Internacional
La Columna de Gavazan
Un lavabo de plástico, una hamaca… Todo ofrece una imagen de fragilidad y uno se pregunta cómo se las arreglará en invierno, cuando el termómetro marque diez grados bajo cero, o cuando la lluvia caiga con fuerza. Y de nuevo se repite la lección: aquellos que poco tienen no dudan en repartirlo entre los demás. Aquel hombre discreto y humilde, con aire de místico y anacoreta, nos llena los bolsillos de fruta.
Armenia grita, Europa calla
A mí me gustaría hablar del sufrimiento de la población de Nagorno-Karabaj, de los muertos, heridos o desplazados, como la joven Lala, que huyó de Stepanakert a Ereván, y que nos da noticias de sus azarosos días, mientras sus amigos combaten en el frente y sus abuelos permanecen escondidos en los sótanos, bajo el incesante fuego de la artillería y de los drones azerís, que ni tan siquiera respeta las treguas humanitarias en Moscú.
Sentir el hogar en medio de una guerra
Hovik e Isabel tuvieron que escapar de las bombas en Siria para proteger a sus hijos en 2012. Decidieron rehacer su vida en el Alto Karabaj dedicándose a la agricultura y a un pequeño café en la capital Stepanakert. La guerra los ha alcanzado de nuevo, pero esta vez han decidido quedarse y ayudar en lo que pueden en una lucha que sienten como suya. Se han convertido en un refugio para locales y en una segunda familia para los corresponsales que cubren el conflicto.