Entrevistamos al actor y director de cine, Javier Ríos, guionista y director de «180 grados», un documental rodado durante la pandemia, que invita a la reflexión a través de las voces de Javier Couso, Yayo Herrero o Sol Sánchez
Por Angelo Nero
“180 grados” se rodó durante el confinamiento decretado tras la propagación del virus del Covid-19, abordando los efectos de la pandemia desde diversos ángulos, el económico y el sanitario, pero también el ecológico y el social. Las personas que intentan hacer una completa radiografía de esta situación no son habituales de las tertulias televisivas y radiofónicas, pero sus diagnósticos son tan certeros que nos gustaría que sustituyeran a esa legión de charlatanes que pueblan las tertulias, y que solo aportan ruido e incertidumbre. En lugar de estos “todólogos” deberíamos escuchar a Javier Couso, a Yayo Herrero, Ildefonso Hernández o a Sol Sánchez. Todos ellos tienen un punto de vista particular, pero, de un modo u otro, todos señalan a un culpable, y este no es el pangolín de Wuhan, sino el sistema, un sistema que se ha revelado como nuestro mayor enemigo.
Lo primero que nos sorprende, además de esas sobrecogedoras tomas aéreas, donde se observan las calles de las grandes ciudades desiertas, es el formato de las intervenciones, realizadas a través de Zoom o Skype. ¿Cómo fue, a nivel técnico, la realización de este documental, y como nació la idea de hacerlo?
180 Grados nace gracias a Return, una denuncia sanitaria y sistémica que iniciamos en 2016, toda aquella experiencia, conocer a Yayo Herrero, a Carlos Taibo, Nicolás Olea, Sol Sánchez, Ildefonso Gómez y tantas personas que participaron en aquel proyecto tan difícil de armar y que estrenamos en 2018, hicieron que una vez llegado el confinamiento y el estado de alarma en 2020 sintiéramos la responsabilidad de afrontar lo que estaba sucediendo de alguna manera y fue a través de otro documental. Quizá 180 Grados sea el proyecto más fácil de llevar a cabo de los cinco que hemos hecho hasta la fecha con presupuesto cero.
Fue relativamente fácil en comparación, porque el confinamiento hizo brotar grandes dosis de solidaridad y redes de apoyo mutuo pocas veces vistas con anterioridad y que siguen intentando crecer tras la pandemia. Esa solidaridad también se notó cuando arrancamos con 180 Grados, la colaboración fue mucho más fluida, agendas despejadas que hicieron que muchos de nuestros colaboradores habituales y nuevos fichajes pudieran dedicarle tiempo al proyecto y avanzar como nunca antes ni después de la pandemia habíamos conseguido. Tuvimos muchísimos apoyos de movimientos sociales, de Ecologistas en Acción, Fridays for Future, de periodistas con permiso, que podían salir a grabar en pleno estado de alarma para sus encargos y nos cedían imágenes. Gracias a Javier Couso que participa en 4 de nuestros 5 documentales conseguimos que TeleSur nos cediera también imágenes de la pandemia a nivel global a cambio del estreno de nuestros proyectos en su televisión.
Lo más difícil es lo que señalas de las entrevistas, que tuvimos que realizarlas a través de Zoom y Skype con un capturador de pantalla y que muchas veces debido a la distancia fue complicado ya que no teníamos buena conexión, problemas casi insalvables con el sonido y es por ello que decidimos que el late motiv del proyecto fuera un hackeo y cual valor añadido, hacer de esas dificultades técnicas un estilo narrativo que sumar al que solemos utilizar de discurso sin entrevistador ni preguntas palpables.
