Isabel Díaz Ayuso

Por Daniel Seixo

Me hace sentirme muy orgullosa de mi ciudad no defiendo los atascos pero que un atasco a las 3 de la mañana un sábado en Madrid me parece una enseña de Madrid y creo que cualquier persona que vive en Madrid sabe a lo que me refiero no creo que sea como digo motivo de disfrute pero es una seña identidad de nuestra ciudad y es que la calle está viva siempre y además para las mujeres es para mí por lo menos que he sido una persona que he salido y disfrutado de mi ciudad con absoluta pasión yo salir de cenar, salir a tomar una copa y volver a casa y ver esa vida en Madrid me hace sentirme muy orgullosa de mi ciudad y creo que los atascos hay que erradicarlos evidentemente pero no se hacen prohibiéndole a los vecinos ya los comerciantes una movilidad que además está se está gestionando de una manera muy chapucera (…) Era parte de la vida de Madrid. Si sigue Podemos en el Ayuntamiento de Madrid no va a haber atascos, mas que, eso sí, por el día porque esos están por todas partes. No creo que sea motivo de disfrute pero es una seña de identidad de nuestra ciudad, de que la calle siempre está viva«

Isabel Díaz Ayuso

Escribía mis tuits y jamás metió la pata. Me parece fantástica. Habla claro, sin complejos, y eso le gusta a la gente”.

Aguirre sobre Isabel Díaz Ayuso

El coche oficial arranca y por un momento quisiera estar de nuevo camino al distrito de Chamberí para tomarse un aperitivo tranquila, sin prisas. Tan solo con un día libre por delante. Por un momento vuelve incluso a echar de menos los atascos, pese a la polémica por aquellas declaraciones sacadas de contexto en las que los señalaba como una «seña de identidad» de la ciudad de Madrid, pese a las preguntas incómodas tras esas declaraciones, pese a las risas en los pasillos en el trabajo, pese a las burlas en redes sociales o la clara sensación de estar avanzando políticamente totalmente desconectada ya de la realidad de un pueblo que parece estar ya demasiado lejano, no ser el suyo. En realidad cualquier cosa sería mucho mejor que encaminarse a esta reunión. Incluso un maldito atasco, aunque pueda resultar difícil de comprender para aquellos cuyo tiempo es oro.

Hace no tanto tiempo las cosas parecían remontar desde los infiernos de lo peor de la pandemia, su metedura de pata con la suite de Kike Sarasola había quedado atrás como lo habían hecho antes Avalmadrid, la Púnica, Madrid Network, Aguirre o Cifuentes. De forma discreta, poco a poco había conseguido llegar aquí y nada va a poder hacer que renuncie a este momento. No es Aguirre, ni Rajoy o todos esos nombres imputados uno a uno que en su partido han ido desapareciendo por el peso de la justicia o la opinión pública. Ella no puede permitirse eso. Sabe lo que son las deudas, los pisos de cincuenta metros cuadrados, los problemas familiares, en cierto modo también las «necesidades». No es tonta, ni puede permitirse perder esta oportunidad. Tiene un maldito doctorado en comunicación y un currículum cambiante que la ha llevado a sus 41 años a dirigir la Comunidad de Madrid en medio de un remolino politico rojo y morado, incluso en contra su propio presidente, en contra las ansias de cambio en su ciudad, pese a sus propios socios de gobierno. Pese a todo ello, ahora tiene poder y no va a dejar que eso cambie por mucho que duela mantenerlo.

