la expansión empresarial. Muchas veces, esta lucha los pone en el centro de conflictos, enfrentándose a amenazas y criminalización. Julia no fue la excepción. Desde 2018, lideró la ocupación de un predio de 900 hectáreas declarado tierra ancestral por la CONADI, pero en disputa con un empresario local, Juan Carlos Morstadt Anwandter.

Este predio, conocido como “Reserva Cora Número Uno-A”, está compuesto por quebradas, matorrales, humedales y árboles como el canelo, sagrado para la cultura mapuche. La protección de este territorio fue la misión de Julia, pero también el motivo de constantes amenazas. Según denuncias de su familia, Morstadt llegó a intentar atropellarla y amenazó con usar su influencia para mantener el control sobre las tierras. Julia había advertido a sus seres queridos: “Si algo me pasa, será culpa de él”.

El 8 de noviembre de 2024, Julia salió de su hogar en la comunidad Putreguel con un hacha en la mano y acompañada de su perro Cholito, para buscar unos animales extraviados en el monte. Fue la última vez que se la vio. Desde entonces, ni ella ni su perro han regresado.

El sector donde desapareció es rural y complicado, con pendientes pronunciadas, abundante maleza y lluvias frecuentes. Durante las primeras búsquedas, la comunidad y la familia encontraron pocas pistas: un bastón, un cojín y huellas de un vehículo, algo inusual en esa área. Sin embargo, la lluvia borró rápidamente cualquier rastro adicional. Su hijo, Pablo San Martín Chuñil, explica que los lugareños, quienes mejor conocen el terreno, fueron los primeros en sugerir que Julia habría sido retirada por la fuerza.

A casi tres meses de su desaparición, la investigación avanza lentamente. La Fiscalía no ha presentado una línea clara, y la familia critica la falta de acción por parte de las autoridades. Mientras tanto, organizaciones sociales y ambientales en Chile y el extranjero exigen al gobierno de Gabriel Boric que cumpla con el Tratado de Escazú, un acuerdo internacional que protege a los defensores ambientales.

El caso de Julia Chuñil no es un hecho aislado. Su desaparición refleja la violencia sistemática que enfrentan los pueblos indígenas y los defensores del medio ambiente en América Latina. Las comunidades denuncian que el extractivismo empresarial y estatal no solo saquea los territorios, sino que también criminaliza, amenaza y silencia a quienes los protegen.

En el fondo, el legado de Julia Chuñil es un recordatorio de la importancia de los territorios para la vida y la dignidad de los pueblos. Su desaparición, aún sin respuestas, es una deuda pendiente con la justicia, los derechos humanos y la naturaleza. Sin acciones concretas para proteger a las defensoras ambientales, casos como el suyo seguirán repitiéndose, dejando un vacío irreparable en las comunidades y en el mundo.

Julia Chuñil Catricura no solo era una mujer mapuche; era una guardiana del bosque, una líder y un símbolo de resistencia. Su lucha, y la de tantos líderes ambientales, nos recuerda que proteger la tierra es también proteger la vida y el futuro de todos. Sin justicia para ella, no puede haber un futuro digno para las próximas generaciones.

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