Insisto en que 180 Grados fue el proyecto más fácil de hacer porque en 5 meses lo tuvimos terminado, gracias a la solidaridad, la disponibilidad y facilidades que pusieron todos los participantes, desde el equipo a los entrevistados. Hasta un amigo del barrio se prestó a ser entrevistado cuando apenas días antes estaba luchando por salvar su vida pegado a un respirador, y aún sin estar dado de alta decidió participar y poner en valor a los trabajadores de la sanidad pública que tanto apoyo y esperanza le habían dado en uno de los momentos más jodidos de su vida, nos regaló un testimonio desgarrador en el que ya preveía el colapso, la saturación y la precariedad que iba a sufrir tras los aplausos y la heroicidad de aquel momento nuestra sanidad pública.
Yayo Herrero dice al principio del film: “es como si, de repente, tuviéramos un minuto de lucidez, para que, colectivamente, podamos ver lo que es importante, y por donde se nos está desangrando la vida.” Pero parece que ese minuto ya ha pasado. El sistema se ha reiniciado, en su loca carrera hacia el abismo. Tal vez una minoría camine hacia el decrecimiento, la solidaridad o el consumo responsable, pero, ¿crees que la mayoría de la sociedad y, sobretodo, nuestros gobernantes, han quitado alguna enseñanza de la pandemia?
Creo que muchos estaremos de acuerdo con Yayo cuando dijo lo del minuto de lucidez, dudo de muchas cosas, pero estoy convencido de que la pandemia nos mostró claramente por dónde se nos estaba desangrando la vida y no sólo a personas ya concienciadas, a todos. Los que vivíamos en Madrid en aquel momento pudimos ver paisajes que jamás habíamos conseguido ver debido a la contaminación por ejemplo, vimos como la naturaleza se regeneraba a una velocidad sorprendente cuando casi todo paró. Nuestros gobernantes siguen en una huida hacia adelante en pro de un sistema que les ha puesto donde están para que desempeñen la labor que están desempeñando, y lo hacen muy bien, son como kamikaces de un neoliberalismo que colapsa y no duda en morir matando, como ratificó Cristine Lagarde del FMI hace unos días. No es que no crea necesaria la vía institucional, pero las instituciones son profundamente neoliberales y dominadas por el mercado, “aunque llegara un partido muy de izquierdas a las instituciones, sin base social que lo sostenga y exija, ese partido sería absorbido por el sistema neoliberal” Yayo Herrero, el fenómeno 15M indignación, Podemos, PsoE, calles vacías se estudiará en el futuro. Concretamente en el estado español, creo que es casi imposible avanzar y llevar el debate más allá de la lógica bipartidista neoliberal, sin afrontar y hacer justicia con nuestra memoria histórica, reparar a las víctimas del franquismo y revisar esa arquitectura de poder que se forjó durante 40 años tras un golpe de estado fascista, sin un referéndum Monarquía-República y con una transición gatopardista.
Ojalá sucediera y se establecieran alianzas público comunitarias que mejoraran la vida de todas las personas y se tomaran medidas drásticas para paliar los efectos del cambio climático y alumbrar un futuro digno, pero los que fomentan la desigualdad ni siquiera quieren escuchar las alternativas que propone la mejor ciencia disponible, prefieren encarcelar científicos o asesinar activistas y continuar con las guerras por los recursos energéticos, la privatización y la privación de derechos fundamentales. No hay voluntad política ni en España, ni en Europa de un cambio radical en las instituciones, de dar un giro de 180 Grados al sistema económico como propuso Yayo en Return para evitar el ecocidio. Ni voluntad de establecer el ecofeminismo como una nueva cultura y el decrecimiento como una alternativa consensuada, un decrecimiento que ya está aquí y que sin la participación de todos es y será puro fascismo, aunque lo llamen capitalismo verde o deriva ecofascista.
El mercado se reveló totalmente disociado de la sociedad, incluso de los gobiernos. Se hizo negocio con las vacunas, con las mascarillas, con los respiradores. La sanidad privada no fue intervenida, y la pública sufrió los efectos de años de recortes, que ahora continúan. ¡Es el capitalismo, estúpido! Parece que nos gritan. ¿Hay alguna esperanza para nosotros, si la sanidad o los cuidados siguen las reglas del mercado?
