Isidro Díaz Gener, «Fandanguillo»

Se incorpora a las Milicias Antifascistas de Barcelona y más tarde en la columna «Lluís Companys» del Ejército Popular de la República. Combate en casi todos los frentes de Aragón

Por María Torres

Isidro Díaz Gener, «Fandanguillo», nació el 8 de enero de 1914 en Sagua la Grande, Cuba, en el seno de una humilde familia a la que la necesidad obliga a trasladarse a La Habana en busca de una vida mejor. Isidro tiene 14 años y abandona los estudios para ponerse a trabajar y aportar unos pesos a la maltrecha economía familiar. Limpia zapatos, vende periódicos y se hace boxeador.

Debuta en La Habana en mayo de 1931 bajo el seudónimo de «Isidro Delgado», al que más tarde apodan «El Mulo». Combate en los cuadriláteros de Argentina, Portugal, Francia y España, país al que llega en 1935. En Barcelona se enamora de una española, se casa y allí se queda, ganándose la vida sobre el ring.

Cuando se produce el golpe de estado en julio de 1936, Isidro Díaz Gener acude en defensa de la República Española. Recauda fondos para el frente por la geografía española que no controlan los golpistas. Realiza exhibiciones de boxeo, actúa como torero y bailaor de fandangos. De ahí el cariñoso apodo de «Fandanguillo».

Se incorpora a las Milicias Antifascistas de Barcelona y más tarde en la columna «Lluís Companys» del Ejército Popular de la República. Combate en casi todos los frentes de Aragón: Alcañiz, Montalbán, Martín del Río, Belchite y Teruel, como teniente de una sección de ametralladoras. Decía: “cambié los combates del ring de boxeo por los del campo de batalla. Indudablemente, estos eran más espectaculares».

Perdió a su mujer en un bombardeo fascista en Barcelona.

Tomó parte en la batalla del Ebro, donde resultó herido en una pierna: “Me salvaron la vida, aunque como resultado de la lesión en la pierna, mi carrera deportiva terminó”.

Cuando se vio obligado a retirarse de la contienda por su condición de brigadista internacional, cruzó la frontera francesa y acabó internado en los campos de concentración de Argelès sur Mer y Gurs. Gracias a las gestiones de los gobiernos cubano y francés, él y muchos de sus compañeros pudieron regresar a Cuba en mayo de 1939.

El regreso no fue fácil. Consigue trabajo en el Departamento de Giro Postal de la Intendencia General de la República, pero tras el golpe de 10 de mayo de 1952 renuncia a su empleo. Nunca pudo volver a boxear, y más tarde se ganó la vida como entrenador y masajista.

Miembro de las Milicias Nacionales Revolucionarias, participa en las operaciones de Playa Girón. “Ahora sí que no pasarán, me dije. Y no pasaron”.

Cuando se jubiló regresó a Sagua a Grande y allí falleció.

Más de mil voluntarios cubanos lucharon en España para cerrarle el paso al fascismo.

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