José Gómez Gayoso y Antonio Seoane, in memoriam

«Hemos caído en la lucha, en esa trinchera en la cual, antes de nosotros, cayeron cientos de camaradas, No es hora de lamentaciones, camaradas. La lucha exige sacrificios porque sin ellos no se conquista la libertad».

Por María Torres

El 6 de noviembre de 1948, José Gómez Gayoso (Secretario General del Partido Comunista en Galicia) y Antonio Seoane (Jefe del Ejército Guerrillero de Galicia) eran ejecutados. Durante años se mantuvo la versión de que se utilizó para ello el garrote vil, pero parece ser que la realidad es que fueron fusilados en el Campo da Rata, según consta en el Archivo de Ferrol.

Seoane fue detenido por una delación el 10 de julio de 1948 en la Plaza de Lugo de A Coruña. A Gayoso lo detuvieron al día siguiente en la calle Real. Encarcelados, salvajemente torturados, fueron juzgados el 18 de octubre del mismo año y condenados a muerte. El Consejo de Guerra sumarísimo, presidido por el teniente coronel de Ingenieros Ramón Rivas Martínez fue una farsa, sin pruebas ni testigos. A Gómez Gayoso, se le permitió hablar unos minutos que aprovechó para denunciar al régimen y las torturas cometidas por éste.  Según palabras de uno de los defensores, capitán de infantería: “El mundo entero estaba pendiente de este Consejo de Guerra y que la conducta en él seguida será juzgada por la opinión pública mundial. Para nosotros, los procesados son unos asesinos; ellos se creen firmemente mártires de un ideal, que para nosotros es nefasto”.

La resolución les fue leída pocas horas antes de su asesinato. Ambos se negaron a firmar la notificación. La Guardia Civil fue la encargada de ejecutar la sentencia el 6 de noviembre de 1.948: “a las ocho del día de hoy ha sido ejecutada por fusilamiento la pena de muerte en las personas de los reos José Gómez Gayoso y Antonio Seoane Sánchez en el Campo de Adormideras de esta Plaza”. Un segundo antes de su muerte, el océano atlántico recogía dos gritos: ¡Viva el partido comunista! ¡Viva la Pasionaria!

El «horrible delito” de José Gómez Gayoso y Antonio Seoane Sánchez no fue otro que luchar contra el franquismo, rebelarse contra la injusticia y la opresión y defender la legítima causa de la República.

Durante mucho tiempo se desconoció el lugar donde depositaron sus cuerpos. Seoane tenía los pies y las manos destrozados y pesaba veinte kilos menos. A Gómez Gayoso le habían vaciado un ojo y su cuerpo había sufrido innumerables torturas. Gracias a las gestiones del Partido Comunista de Galicia, ambos reposan juntos en la misma tumba en el cementerio de La Coruña.

Rafael Alberti, en su poema Héroes caídos de la Resistencia Española escribió:

¿A quién nombraré primero?
Nadie es segundo en mi lengua
cuando es de acero el acero.
Si uno es glorioso,
en glorioso al otro no hay quien le gane.
Si digo Gómez Gayoso
ya estoy diciendo Seoane.
Canto fuerte camaradas,
compañeros canto fuerte,
aunque esta copla es de muerte,
sin la garganta apretada.
¡Sangre de Gómez Gayoso,
sangre pura, sangre brava,
sangre de Antonio Seoane,
de Diéguez, de Larrañaga,
de Roza, Cristino y Vía,
valles de sangre, montañas!
Más aunque su voz se muera,
su voz seguirá cantando
a la España guerrillera.
Siempre seguirá cantando
y seguirá maldiciendo
hasta que el gallo del alba grite
que está amaneciendo.
Ya remontó la montaña.
¡Ya el aire se está poniendo
banderas republicanas!

Carta enviada a los guerrilleros de la agrupación Pasionaria por José Gómez Gayoso y Antonio Seoane, desde la Prisión provincial de A Coruña pocos días antes de ser ejecutados

Camaradas:

Desde una mazmorra franquista, donde, con la serenidad y el orgullo del que ha cumplido con su deber, aguardamos la hora de nuestra eliminación, os dirigimos este último mensaje:

Hemos caído en la lucha, en esa trinchera en la cual, antes de nosotros, cayeron cientos de camaradas, No es hora de lamentaciones, camaradas. La lucha exige sacrificios porque sin ellos no se conquista la libertad.

No vale la pena relataros las atrocidades que con nosotros cometieron. Mucho se ha escrito y dicho sobre la barbarie franquista, y sin embargo solo es posible comprenderlo cuando se ha pasado por ello. Tenía mil veces razón Vilaboy cuando decía que estos no son seres humanos, que son fieras. La muerte no nos preocupa. Lo que hoy, igual que ayer y siempre, domina nuestro pensamiento, es la lucha. La continuación del combate por nosotros y por todo el pueblo.

Sed inflexibles con los enemigos del pueblo y traidores que venden nuestra patria a los imperialistas ingleses y norteamericanos; haced justicia implacable con los asesinos forajidos y torturadores. Trabajad entre en pueblo, orientad, organizar y defender a nuestros bravos labradores, extended la lucha guerrillera a todos los rincones de nuestra amada Galicia. Que, como dijo nuestra Pasionaria, “Las lágrimas se conviertan en odio y el odio en ardor combativo”. Este es nuestro último ruego a vosotros, camaradas, hermanos guerrilleros. Por nuestra suerte no os preocupéis, ¡Marchad adelante sin vacilar!  El enemigo jamás podrá acabar con los guerrilleros ni con el PCE.

Y por último nuestro ruego final. El día en que España recobre la libertad, cuando la bandera tricolor sea enarbolada en montes y aldeas por los guerrilleros, ese día, camaradas, os pedimos que sobre nuestras tumbas depositéis la vuestra, la bandera de la gloriosa Agrupación Pasionaria.

¡Al combate, camaradas! ¡A luchar y a vencer!

Os abrazan fuerte, muy fuerte, José Gómez Gayoso (Juan) y Antonio Seoane (Julián)

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