La privatización de la sanidad es un hecho en muchos países y una muestra evidente de esa deriva ecofascista, si tienes dinero o mucho dinero vives y si no mueres, luchar por la sanidad pública creo debería ser la punta de lanza para impulsar el giro que necesitamos, pero no está reñido con la lucha sindical, la emergencia climática, la abolición de la ley mordaza o con un tránsito libre para todas las personas al igual que las materias primas, que no conocen fronteras.
No sé cuando se desbordará el vaso por el estado español, en muchos países ya se desbordó y están luchando por mejores condiciones de vida o por sobrevivir, lo que más preocupa es que este es un terreno sin remover desde hace muchas décadas y se está avivando el fascismo con altavoces y manipulación constantes, que por desgracia dejan una gran huella por este reino que no conoce transición alguna. Lo de una mentira repetida mil veces no acaba siendo verdad, pero cala, y si no nos organizamos y ponemos en común unas mínimas exigencias para que cuando colme el vaso, esa movilización masiva sea por una sanidad pública, por mejores condiciones laborales, por las pensiones, por la educación, por los derechos humanos, por la redistribución radical de la riqueza, es decir por la justicia social y porque no tenemos un planeta mejor a donde ir, o cuando el vaso se derrame las calles estarán llenas de fascistas exigiendo justo lo contrario.
En el documental creo ver llamamiento a la resistencia, a tejer una red de movimientos sociales, incluso a la desobediencia civil, para impedir que este capitalismo depredador siga mercantilizando todas las esperas públicas. ¿Si no tomamos el rumbo de nuestra sociedad, estamos destinados al desastre?
Sí, creo que es cada vez más evidente y seguramente vamos tarde, pero necesitamos llenar las calles lo antes posible, se han escrito muchas distopías, pero estamos en la era de las consecuencias como dice Yayo y ya no hay espacio para más distopías, tenemos que construir utopias, toca dar un paso al frente y cada vez son más las personas que no se movilizaban y ahora sienten la necesidad de dar ese paso, de pronunciarse, de exponerse, de salir a la calle y decir hasta aquí.
También es importante, como señalábamos al principio, el papel de los medios de comunicación, de los tertulianos, que generan opinión, y que no ponen sobre la mesa temas como el cambio climático, la soberanía alimentaria, el decrecimiento o el ecofeminismo. ¿Que papel juegan los medios para que realmente no demos ese giro de 180 grados?
Un papel protagonista y terroríficamente orquestado. Los medios juegan un papel demoledor para la movilización y realmente peligroso blanqueando al fascismo cuando el sistema lo necesita. La censura es palpable tanto en lo que dices como en lo que no dices y sobretodo en el eco que pueda o no tener lo que digas. Creo que la prensa actual está viviendo una de las épocas más lamentables de la historia del periodismo y el tiempo hará lo suyo, sólo hay que ver cómo se trataba el conflicto en Ucrania desde la televisión pública en 2014 y cómo se trata desde que se censuró a los medios de comunicación denominados prorrusos, una censura tan brutal y a la vista de todos que no sucedía desde la segunda guerra mundial, y la gran mayoría de periodistas con más o menos repercusión callan, acatan el relato de EE.UU y la OTAN y en ese margen se mueven para investigar o tratar las noticias, si las tratan, el mundo fakenews, bulos, aquel asesor de Trump y Bolsonaro, Steve Bannon y su Cambridge analítica que ha creado tendencia a nivel global y franquicias en el nuevo soma que son las redes sociales. Aunque por lo general los medios de comunicación masivos comparten directamente lo que dice la Associated Press, Reuters, France Press y DPA, si se salen de ahí se la juegan a acabar como J.Assange o Pablo González en Polonia, escándalos que también sirven para aterrorizar y amaestrar a los futuros periodistas, aunque los que tienen cierto eco ya vienen amaestrados y son buenos vasallos.
