Más del 70% de los periodistas asesinados en el mundo en 2024 fueron víctimas de las fuerzas israelíes.
Por Redacción NR | 4/05/2025
Desde el 7 de octubre de 2023, la Franja de Gaza ha sido escenario de una de las masacres más devastadoras de la historia reciente, perpetrada por las fuerzas de ocupación israelíes. En este contexto, un ataque sistemático y deliberado contra los periodistas palestinos ha dejado un saldo de al menos 211 profesionales de los medios asesinados, según datos de la Oficina de Medios del Gobierno en Gaza.
Estas muertes no son un daño colateral, sino parte de una estrategia clara para silenciar las voces que documentan la verdad sobre el genocidio contra el pueblo palestino.
El periodismo en Gaza se ha convertido en una profesión de alto riesgo, donde los reporteros no solo enfrentan las bombas y los misiles, sino también la persecución directa de un régimen que busca controlar el relato.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), más del 70% de los periodistas asesinados en el mundo en 2024 fueron víctimas de las fuerzas israelíes, un hecho que convierte a Gaza en el lugar más letal para la prensa en la historia moderna.
Entre los casos más recientes, el bombardeo del 26 de diciembre de 2024 frente al hospital Al-Awda, en el campo de refugiados de Nuseirat, se cobró la vida de cinco periodistas de Al-Quds News: Faisal Abu al Qumsan, Ibrahim al Sheij Ali, Muhammad al Ladah, Fadi Hassouni y Ayman Al-Hadi. Este último se encontraba en el hospital acompañando a su esposa, quien estaba dando a luz, cuando decidió unirse a sus colegas en la cobertura periodística. El vehículo donde trabajaban, claramente identificado con la palabra «prensa», fue destruido por un ataque aéreo israelí. Este incidente no solo refleja la brutalidad de los ataques, sino también la intención de eliminar a quienes documentan los crímenes de guerra.
Otro caso emblemático es el del periodista de Al Jazeera, Hossam Shabat, asesinado el 24 de marzo de 2025, cuando su vehículo fue alcanzado por un proyectil israelí en el norte de Gaza. Shabat, conocido por sus crónicas sobre el sufrimiento de los gazatíes, había sido señalado por Israel como supuesto «terrorista», una acusación recurrente que el gobierno de Netanyahu utiliza para justificar sus ataques contra la prensa, sin presentar pruebas fehacientes. Al Jazeera denunció estas acusaciones como «pruebas fabricadas» y parte de una campaña de hostilidad contra el canal.
Una estrategia deliberada
Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF) han calificado lo que ocurre en Gaza como una «masacre sin precedentes» contra los periodistas. RSF ha presentado cuatro denuncias ante la Corte Penal Internacional (CPI) desde octubre de 2023, acusando al ejército israelí de cometer crímenes de guerra contra la prensa. Según la organización, al menos 35 de los periodistas asesinados murieron mientras ejercían su labor, lo que constituye una violación flagrante del derecho internacional humanitario, que protege a los informadores en conflictos armados como civiles.
La Oficina de Medios del Gobierno en Gaza ha denunciado que los asesinatos forman parte de una «política sistemática» para suprimir la verdad. Los periodistas no solo son atacados en el terreno, sino también en sus hogares, junto a sus familias. Ejemplo de ello es el caso de Wael Dahdouh, jefe de la oficina de Al Jazeera en Gaza, quien perdió a su esposa, tres hijos y un nieto en un bombardeo en octubre de 2023. A pesar de la tragedia, Dahdouh continuó su trabajo, convirtiéndose en un símbolo de resistencia periodística.
El Foro de Medios Palestinos y el Sindicato de Periodistas Palestinos han condenado enérgicamente el silencio de la comunidad internacional ante estos crímenes. Han exigido a organismos como la Federación Internacional de Periodistas y la Unión de Periodistas Árabes que tomen medidas para frenar la impunidad de Israel. Sin embargo, la falta de acciones concretas ha permitido que los ataques continúen sin cesar.
Los asesinatos de periodistas no pueden entenderse de forma aislada, sino como parte de una ofensiva más amplia que ha dejado un saldo devastador: más de 45.000 palestinos asesinados, en su mayoría mujeres y niños, y cerca de 2 millones de desplazados en un enclave donde la escasez de alimentos, agua y medicamentos ha generado una crisis humanitaria sin precedentes.
Israel ha impuesto un bloqueo informativo que prohíbe la entrada de prensa internacional a Gaza, dejando la cobertura en manos de periodistas locales que arriesgan sus vidas diariamente. Estos profesionales trabajan bajo condiciones extremas, sin acceso a refugios seguros, alimentos o agua potable, y con el constante temor de ser bombardeados.
A pesar de ello, su labor ha sido crucial para visibilizar las atrocidades cometidas, desde bombardeos a hospitales hasta el uso de armas prohibidas como el fósforo blanco.
La comunidad internacional, incluyendo organismos de derechos humanos y asociaciones de prensa, enfrenta el desafío de romper el silencio cómplice que rodea estos crímenes. Los 211 periodistas asesinados en Gaza no solo eran profesionales de los medios, sino testigos de la resistencia de un pueblo que lucha por su supervivencia. Cada muerte es un intento de borrar la verdad, pero también un recordatorio de la valentía de quienes, aun a costa de sus vidas, se niegan a ser silenciados.
Mientras el mundo siga ignorando estas atrocidades, el régimen israelí continuará su campaña para silenciar la verdad, pero la resistencia periodística en Palestina demuestra que, incluso en las peores circunstancias, la verdad encuentra una manera de salir a la luz.
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