Uno de los misterios en torno al Estado Islámico es su enorme capacidad de armamento, acceso a los explosivos, artillería y, sobre todo movilidad. Sin capacidad aérea, los combatientes del IS (por sus siglas en inglés), se desplazan con bastante comodidad desde el centro de Irak en el norte de Siria. Uno de los elementos claves de esta movilidad son los misteriosos vehículos Toyota de que disponen.
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Cuando los EE.UU. abandonaron Irak, en 2011, dejando 20.000 muertos y heridos, lo hicieron de la manera más torpe posible.
Más que explicaciones conspiranoicas, lo que habitualmente explica el desbarajuste iraquí es la incompetencia como se comprueba en los trabajos, por ejemplo, de Patrick Cockburn. EEUU desplegó decenas de miles de Toyota modificados para uso militar. Muchos de ellos se fabricaron por un acuerdo entre General Motors y la automovilística japonesa en Texas y Mississippi. Cuando los EE.UU. abandonaron Irak, en 2011, dejando 20.000 muertos y heridos, lo hicieron de la manera más torpe posible. Por ejemplo el Estado Islámico encontró un verdadero arsenal abandonado en Mosul cuando la conquistó en 2014. Y parte de los Toyota surgieron de aquella conquista. Según el propio ministro de defensa francés, el bretón Jean-Yves Le Drian, en un solo día capturó 3.000 vehículos blindados, medio centenar de blindados y 60.000 armas ligeras.
Una última la fuente, la más obvia, ha provisto el IS de vehículos Toyota y, sobre todo, de armas. Cuando el régimen de Saddam Hussein colapsó surgieron decenas de facciones insurgentes de poco peso. Al principio eran baasistas, leales al régimen. Nuevamente los EE.UU. armaron profusamente el ejército iraquí para hacerles frente. El objetivo de Washington era seguir el patrón afgano y provocar una guerra civil en lugar de una guerra de ocupación. El problema vino en encontrar militares iraquíes no adictos al régimen después de décadas de supresión de toda disidencia. Por lo tanto, de hecho, se armó a los propios oficiales de Hussein. A medida que el regreso del dictador se hacía más utópico y el gobierno iraquí quedaba en manos de los chiíes, muchos de estos oficiales evolucionaron. A raíz de los hechos de Fallujah, muchos de ellos vieron en el IS la alternativa de la resistencia suní. Y se pasaron al Estado Islámico con armas y bagajes. Dentro de estos bagagtes había cientos de Toyota recientemente entregados por EEUU.
Y a pesar de todo esto no se explica que más de la mitad de los vehículos sea nuevos. Las informaciones que encuentran su origen en las fábricas de Toyota en Turquía no son convicentes pues no se fabrican los modelos usados por los islamistas. Tampoco las teorías de que miembros de la IS alquilan estos vehículos masivamente en Turquía, les arrancan los GPS y cruzan la frontera. Habría una inmensa red para hacerlo además de pasos fronterizos francos con Turquía y, sólo Jarablus permitiría este paso.
Hoy, pues, estos vehículos constituyen una caballería musulmana que emula la que el siglo VIII conquistó parte del mundo conocido. Los «caballos», sin embargo, los ha fabricado Japón. Y los ha regalado, con incompetencia repetida, la administración norteamericana.
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