Creo que el tema de la prensa, la libertad de prensa, siempre fue la del dueño de la imprenta, sólo hay que mirar quienes son los dueños ahora y los intereses que hay detrás para comprender el orden de las noticias y porque esto es noticia y esto no. Creo que es de los debates más complejos y no estoy convencido de que la solución sea crear tantos medios de comunicación alternativos, de pago y a la carta, o gratuitos, creo que deberíamos incluir en nuestros reclamos el exigir una prensa y unos medios de comunicación libres públicos y de calidad, será otra utopía pero esta deriva cultural hacia el entretenimiento potenciada desde las instituciones y esa manipulación en los medios de comunicación públicos que pagamos todos, también tiene ideología como la ley mordaza y cada vez menos ovejas negras se cuelan.
“Era una normalidad en la que muchas personas no tienen un acceso fácil a la vivienda, no me estoy refiriendo ni siquiera a personas desempleadas o muy pobres, me refiero a personas con un salario relativamente normal que no pueden vivir en el centro de las ciudades. Una normalidad con desahucios, con cortes de luz, de agua. Con gente muy precaria que a pesar de tener trabajo no llega a fin de mes, porque las propias condiciones laborales son generadoras de pobreza.” Vuelve a decir Yayo Herrero. Me gustaría incidir en esto, ¿cómo hemos llegado a esta situación, en la que hay miles de trabajadores precarios, y la sociedad civil, a través de los sindicatos, no está dando una respuesta?
Si nos centramos en el estado español igual tendríamos que empezar por la heroína en los 80 y como destrozó miles de vidas y debilitó la lucha obrera y sindical, pero el papel de los sindicatos es clave, los sindicatos mayoritarios están financiados por el estado, no defienden los intereses de los trabajadores y es por ello que los derechos que costó tanto conquistar se han ido perdiendo de manera muy acelerada en pocas décadas. Cómo puede ser que Francia lleve días ardiendo tras 11 o más huelgas generales en pocos meses y aquí llevemos más de una década sin una huelga general con la edad de jubilación a los 67 y peores condiciones laborales. Yo no lo entiendo, pero tengo mis hipótesis, y para mí la principal a parte de los sindicatos, es la cultura y la falta de memoria, sólo hay que comparar el cine francés con el español. Y ahora por ley el 70 o el 90% de las ayudas del ICAA del ministerio de cultura van directamente destinadas a cine comercial, a entretener, a sedar el pensamiento como decía Anguita, es difícil ver un cine social y crítico a no ser que se produzca con muchísimas dificultades y normalmente suelen realizarse en el País Vasco o Catalunya. Quizá tengo la manía de llevarlo todo al mundo del cine, pero también esta ultima década de boom de las redes sociales ha creado un individualismo brutal, justo en una época en la que más necesitamos fundir las diferentes luchas en una sola para afrontar con alguna probabilidad de éxito las crisis que se nos vienen encima. Se habla de una batalla cultural y la están ganando de calle con el divide y vencerás, porque tienen los medios para llevarla a cabo y dominan los canales de difusión.
Javier Couso afirma en la película que “Europa está herida de muerte. La primera herida fue el aplastamiento de Grecia. La segunda fue la falta de solidaridad interna para el refugio. La tercera herida fue el Brexit. Y la cuarta herida, casi mortal, es la falta de solidaridad con los países del sur.” Con análisis como estos no es extraño que su voz sea silenciada por los grandes medios. Pero, ¿no es necesario señalar que, realmente, no es la democracia, los derechos humanos y la solidaridad entre los pueblos las señas de identidad de la Unión Europea?
