Por Carmen Romero
Arrimadas es feminista, claro, feminista liberal. Feminista de las que anteponen a la emancipación de la mujer la acumulación de capital. Porque ’’por radicales que sean las feministas liberales, siguen siendo fieles a su propia clase’’ (Aleksandra Kollontái).
Una liberal puede ser muchas cosas, pero no feminista. En el siglo XIX podían ser sufragistas, pero no feministas. En nuestro siglo (en Occidente) ya no les hace falta ni ser sufragistas, imaginad si es imposible la idea de catalogarlas como feministas.
Sería tan surrealista como decir que Margaret Thatcher fue feminista por el simple hecho de haber sido primera ministra del Reino Unido y romper así con los esquemas de la masculinización en política. Ese es el objetivo final de las liberales que se catalogan como feministas, alzar al poder a mujeres como Thatcher (de la escuela de Milton Friedman y Friedrich Hayek). Mujeres que edifiquen los cimientos de la hegemonía económica neoliberal en la que las trabajadoras lo pagarán caro.
Arrimadas es tan feminista que le da igual que haya niñas en la India, China y media Asia cosiendo a un euro por día de trabajo. Cosiendo camisetas con la cara de grandes mujeres de la historia del feminismo. Cosiendo la cara de Frida Kahlo pero quitándole el entrecejo. Por un euro sí, por un euro. Y a veces por menos.
Arrimadas es tan feminista que le da igual que una madre de familia esté 18 horas trabajando porque, si no era suficiente con la jornada laboral, al llegar a casa le esperan las labores del hogar.
Arrimadas es tan feminista que le da igual que en tiempos de crisis crezca de manera exponencial el número de prostitutas y prefiere regularizarlas.
Arrimadas es tan feminista que le da igual que una mujer sin recursos VENDA su vientre para dar a luz y vender el bebé a la primera pija burguesa que se le antoje comprar. Porque adoptar es de pobres y por ello también pretende regularizarlo.
Arrimadas en tan feminista que su ideario comparte la idea cultural de crear adolescentes que se vean reflejadas en las modelos famélicas que producen beneficio. En el modelo cultural en el que casi no existe la sororidad y crecen niñas que compiten entre ellas. Esa misma herramienta que se utiliza con el precariado para la no organización, que después de todo, es lo que hace fuerte nuestro movimiento.
Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Nadezhda Krúpskaya, Inessa Armand , Alexandra Kollontái, no lucharon para que una liberal venga a decirnos como tenemos que llevar a cabo nuestra lucha.
Arrimadas es tan feminista que su feminismo busca la igualdad en el marco de la sociedad (desigual) de clase existente, no se cuestiona la base de esta. No pretende cambiar hacia un mundo organizado mediante nuevas líneas sociales y productivas. Esto quiere decir que el modelo de producción capitalista oprime. Las formas de vida del capitalismo alimentan el patriarcado, es esa ‘’alianza criminal’’ que se escucha en las manifestaciones.
El feminismo por tanto debe ser antineoliberal, anticapitalista. Todo lo demás, es mercado. Por lo anterior, cuando a las feministas nos dicen que estamos politizando el feminismo nos hace gracia. El feminismo no lo estamos politizando, el feminismo nació politizado. Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Nadezhda Krúpskaya, Inessa Armand , Alexandra Kollontái no lucharon por la emancipación de la mujer trabajadora frente a las sufragistas, para que ahora, de nuevo, una liberal venga a decirnos como tenemos que llevar a cabo nuestra lucha. Porque el feminismo es lucha de clases. Porque el feminismo no solo libera a la mujer trabajadora sino a los trabajadores del peso de la clase antagónica en su conjunto. Si las mujeres pasan a ser entes libres, para luego organizarse en el circulo de los trabajadores, pueden llevar ese salario a casa y tratar juntos el resto de labores externas a lo asalariado. La familia progresaría. La mujer sería una autoemancipadora y una emancipadora de su circulo.
Porque ellos tendrán el poder económico, pero nosotras tenemos las calles.
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