Por Puño en alto
Allá por el pasado mes de abril, el chico de los recados de la Junta de Andalucía, Juan Marín, “el torrijas”, sacaba pecho achacando la menor incidencia en contagios y en muertes de la pandemia en nuestra tierra a la actitud previsora de la administración de la que es vicepresidente en materia sanitaria venía haciendo desde enero, es decir, desde antes que la propia OMS declarara la pandemia. Manifestaba que dicha actitud previsora se plasmaba en preparar equipamientos para atender los quirófanos, los sistemas de respiración asistidas, etc.
Sí, en un esfuerzo ímprobo se le concede el beneplácito de la duda a pesar de las reiteradas denuncias que los profesionales de la sanidad pública andaluza hacían sobre que estaban desasistidos de los elementos más básicos para hacer su trabajo con las garantías mínimas de seguridad para ellos y para los enfermos, se podría ahora afirmar en función de los datos actuales, que esta segunda ola de la pandemia y su preocupante incidencia en Andalucía, ha pillado a la administración andaluza con el paso cambiado, si no, despreocupada.
Hay que recordar como Marín, tras el confinamiento, exigía una desescalada rápida y veloz para Andalucía y se mostró indignado cuando el gobierno negó en función de los datos el paso de nivel, precisamente, a Granada, la misma provincia que ahora Marín pide el confinamiento domiciliario. Aquellos polvos irresponsables, traen estos lodos en forma de contagios y muertes.
Igualmente hay que recordar que en no pocas ocasiones calificaba la decisión del gobierno de confinamiento domiciliario como desproporcionada y poco menos como dictatorial. Sin embargo, ahora cuando la camisa no le llega al cuello por los dramáticos resultados de su no gestión, la medida no le parece ni desproporcionada ni mucho menos dictatorial y exige, porque siempre exige y nunca asume responsabilidades, que el gobierno de la nacional habilite las herramientas legislativas pertinentes para poder establecer confinamiento domiciliario donde sea pertinente, especialmente en Granada.
Después de la desescalada, Marín se despreocupó absolutamente de la pandemia y sus consecuencias y centró toda su atención en algo tan necesario como la negociación de la remodelación del gobierno, hecho que no respondía a ninguna necesidad política de mejorar la efectividad de la administración, sino más bien para aplacar el descontento interno de su partido creada por las necesidades económicas salariales de algunos de sus miembros.
Si Juan Marín, en abril se pretendió, de forma demagógica, erigir en capitán A Priori, ahora esta quedando como cabo chusquero A Posteriori, capaz de responsabilizar a todos para eludir su propia responsabilidad. En cualquier caso, de llegarse o no a un confinamiento domiciliario, que nadie desea, porque significaría que la curva de la pandemia no se consigue doblegar y que la ocupación de las UCIs siguen creciendo colapsando los hospitales, en esa nuevas Navidades que se vislumbran, a buen seguro que nos deleitará con otro video demostrando un nuevo plato de repostería para endulzar los ánimos. Atentos.
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