El término Europa Fortaleza creo que es el que mejor define a una Unión Europea que muestra cada vez más o nuevamente, su estructura racista, clasista y nada democrática, empezando por el colonialismo, neocolonialismo y con el hecho de que la Comisión Europea se elige a dedo y a los refugiados se les da una acogida digna según su color de piel o según el conflicto del que huyan, mientras se deja morir a cientos de miles de personas en el mediterráneo, en el Atlántico, en el desierto o entre muros, vallas y concertinas. Los últimos movimientos de España manteniendo y potenciando su posición de sumisión con la monarquía marroquí que utiliza a su propio pueblo y la migración como chantaje, unos acercamientos en la dirección totalmente opuesta a lo que llevan décadas prometiendo al pueblo Saharaui, poniendo en peligro la relación con Argelia que suministra el 60% del gas a España, mientras Marruecos continua ocupando y explotando ilegalmente el Sáhara Occidental, es junto con la sumisión a los intereses de EE.UU y el continuo expolio de los recursos africanos, una de las mayores muestras de que esa Europa de los derechos humanos jamás existió.
Recuerdo a Javier Couso durante la entrevista para Return en 2016 refiriéndose a los gaseoductos Nordstream 1 y 2, la obsesión estadounidense de que Europa no fuera independiente ni autosuficiente desde el punto de vista energético junto a Rusia. Ya hemos visto lo que pasó con los gaseoductos que conectaban Rusia y Europa. EE.UU ejecuta, Europa asume.
Es difícil pronunciarse más sobre temas tan complejos y amplios con una información tan sesgada, y todo tiene su lógica Norte/Sur a mayor o menor escala, pero creo que Europa vivió una época en la que EE.UU le permitió ciertos privilegios como socio-minoritario parte de ese primer mundo y ahora ante los movimientos de China, Rusia, los BRICS, la caída de los bancos y el dólar, parece querer dejarla en la mierda como hace históricamente con cada territorio que pisa y centrarse en lo suyo que es la guerra, dejando en evidencia la nula personalidad y la sumisión de Europa y la OTAN a los intereses estadounidenses. Aunque la población europea está reaccionando contundente en muchos países incluso pidiendo romper esa relación USA-UE, en el reino de España seguimos escépticos, entretenidos y con una política exterior nefasta y tan deprimente como la interior, parece que somos un estado más de ese manicomio llamado Estados Unidos.
Otra vez Javier Couso: “De esta tragedia que estamos pasando, que está agravada por las condiciones materiales del neoliberalismo debemos sacar unas conclusiones clarísimas: hay que recuperar los sectores estratégicos de la economía, de la sanidad, de la educación, y de la energía.” Muchos tildaran este discurso de comunista, pero pocos conocen que hay una respuesta en el sentido contrario y más peligrosa, llamada ecofascismo ¿no es así?
En Return el profesor y escritor Carlos Taibo nos explicó qué es el ecofascismo, significa que una parte de la población asume complaciente el recorte de derechos y libertades con tal de encontrarse entre la minoría de privilegiados, mientras una gran mayoría es expulsada, esquinada o directamente aniquilada.
En el estado español asistimos a un espectáculo obsceno y ridículo cuando la extrema derecha define al gobierno central de coalición como socialcomunista, cuando es radicalmente neoliberal dentro de sus fronteras, no se intervino la sanidad privada en los peores momentos de la pandemia y el genocidio en la comunidad de Madrid debería tener consecuencias para ambos partidos, no sé si por igual, pero si sabes que las competencias las tienen unos pirados que gobiernan la capital de tu país, tienes la obligación de hacer algo y no permitir que mueran nuestros mayores, cómo mínimo eres cómplice. Las pocas medidas sociales durante la pandemia se consiguieron gracias a una fuerte presión en redes de los diferentes movimientos sociales, pero siguen los desahucios, la ley mordaza, las privatizaciones, la violencia en el precio de la comida y la vivienda, que es un bien de mercado como espetó uno de los ministros.
Fuera de sus fronteras, una política exterior sumisa y sin personalidad alguna, repulsiva e intolerable, como refleja lo sucedido en Melilla, la posición con el Sáhara Occidental o el apoyo incondicional a EE.UU y la OTAN en Ucrania o dónde sea.
