Ir al baño twitteando: ¿padeces nomofobia?

Por Juana Lo Duca

Los días empiezan con la alarma del teléfono sonando: revisás tus notificaciones de redes sociales, los mensajes de Whatsapp recibidos mientras dormías, las últimas novedades de las personas que seguís. En camino a tus obligaciones, das otro vistazo al inicio de Facebook, Twitter e Instagram, solo para matar el tiempo hasta que llegas al trabajo, escuela o universidad. Pasamos largas horas empleando nuestra vista en una pantalla de entre 2,8 y 7 pulgadas. En promedio, al finalizar el día habrás revisado tu celular al menos 34 veces. Si crees que esa frecuencia es poca, o que es imposible pasar un día sin tener el teléfono encima, quizás estés padeciendo de nomofobia: miedo excesivo a estar desconectado, por un rato, del celular.

Tener celular se volvió indispensable. Desde los contactos, pasando por agenda y recordatorios, sin menospreciar las aplicaciones ligadas a tarjetas de crédito o débito… Nuestra cotidianeidad se encuentra concentrada en aparatos que entran en nuestro bolsillo.

Ni hablar de la cuestión identitaria: los más jóvenes tunean sus teléfonos según sus intereses. El fanatismo por una banda o serie se expresa en el fondo de pantalla y la carcasa del celular con diseño.  Definimos cómo queremos mostrarnos al mundo en nuestra foto de perfil de Whatsapp y demás redes sociales. Sin dudas, la telefonía móvil nos atravesó con una velocidad y profundidad como pocas veces se ha visto en la historia.

Algunos justifican el estar comunicados todo el tiempo en una forma de protección ante cualquier eventualidad que pudiese surgir: tener la posibilidad de llamar a las emergencias, a un amigo o a los bomberos. Otros consiguen lidiar con las distancias que se interponen entre el trabajo (u otras responsabilidades) y los demás espacios de socialización chateando por redes.

La compra de un celular último modelo, la actualización constante del estado en Facebook, publicar las más recientes fotos en Instagram, aparecen hoy como una necesidad imperiosa que debe ser satisfecha para… ¿Para qué?

Sin embargo la mediación que realizan los nuevos medios de comunicación tan expandidos, también trae sus consecuencias: comienza a crearse un distanciamiento físico que crea relaciones humanas diferentes, donde el valor humano recae en lo que poseemos y en la imagen de nosotros mismos que mostramos al mundo. De la mano de la cultura del consumo, también nos encontramos con la creación de vínculos cada vez más efímeros o difíciles de sostener.

Es bastante habitual hablarle a alguien y que esté enviando mensajes con su celular. Si alguna vez te pasó, padeciste (o le hiciste a alguien) phubbing, o -en español- ningufoneo: menospreciar a quien nos acompaña por prestar más atención al móvil. Este término, originado en las palabras inglesas phone -teléfono- y snubbing -ignorar-, surgió en 2007 con el boom de los teléfonos inteligentes.

La compra de un celular último modelo, la actualización constante del estado en Facebook, publicar las más recientes fotos en Instagram, aparecen hoy como una necesidad imperiosa que debe ser satisfecha para… ¿Para qué? Bueno, según muchos sociólogos, en la actualidad creamos identidad en base al consumo: nos definimos, le decimos al mundo quiénes somos, qué lugar estamos ocupando y a dónde queremos llegar.

Bajo esta línea de pensamiento, pareciera entenderse el porqué crece en las generaciones venideras la adicción en torno al uso de los celulares. De hecho, los ataques de ansiedad que sufren algunas personas frente a la separación de su teléfono han sido definidos como una fobia: “no-mobile-phone phobia” (nomofobia). Es que, en algunas personas, alejarse del aparato móvil por un rato o ver que el teléfono se está quedando sin batería puede despertar ataques de pánico.

Según el sitio psicologiaymente.net, el primer estudio por esta problemática fue realizado en 2011 y llevado a cabo por expertos ingleses. Dicha investigación “contó con 2163 sujetos, y los datos revelaron que el 53 % de los usuarios de teléfonos móviles en el Reino Unido sienten ansiedad cuando se agota la batería de su teléfono móvil, lo pierden o se quedan sin cobertura. El estudio también reveló que el 58 % de los hombres y el 48 % de las mujeres sufren este trastorno.”

El mismo también concluyó que los niveles de estrés que presentaban las personas con Nomofobia eran equiparables al que puede tener una persona el día antes de su boda. Además, el 55 % de los participantes manifestó “sentirse aislado” cuando no disponían del celular.

En cifras, en Argentina, el 11 % de los habitantes mira el celular más de 200 veces al día. Un 28 % mira el teléfono apenas se levanta por la mañana y el 22 % lo chequea justo antes de dormir.

En España, en cambio, las estadísticas varían: según un estudio de 2015, un 40 % de los chicos de entre 18-24 años asegura que cuando más utiliza el teléfono móvil es en su tiempo libre, y dentro de él, un 60 % lo hace en momentos que comparte con su círculo de amistades, con una frecuencia calificada entre “siempre” y “con mucha frecuencia”.

Al mismo tiempo, un 40 % de las mujeres del mismo rango etario afirman que también utilizan su teléfono en su tiempo libre, siendo un 55 % de ellas las que lo utilizan mientras están compartiendo ratos con sus amistades.

Según el sitio psicologiaymente.net los niveles de estrés que presentaban las personas con Nomofobia eran equiparables al que puede tener una persona el día antes de su boda.

Atravesamos un momento histórico caracterizado por la invasión del consumo en cada espacio de nuestra vida. No nos inquieta convivir con las personas siendo clasificadas constantemente de acuerdo a su nivel adquisitivo, con todos los prejuicios y estereotipos que conlleva esto, ni tampoco nos sorprende el insistente bombardeo de información que los comerciales y publicidades nos disparan. En televisión, Internet, radio y hasta en la calle, el ataque masivo de la sobreinformación (que termina cayendo, a su vez, en desinformación) condicionan un entorno poco favorable para poder superar este tipo de adicción.

¿Desde dónde estás leyendo esta nota? ¿Desde un celular? ¿Cuántas veces al día lo usaste ya?

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