Por Roberto Santos
El 2016 pasará a la historia por cosas como la victoria de Donald Trump o el Brexit y puede que algún día también por los escandalosos datos de la ya de por sí encarnizada guerra de Siria, que el pasado año ha vivido su año más cruel, si cabe, para los niños, los más vulnerables ante los efectos de un conflicto que ya está durando demasiado. Comenzó en marzo de 2011 y ya ha dejado más de 400.000 muertos.
Un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) publicado este lunes bajo el título ‘Tocando fondo’, ha puesto de manifiesto la dura realidad que padecieron y padecen los menores por el conflicto. La organización ha denunciado que las graves violaciones contra los derechos humanos de menores de edad en Siria alcanzaron su «mayor nivel» en 2016.
«Asesinatos, mutilaciones y el reclutamiento de niños crecieron fuertemente el pasado año», afirmó Unicef en un comunicado en el que destacó los siguientes datos:
- Al menos 652 niños murieron, lo que implica un aumento del 20% respecto al 2015, lo que le convierte en el año más mortífero para los niños desde que comenzaron a verificar las muertes en 2014;
- 255 niños murieron en una escuela o cerca de ella;
- Más de 850 menores fueron obligados a sumarse al frente de batalla, más del doble que en 2015. «Los niños son usados y reclutados para luchar directamente en el frente y están participando cada vez más en diferentes puestos, a veces tan extremos como verdugos, kamikazes o guardianes de prisión», especificó Unicef.
- Hubo al menos 338 ataques contra hospitales y centros médicos.
«El grado de sufrimiento no tiene precedentes. Cada día, millones de niños son atacados en Siria, sus vidas están completamente al revés» dijo Geert Cappelaere, director de Unicef para Oriente Medio y el norte de África, en un comunicado.
«Todos y cada uno de los niños están marcados de por vida, con consecuencias terribles para su salud, su bienestar y su futuro», agregó.
La organización humanitaria aclaró que estos datos pueden ser incluso peores dada la dificultad que encuentran para acceder a determinadas partes en conflicto del país. Asimismo, «más allá de las bombas, las balas y las explosiones, los niños están muriendo en silencio en muchas ocasiones debido a enfermedades que, en otras condiciones, podrían prevenirse fácilmente».
Y es que el acceso a los servicios sanitarios ha empeorado considerablemente lo que implica que servicios básicos o medios para salvar vidas son difíciles de encontrar. UNICEF ha señalado que los niños mueren en silencio, a menudo debido a enfermedades que se podrían haber prevenido fácilmente en otras circunstancias.
La guerra siria, de la que esta semana se cumplen seis años, deja por ahora seis millones de niños con la única ayuda que la que otorgan las organizaciones humanitarias. Del mismo modo, millones de niños se han visto obligados a desplazarse: 2.3 millones viven ahora como refugiados en Turquía, Líbano, Jordania, Egipto e Irak.
Según Unicef, los asesinatos, mutilaciones y el reclutamiento de niños crecieron fuertemente el pasado año
En el país, recuerda Unicef, viven aún 2.8 millones de niños en zonas de difícil acceso, 280.000 en un lugar bajo asedio, casi sin poder acceder a la ayuda humanitaria. Los mecanismos de ayuda se están debilitando, lo que está obligando a las familias a tomar medidas extremas para poder sobrevivir, lo que en la práctica supone, en muchas ocasiones, forzar a los menores a trabajar o contraer matrimonio.
Pese a todo, los niños siguen mostrando una gran capacidad para adaptarse hasta a las situaciones más precarias. «Seguimos viendo una gran valentía por parte de los niños sirios. Muchos han cruzado la línea de combate para poder presentarse a exámenes. Ellos insisten en seguir aprendiendo, incluso en escuelas subterráneas. Podemos hacer más y debemos hacer más para cambiar la situación de los niños sirios», ha aseverado Cappelaere.
La realidad en Siria es dura y desde que comenzó la guerra, los datos no han dejado de empeorar. Más de cuatro millones de niños sirios no conocen una vida sin guerra, sus vidas han sido moldeadas por la violencia, el miedo y el desplazamiento.
