Primera parte de la entrevista con José Vieira, profesor, investigador y Capitán de Abril. Un relato personal del 25 de Abril, de uno de los capitanes del movimiento revolucionario que liberó pacíficamente Portugal.
Por Luis Chapela
Esta é a madrugada que eu esperava. O dia inicial inteiro e limpo. Onde emergimos da noite e do silêncio. E livres habitamos a substância do tempo.
Sophia de Mello
Una entrevista junto con su amigo Luis Chapela Bermúdez adentrándonos una vez más en aquella noche del 24 de abril, antesala de la Revolución. Esta entrevista tuvo lugar en el salón de plenos del Concello de Moaña, gracias a la iniciativa de Xosé Daniel Costas Currás, concejal de Mocidade e Igualdade.
Hoy tenemos aquí con nosotros, a una persona que, probablemente, mucha gente vea por nuestras calles, y desconocen quién es. Este hombre es Jose Manuel Vieira, fue un capitán del 25 de abril, de la Revoluçao dos Cravos, nació en Vilanova da Freira, en Portugal, en 1942, y tiene una dilatada carrera que siempre combinó con los estudios desde muy joven. Comenzó con estudios de comercio, que después completaría con estudios superiores en Oporto, y va a ser entonces cuando se interesa por las matemáticas, aplicadas a las ciencias sociales, abriéndose nuevos horizontes en su vida. Cursa el doctorado en la Universidad de la Sorbona, en París, bajo la tutoría de Raymond Barre, que después sería primer ministro de Francia.
Su dedicación docente universitaria dura 38 años, que desenvuelve en diferentes universidades: Lisboa, Mozambique y en las Baleares. Otras dedicaciones que llevó a cabo fueron la formación de cuadros en dirección de empresas, en varias zonas de Mozambique, en lugares en desenvolvimiento, donde trabajó activamente, incluso en la construcción de escuelas en las que también ejerció de maestro.
Fue fundador de colectivos y cooperativas en Portugal, de estudiantes, de cine-clubs, de bibliotecas… fue un hombre muy activo a lo largo de su vida. Es miembro honorario del Ateneo Comercial de Oporto, colectivo que cuenta con más de 500 años de vida, teniendo la mayor biblioteca privada del país vecino, que también alberga una importante colección de arte. También es socio numerario de la Asociación Internacional de Matemáticas en Francia.
En nuestra comarca está totalmente integrado en diferentes colectivos, de la Memoria, de la sanidad, y también forma parte de la directiva de la Asociación Cultural Irmandade do Dolmen. Colabora igualmente con movimientos solidarios y de ayuda a los refugiados. En la actualidad está desarrollando un trabajo para dar a conocer la Renta Básica Universal e Incondicional, como norma para seguir los nuevos paradigmas sociales, como forma de subsistencia, y para combatir las desigualdades impuestas por los amos del mundo.
En la Revoluçao dos Cravos, Jose Vieira, que es una de esas personas con una nobleza e con una integridad total, se enfrentó a la dictadura de Salazar, y con sus compañeros fueron capaces de vencerla, con una lucha pacífica. En la Revolución brilló con luz propia, y por encima de los camaradas que allí estuvieron, un amigo suyo, Salgueiro Maia, un faro que sigue a alumbrar al pueblo y a todas las personas del mundo que luchan por causas justas. Jose Vieira, en definitiva, es una de esas personas que son dignas y nobles, es un soñador empedernido, que quiere un mundo sin miserias y sin miserables, un mundo donde nadie se sienta marginado. Es un soñador que sabe ver en los ojos el corazón de las personas.
Vamos a hacerle unas preguntas sencillas, como está: ¿en qué año llegas a Galiza, al Morrazo?
Yo llegué a Galiza hace ahora seis años. En la segunda quincena de mayo, hace seis años que estoy en el Morrazo, donde me siento perfectamente integrado. Aquí, en el Morrazo, fui recibido con una amistad y con un cariño que es poco habitual, y es algo que tengo que agradecer a toda la gente del Morrazo. En especial, me siento agradecido a la gente de Moaña.
En el 25 de abril, tu ya estabas en situación liberada del servicio militar, ¿por qué te volvieron a llamar a ti?
En el 25 de abril sucede que había individuos que estaban en activo, y esa fue la situación de la mayor parte de los que participaron en la rebelión. Pero, además, había otros elementos que, por razones temporales, ya estaban licenciados. Esto en el campo de los milicianos, de los que no eramos militares de carrera. Entonces lo que sucede es que muchos de nosotros, los que no eramos de carrera, estábamos comprometidos desde el principio con la lucha, y en ese compromiso había, dentro de los milicianos que participaron el la Revolución del 25 de abril, seguramente, una treintena de elementos. Todos estos elementos ya teníamos tareas atribuidas al principio de la Revolución.
