Jordi Martínez de Foix (1957-1978): In memoriam

Según lo que averiguamos nosotros, y tras llevar muestras a un laboratorio de confianza, la explosión fue provocada y con un componente explosivo no asequible a personas civiles, o sea, que todo apunta a que fue un asesinato más del posfranquismo. 

Por Carles García Solé / Llibertad.cat

El catorce de octubre de 1978 asesinaron a Jordi Martínez de Foix. Quiero hacer un pequeño homenaje desde aquí y, si puedo, en algún medio público, a esa familia, Martínez de Foix, que tanto hicieron en la lucha de nuestro pueblo y los derechos humanos, de las personas y pueblos oprimidos.

El mes de octubre moría en una explosión en un piso de huerta Jordi Martínez de Foix, según la noticia oficial cuya explosión fue accidental, que manipula un artefacto al producirse la explosión. Según lo que averiguamos nosotros, y tras llevar muestras a un laboratorio de confianza, la explosión fue provocada y con un componente explosivo no asequible a personas civiles, o sea, que todo apunta a que fue un asesinato más del posfranquismo.

Conocí a Jordi en el paseo de Maragall, donde vivía con sus padres y los míos. Hacían puertas en el mismo y mueble, en el 305 del paseo de Maragall. Yo venía del exilio, más de dos años, y la familia Martínez de Foix me ofrecieron trabajar con ellos, en el taller Escola Barceloneta. Aquella relación coincidió después de la jornada laboral cuando bajábamos a las Ramblas a reivindicar nuestros derechos como pueblo y trabajadores, con Francesc, Jordi, Marc Muñoz, etc.

Pocas semanas antes, el 11 de septiembre de 1978, en un enfrentamiento con la policía en la calle Ferran, un policía que iba de paisano disparó por la espalda al joven Gustau Muñoz y le mató. Sólo tenía 16 años.

Entonces empecé a trabajar con los Martínez de Foix. Tenían una Fundación para chicos discapacitados, Allí conocí a Marc Muñoz, hermano de Gustavo. Él me presentó a su hermana Yolanda, con la que acabaría en el tiempo casándome. Vivimos juntos 20 años y tuvimos dos hijas. ¡El tesoro más preciado de mi vida!

Mis padres hacían de porteros en el Paseo de Maragall. Allí vivían o viven la familia Martínez de Foix. Hacía días que no veía a Jordi. Un día nos encontramos y me explicó que le habían detenido –él era militante del PCE (Internacional)–. Como consecuencia de los malos tratos había sido ingresado en el hospital, donde le habían amenazado con que le sucedería lo mismo que al Gustau Muñoz. Estaba preocupado, pero era una persona luchadora y no se tomó en serio las amenazas de la BPS.

Hacía unos días que yo trabajaba en la Fundación de su familia y sabía que tenía un piso en el barrio de Horta, donde hacían reuniones su organización y preparaban materiales clandestinos. De repente, nos llegó la noticia de que Jordi estaba muerto como consecuencia de una explosión accidental en el piso de Horta.

Tras las amenazas de la BPS nadie creyó que hubiera sido un accidente. Hablé con su familia para tratar de entrar en el piso y conseguir muestras de los restos de la deflagración. Les hice llegar a un buen amigo que estaba comprometido políticamente con nuestra causa para su análisis. Él trabajaba en los laboratorios de dentro de la SEAT y al día siguiente me llamó para decirme que en la analítica había salido un componente muy alto de fósforo blanco no normal. Se trataba de una substancia no asequible a la población civil, propia en todo caso del ejército.

En aquellos momentos la familia y los amigos estaban haciendo el funeral de Jordi en la Placa Orfila de Barcelona. Mi amigo y yo en moto y deprisa fuimos allí a hacer entrega a la familia de los resultados del laboratorio. Sé que la familia ha mencionado esto, y tienen constancia de que la muerte de Jordi Martínez de Foix fue un asesinato. Uno más de tantos de esa maldita «Transición».

Años después quedé con Francesc Martínez de Foix un día que bajaba a Barcelona para vender los huevos en las tiendas que teníamos concertadas. El encuentro fue cordial. Hacía tiempo que no nos vemos, creo recordar que la última vez fue en una manifestación en Gran Via, donde se produjeron graves incidentes con la policía. Nosotros fuimos atacados por un grupo de secretas que salieron bastante mal parados.

Después de recordar aquellos episodios le saqué el tema de Mikel, un militante vasco perseguido, y la importancia que tenía el asegurarnos de que pudiera pasar al otro lado de forma segura. Francisco propuso una manera que me pareció que era muy buena. Él como director de la Fundación organizaría una excursión en autocar al Estado francés con los chavales y monitores. A Mikel le acreditarían como un monitor más. El problema era convencer a los demás monitores, algo que se resolvió. Así lo hicimos y ningún problema por parte de los profesores. Todo correcto en el paso de La Jonquera.

Un recuerdo muy entrañable de los más de tres meses que pasó Mikel en el molino de la masía y un gran favor del TEB. Y de la familia Martínez de Foix. Me encontré con Mikel en La Habana muchos años después, en los días del asunto de Perpiñán que hizo posible la tregua de ETA en los Països Catalans, un importante acto de soberanía.

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