«Mis colegas que han estado en áreas afectadas por combates, sitiadas, dicen que hay niños que han dejado de hablar”, cuenta Sushan Mebrathu, portavoz de Unicef en Siria. “Otros escuchan una fuerte explosión y mojan la cama. Algunos niños no pueden hablar en absoluto”.
La ciudad de Alepo se ha convertido en el reflejo del horror la que en su momento fue una de las ciudades más importantes del país, su capital económica, fue invadida por los rebeldes en junio de 2012, momento en el que se convirtió en el principal frente de la guerra civil.
A día de hoy es una de las ciudades más devastada por la guerra, solo por detrás de Homs y la muestra clara de por qué la población siria ha decidido echarse al mar y arriesgarlo todo por salir de ahí en embarcaciones precarias arriesgando sus vidas.
Un reportaje gráfico del periodista y fotógrafo español, Javier Bauluz, que ha dado la vuelta al mundo, mostraba como durante meses siguió el camino de familias enteras de refugiados hacia Europa, mostrando lo que enfrentan quienes optan por salir en busca de una nueva vida para sus hijos: desde la crueldad del mar hasta la xenofobia, muriendo miles en el intento.
Ese fue el caso de la familia de Aylan Kurdi el niño de tres años que apareció ahogado en una playa turca cuando su familia intentaba llegar a una isla griega. Su padre, Abdullah Kurdi, no pudo salvar a su esposa y dos hijos cuando el bote en el que viajaban volcó en pleno mar.
El panorama no es mejor para quienes se quedan en Siria. Las cifras de muertos por la guerra varían, pero según la ONU han sido al menos 400,000 los que han perdido la vida por este conflicto. De esa cifra, al menos 15,000 fueron menores de edad.
El drama de los niños en este país es retratado a diario y en ocasiones logra atravesar las fronteras. Las fotos de Omran Daqneesh, un pequeño de cinco años rescatado de entre los escombros de un edificio bombardeado, lo mostró con su mirada perdida, el cuerpo ensangrentado y lleno de polvo. Su fotografía puso a Occidente frente al horror de la guerra.
Más de 850 menores fueron obligados a sumarse al frente de batalla, más del doble que en 2015
Pese a esto Europa sigue mirando hacia otro lado, dejando que millones de refugiados vivan en campos hacinados, desde que en febrero del año pasado, Austria movió ficha e insto a los países de la llamada ruta de los Balcones, Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia, a cerrar sus fronteras, cosa que hicieron la primera semana de marzo, dejando a miles de personas atrapados en lo que era un lugar de paso, la última parada en Grecia antes de seguir hacia Macedonia.
Pese al cierre de fronteras, al menos 80.000 personas han entrado por está vía a territorio europeo. El 40% de ellos son niños, la mitad no acompañados. Niños que ya han visto de todo, niños que en muchos casos tienen a su padre o su madre, en algunos casos a ambos en Alemania, porque muchas familias enviaban primero a uno de sus miembros para que fuese abriendo camino en Europa y luego poder viajar el resto y comenzar una nueva vida. Una vida sin bombas.
Pero la triste realidad es que hoy hay miles de familias separadas por ese vergonzoso cierre de fronteras y como consecuencia de ello, la pesadilla no llega a su fin para todas estas personas que hoy se encuentran hacinadas en campos de refugiados, ante la indiferencia de Europa y el horror de la guerra en su país.
Actualmente, unos 63.000 se encuentran atrapados en Grecia, repartidos en campos de refugiados y centros de detención en muy malas condiciones, mientras que otros 8.000 se encuentran bloqueados en Serbia, país no miembro de la UE, según ACNUR.
Las condiciones en los campos de refugiados son vergonzosas y lamentables, pero lo es aún más ver como Europa mira hacia otro lado como si está realidad no existiese y como la extrema derecha gana terreno, a la vez que siembra odio contra todas estas personas que huyeron del horror de la guerra buscando un mundo mejor.
La realidad para los sirios es hoy demasiado dura, tanto para los que aún se encuentran en Siria, como para los que arriesgaron todo por huir de allí. Quizás a muchos no les guste que se cuente está historia, quizás a los gobiernos como el de España hoy esto les dé igual, pero la realidad es que la historia algún día les retratara a todos ellos como lo que realmente son.
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