No tengo ningún pudor en definirme comunista, anarcosindicalista o antisistema, pero ya no se trata de debates ideológicos en la izquierda, sino de un modelo económico que está esquilmando los recursos, colapsando y calentando el planeta, poniendo en peligro de muerte a todos los seres vivos que habitamos en él, empezando por los más vulnerables. La clave y la gran dificultad es hacer pedagogía e intentar transmitir a todas las personas que apoyan un sistema inhumano por activa o por pasiva las consecuencias de ese modelo económico y que hay alternativas si queremos darle un futuro digno a los que vienen, pero necesitamos un presente. Hay que movilizarse y llenar las calles, si la izquierda abandona la calle la va llenar la extrema derecha, esa fue otra de las lecciones que nos dio la pandemia.
“Cada vez que hay un movimiento social que da la impresión que puede producir un cambio, enseguida hay una reacción contundente,” dice Ildefonso Hernández, otra de las voces de este documental. “Desde los ámbitos públicos, desde los poderes, desde los medios de comunicación, cualquier atisbo de mejora de la calidad democrática, de poner en el centro el cuidado, las cuestiones de género, de salud, de igualdad reciben una reacción enorme”, prosigue el fundador de la Escuela de Salud Pública de Menorca. ¿Cómo podemos combatir esa reacción contundente del sistema para que esos movimientos sociales no se queden por el camino?
Formando parte de esos movimientos sociales, llenando las calles, un primer paso sería la exigencia de acabar con la ley mordaza, algo que define y une al bipartidismo neoliberal, muy consciente de que el vaso se desborda. Un ejemplo claro de esa reacción enorme ante cualquier atisbo de mejora.
El de los migrantes ha sido uno de los colectivos que más ha sufrido con la pandemia y sin duda el más invisibilizado. El cierre de fronteras, y los problemas derivados del confinamiento, la falta de trabajo y de ayudas sociales, o el problema de la vivienda. ¿Está la sociedad española insensibilizada ante el drama de la migración, y por eso, al menos una parte de ella, es receptiva a los mensajes de la extrema derecha?
La población española es abiertamente racista, es cultural como eso de torturar y matar animales en una plaza, viene de donde viene y aquí es fácil que calen los discursos xenófobos porque el franquismo nunca perdió ni fue juzgado hasta la fecha, 45 años de domesticación dan para otros 45 o más si no se hace nada. Lo más preocupante es el racismo institucional, desde las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y las directrices que reciben para dejar de ser servidores públicos y convertirse en matones a sueldo, a la Europa fortaleza, los Frontex y la vulneración diaria de derechos humanos y fundamentales en todas las fronteras, fronteras por las que pasan a diario las materias primas y los recursos energéticos que proceden de esos mismos países de donde provienen las personas migrantes a las que no se les permite un tránsito libre y seguro.
No hay mayor reflejo de lo que es el ecofascismo que ver impasibles como mueren cientos de miles de personas ahogadas en el mar o en travesías por el desierto, que huyen de conflictos armados, de persecuciones políticas, de sequías extremas o en busca de un trabajo para poder comer, mientras se sigue apoyando gobiernos y manteniendo sistemas económicos que permiten y promueven que esto suceda. El capitalismo siempre utilizó el racismo, es la base de su creación a través de la explotación de mano de obra migrante a coste cero, lo que conocemos como esclavitud y fortalece los fascismos en momentos de crisis, y nos encontramos ante un cúmulo de crisis en sus diferentes estratos, civilizatoria, energética, climática, económica que están haciendo tambalear al primer mundo con su lógica norte sur y su manera de resistirse a perder privilegios es levantar muros y dejar morir a miles y miles de personas. Porque en occidente nos han hecho creer que no hay alternativa al sistema económico capitalista, fue hasta un slogan de los 80 o 90 el “no hay alternativa” y para mantener este nivel de vida tienen que producirse estas desigualdades con África y el sur global y blablablá y gran parte de la clase trabajadora compró ese relato en los opulentos noventa y ahora se agarra a él por muy fascista que sea. Veremos que sucede entre China y EE.UU, tras los acuerdos con Rusia, la quiebra de bancos, la más que probable caída del dólar y este nuevo mundo multipolar, pero temo que vamos a vivir una época de más y mayores conflictos y más y peores violaciones de derechos humanos. La única forma de paliar, o frenar la que se nos viene, la que ya esta aquí, es salir del letargo y llenar las calles con exigencia y recuperar los derechos perdidos en las últimas décadas entre el pico de abundancia y el colapso de un sistema que no temblará en dejarnos atrás con tal de mantener los privilegios de la clase dominante.