Todos saben que ya ha pasado este virus y desde luego no piensa dejar que ahora arruine su carrera instalado en otros cuerpos, ni aunque sean miles de madrileños los que lo hagan más fuerte. Es consciente de la profunda metedura de pata que ha sido utilizarlo políticamente contra Sánchez, la desescalada sumamente veloz que la ha metido en este lío o el no haber contratado suficientes rastreadores, médicos o ni tan siquiera haber pedido ayuda cuando era obvio que iba a resultar necesario. Pero no pueden culparla a ella, no lo pueden hacer. Vamos, llevan meses, incluso años joder, llevan años sin hacer política real en el país o en la Comunidad y ahora le piden que se ocupe de toda esta locura y que además salga a dar la cara en cada rueda de prensa. Eso no iba a salir bien, todos sabían que no iba a salir bien. En su partido la miran con sorna, casi como alegrándose. Esto no es justo, sabe que esperarán a que baje de este coche y se reúna con el presidente del gobierno de España para presentarla como la inepta que no puedo aprovechar la oportunidad para demostrar que las cosas se podían hacer de forma distinta en el Madrid del Partido Popular. Hay demasiados frentes abiertos y no parece probable que hoy vaya a encontrar ninguna mano realmente amiga tras decir lo que tenga que decir.

Sabe perfectamente lo que sucederá, conoce a Sánchez. Buenas palabras, sonrisas, un cable en un momento complicado para Madrid y la sensación de que todos los focos apuntan al presidente del gobierno para a continuación dirigirse al fracaso de la gestión de Madrid. En el Sur su nombre es algo así como una amenaza, barrios enteros confinados únicamente abiertos para el consumo o para producir, no importa lo que opinen, no podía hacer otra cosa, ¿qué esperaban que hiciese? ¿Lo que Carmena? ¿Gobernar mirando también al rival político y a sus bases? Vamos, eso lo haces cuando el rival es el que tiene la pasta y el poder y aun así mira el resultado. Íñigo y Manuela son el pasado, un pasado que por suerte ha facilitado las cosas lo suficiente para respirar en medio de este desastre. No quiere ni imaginarse por un segundo lo que hubiese podido ser todo esto con una oposición digna en frente. Casas de apuestas, bares, puestos de trabajo, escuelas y el metro abarrotado cada mañana, eso es lo que ha vendido hoy como espacios seguros para todos los madrileños. Casi sin pestañear, evitando cualquier mueca que mostrase lo ridículo de tal afirmación. Y en frente, la réplica no ha sido mucho mejor. Ya nadie sabe hacer política en serio en Madrid, quizás tampoco en el estado.

Ha llegado a su destino. La puerta del coche se abrirá, subirá las escaleras, un poco de conversación falsamente acalorada siguiendo el protocolo ya pautado, algo de indignación en las declaraciones posteriores para los platós de televisión y quizás nada cambie mucho. Los obreros madrileños seguirán igual de fastidiados, los distritos más ricos seguirán en su vida paralela y el dinero seguirá moviéndose en la ciudad. Ya no existe la posibilidad de una rebelión desde que la indignación está en el gobierno y si llegase a existir, ese mismo gobierno ha reforzado las fuerzas policiales. También Almeida ha rearmado recientemente a sus policías, ministro y alcalde saben a lo que están jugando todos, aunque a ella le toque está vez perder. Sánchez se lavará las manos, Madrid se lavará la cara y en realidad todo seguirá su curso sin desviarse lo más mínimo del plan original. Así es el negocio y así debe de ser, quizás tengamos que ceder en algo para contentar al pueblo, pero nada que no estuviese ya pensado de antemano. Todos están metidos en esto, ella está metida en esto. Hoy le toca perder, como muchas otras veces antes, pero son los madrileños humildes los que más comúnmente tienen que jugar ese papel. No hay dinero para parar este virus, ni tiempo, ni ideas, ni tampoco quizás motivación para hacerlo si eso hace que la crisis económica naciente se acentúe. El dinero no brota con antidisturbios. El resto simplemente forma parte del sainete político programado para este 2020, ese en el que los apellidos Díaz Ayuso hoy juegan indistintamente el papel de inepta, bufona, villana y chivo expiatorio para la ciudadanía madrileña. Ahora elija usted bando y participe sosegadamente del espectáculo, ocupe su sillón e intente no moverse demasiado para no cambiar nada.

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