¿Cómo fue, concretamente, el trabajo táctico que tú llevaste, en esa jornada del 25 de abril?
Nosotros habíamos participado activamente en la programación del 25 de abril, pero, alguno de nosotros, también habían participado en el documento fundamental, teórico, de las razones que nos llevaban a dar un golpe militar, porque los milicianos eramos los que teníamos más formación política y filosófica, y teníamos la capacidad de analizar esa situación. Había en esa tarea más milicianos que propiamente elementos del cuadro permanente del ejército. No obstante, había una interconexión permanente, justa, paritaria.
Aquí cabe hacer una pequeña reflexión sobre el 25 de abril, y es el movimientos de capitanes, de los primeros oficiales que estaban entre los suboficiales y los que estaban más elevados, de mayor graduación, y los de menor rango. Porque, inicialmente, era un movimiento de oficiales de cuadro contra los milicianos, ya que los milicianos estábamos a ocupar los puestos que le pertenecían a los cuadros militares. Esto fue así porque no había oficiales de cuadro para comandar las unidades militares en Ultramar, y entonces el régimen nos equiparó a nosotros con los elementos de cuadro. Esto generó un malestar en los cuadros, porque decían que nosotros les íbamos a quitar sus condiciones en términos de carrera militar.
Entre tanto se hizo una reunión, en Guinea-Bissau, en la que estuvieron presentes milicianos y militares del cuadro permanente, y se llegó a la conclusión de que el enemigo no eran los milicianos, el enemigo era Salazar, el régimen dictatorial. Y a partir de esta reunión, que fue hecha en el monte, para esconderse de la PIDE, de la Policía Internacional y de Defensa del Estado, determinó la unión entre los milicianos y los militares de cuadro, y se acabaron los conflictos entre ellos, acordando que el objetivo era acabar con el régimen, acabar con la guerra colonial, dar independencia a los pueblos colonizados, y, a ser posible, apoyarlos a posterioridad y ayudarlos en el desarrollo económico, como debía ser.
Yo sé que tuviste una gran amistad con Salgueiro Maia. ¿Cómo nació esa amistad?
Salgueiro Maia para alguno de nosotros, los milicianos, y también para los militares de cuadro, es un faro, un elemento a seguir, era sin duda el individuo más desposeído de maldad, de cualquiera que no fuera su vecino, sus conciudadanos. Era muy humilde, totalmente dado a todo aquello que podía ayudar. Una de las cosas características de él cuando estaba en la instrucción -en general, los instructores en el ejército son duros, y tratan a los soldados con rigidez- trataba a la tropa de manera contraria, el intentaba que cada soldado de caballería, pues él era oficial de este cuerpo, fuera su amigo, intentaba escucharlos en el día a día, cuando miraba a alguno con dificultad, espontáneamente, intentaba ver como podía hacer para ayudarlo. Muchas veces Salgueiro Maia quitó dinero de su propia cuenta para ayudar a individuos que tenían dificultad para sostener a su familia, era lo que llamanos un pan dulce.
Pero al lado de un hombre bueno, había una mujer extraordinaria, que era conocida mia, mi compañera desde la facultad, en la Universidad, y teníamos una amistad de años. Salgueiro Maia la conoció posteriormente, y con aquel hombre sencillo y entrañables, tuve también una amistad que se prolongó en el tiempo. Era un hombre que, cuando hablaba, era todo ilusión. El estaba ligado sobretodo con los más humildes, con aquellos que más dificultades tenían, era un hombre que intentaba que toda la gente pudiese vivir con dignidad. Salgueiro Maia era, realmente, el hombre de la Revolución.
Otelo Saraiva de Carvalho era el gran estratega, y el hombre de coraje, sin problema de hacer gestos de prestigio, sin miedo, ese era Salgueiro Maia. En el día de la Revolución, en el día que llegó a Lisboa, al Terreiro do Paço, fue el hombre que ganó la Revolución, fue el hombre que fue capaz de ofrecer a pecho descubierto, sabiendo que podía morir en cualquier momento, y fue capaz de enfrentarse a los cañones, a las ametralladoras, del Batallón nº7 de caballería, que era el enemigo, la unidad que defendía a Marcelo Caetano.
Incluso tuvo la humildad, después de haber vencido, en la calle del Arsenal, en Lisboa, cuando se acerca al Cuartel do Carmo, para arrestar a Marcelo Caetano, en el momento en el que tenía el poder en la mano, de ofrecérselo al graduado que teníamos más grande en el Movimiento de las Fuerzas Armadas, el General Espinola, que fue un individuo infiltrado por la extrema derecha en la comisión del 25 de abril. Pero es importante que se diga que nosotros necesitábamos en el 25 de abril a algunos oficiales superiores, para que se pudiera hacer la transición sin que hubiese sangre. Salgueiro Maia es, una vez más, quién hace esa transición, cuando cede el Comando en el Cuartel do Carmo al General Espinola.
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