“180 grados” es un documental incómodo, como todos aquellos trabajos que ponen en evidencia al sistema neoliberal, el deterioro de los servicios públicos por los recortes, las desigualdades sociales, pero parece increíble que se intente silenciar estas voces incómodas. ¿Cómo ha sido el asunto de la retirada del film de Netflix, y esa censura ha llegado también a su distribución en televisiones públicas o a su presentación en festivales?
Desde el primer documental Reset en 2011 sentí esa censura en festivales y televisiones, muchos festivales nos dijeron que les gustaba, pero que les financiaba tal ayuntamiento y mejor que no, tras el estreno en La Cineteca de Madrid, no sentó bien a alguien del PP o del PsoE, ambos partidos tuvieron voz en el proyecto a través de Eduardo Madina y Pablo Casado. Tuvo consecuencias, primero se iban a realizar varios pases en la cineteca durante unos meses, al segundo pase en el que acudieron representantes del bipartidismo fue retirado, también consecuencias a nivel personal y laboral, se me cayeron varios trabajos que tenía apalabrados, llegó una carta de las naves del matadero insinuando que sabían que era actor, y al mes una multa de hacienda por una declaración según ellos mal hecha años atrás, desde aquel entonces no he vuelto a trabajar de actor salvo pequeñas excepciones. No es un lamento, lo cuento como un hecho que ayuda a entender cómo funciona la censura, lo sutil y lo evidente que puede llegar a ser. Era una época en la que aún no existía Podemos, que empezó a normalizar mediáticamente y hacer suyo un discurso que canalizó la indignación hasta vaciar las calles, tampoco había programas en prime time donde el amarillismo político y sus todólogos a sueldo se comieran cualquier atisbo de mejora, justo se estrenó antes de ese cambio de rumbo y se notó, a veces creo que si se llega a estrenar un par de años después hubiera pasado aún más desapercibido. Return en 2018 ya tuvo mejor aceptación, se tildó de catastrofista pero su difusión fue mayor. Cuando sucede lo de Netflix y 180 Grados no nos sorprendió, la sorpresa ya había sido que Netflix lo adquiriera para su plataforma, en el momento de su retirada a las pocas horas del estreno, no duró ni un día en la plataforma, la sensación fue de normalidad, de que algo habíamos hecho bien. Los motivos que alegaron para su retirada en toda Europa fueron políticos y no dieron más explicaciones, pero al ver el documental o leer esta entrevistan se vuelven evidentes. Actualmente estamos trabajando junto a Yayo Herrero en un proyecto de serie documental sobre uno de sus libros más didácticos y creo más necesarios en estos tiempos locos llamado “Los Cinco Elementos” una cartilla de alfabetización ecológica que confiamos sacar adelante muy pronto.
El documental acaba con un mensaje de esperanza, sobretodo en la juventud, que es la que está llamada a liderar un cambio de modelo, pero ante la visión de un colapso que algunos apuntan que ya está a la vuelta de la esquina ¿no es un poco tarde para albergar un horizonte esperanzador?
Sí, creo que vamos muy tarde y como dice Adolfo Rodriguez “Fito” en 180 Grados, no tenemos garantía de éxito, aunque eso no debería ser una excusa, la movilización ya está en marcha y aquí llegará antes o después, es muy probable que la lideren los más jóvenes, pero no estarán solos, la situación es tan crítica que no habrá ley mordaza que la frene, lo que reivindique esa movilización es lo que nos debe preocupar.
Se el primero en comentar