India: Ahora, Disparen contra Modi

India, desde los tiempos de la Unión Soviética, ha mantenido una excelente relación con Moscú, que no solo se tradujo en intensos apoyos políticos y acuerdos comerciales, que van más allá del petróleo, tecnología militar, reactores nucleares y armas hipersónicas.

Por Guadi Calvo | Línea Internacional

Después de que Alemania sufriera ese pequeño Stalingrado, que significó que, frente a las presiones de Estados Unidos, tuviera que abdicar a su negativa de permitir la entrega de los tanques Leopard, al gobierno ucraniano, el canciller Olaf Scholtz finalmente ha encontrado su verdadera talla, que no es la de tu antecesora Ángela Merkel, y si, se parece mucho a la de un Pedrito Sánchez, el Jefe de Gobierno español o la del polaco, Andrzej Duda.

Por lo que el alemán no dudó en aceptar el conchabo de mensajero, que lo otorgó Joe Biden, y el sábado 25 de febrero, llegó a Nueva Delhi, con la misión de presionar, amigablemente, cómo hicieron con él, al Primer Ministro Narendra Modi, ya que a un año del inicio de la contraofensiva rusa en Ucrania, se ha mantenido incólume en postura de abstencionista respecto al conflicto.

En su primera visita oficial a la Unión India, y en su cuarto encuentro con Modi, desde 2021, Scholtz, más allá de los obvios intentos de establecer líneas de negocios con el segundo país más poblado del mundo, con más de 1400 millones de habitantes, el canciller tiene la misión de conseguir vencer la resistencia de Modi, y que por fin respalde las políticas guerreristas de Washington y la OTAN, con las que intenta, hasta ahora vanamente, aislar a Rusia.

En su encuentro con Modi, Scholtz, se refirió a la crítica situación que están atravesando muchas naciones, incluso la suya, por motivos de la guerra, producto de la escasez de energía y alimentos, lo que ha desatado una escalada inflacionaria que ha desajustado la economía mundial.

Modi, que además organiza la cumbre del G20 del próximo septiembre, ha sido extremadamente cauto al respecto y más allá de las desaforadas políticas internas, que ha generado una situación de máxima tensión, con la comunidad musulmana de su país, una minoría de 220 millones de almas. Lo que es observado con particular atención, por su vecino del norte, Pakistán, la única nación islámica que, al igual que India, cuenta con armamento nuclear. El premier indio parece haber encontrado el punto justo frente al conflicto.

Cómo ya sabemos, los movimientos políticos a estos niveles nunca son ni por ideología, ni mucho menos por afinidades, amistades o simpatías, sino y únicamente por fuertes intereses económicos y estratégicos e India, no escapa de esa regla.

En su encuentro con Scholz, Modi mantuvo una perspectiva prudente del asunto, y repitió lo ya dicho, y lo que cualquiera en su posición puede decir: “India desea que se alcance el fin de la guerra a través del diálogo y la diplomacia. Estamos listos para contribuir a cualquier iniciativa de paz”.

India, desde los tiempos de la Unión Soviética, ha mantenido una excelente relación con Moscú, que no solo se tradujo en intensos apoyos políticos y acuerdos comerciales, que van más allá del petróleo, tecnología militar, reactores nucleares y armas hipersónicas.

Estrictamente el poderío de las fuerzas armadas indias está construido, esencialmente con armamento y tecnología rusa. Por lo que deshacer esa matriz, le llevaría décadas. Camino que Modi, con acuerdos como los que ha establecido con Israel en 2018 y el aliento a su propia industria armamentística, ya está intentando recorrer.

A las razones de la “fidelidad” que mantiene Delhi con Moscú, hay que sumarle las cercanías que les da su presencia en los BRICS y la compleja situación en el área Indo-Pacifico, que, a la velocidad del rayo, Estados Unidos intenta provocar un conflicto con China.

Son esas razones por lo que Delhi no se ha pronunciado, ni ha hecho críticas a Moscú, además de haberse abstenido en la resolución de Naciones Unidas, en que se exigía: “la retirada inmediata e incondicional rusa de Ucrania”.

Algunos diplomáticos y analistas, pretenden ver un distanciamiento de Nueva Delhi de Moscú y una aproximación a Estados Unidos, por la cancelación de contratos de miles de millones de dólares para la provisión de armamento que incluían aviones de combate MiG-29 y helicópteros. Aunque es claro que no tiene que ver con Ucrania, ya que dicha cancelación se produjo meses antes del inicio de la Operación Especial rusa, y es importante anotar que también suspendió la compra de un Boeing P-8I Poseidon, para la vigilancia marítima, de fabricación norteamericana.

Aunque, Modi, siguió adelante con la adquisición de sistemas de defensa antiaérea de misiles tierra-aire de largo alcance S-400, además de fragatas furtivas clase Talwar y submarinos nucleares, lo que obligará a India a mantener la asistencia rusa por mucho tiempo.

Además, empresas indias están invirtiendo en diferentes proyectos energéticos, junto a Rusia, como el proyecto hidrocarburífero, en Sakhalin, la isla más grande de Rusia, al norte de Japón. India también colabora con la investigación y el desarrollo de algunas tecnologías de defensa, en la empresa conjunta BrahMos Aerospace que, desde 1998, se dedica al diseño armamentístico, entre ellos el misil crucero supersónico de corto y medio alcance BrahMos.

Modi, sabemos quién eres

Quizás sea por lo expuesto más arriba, que levemente, la fuerza de choque más letal del atlantismo, el periodismo está empezando a revisar críticamente la figura de Narendra Modi, a quien desde el año dos mil le perdona sus arrebatos genocidas contra la comunidad musulmana.

Utilizando los cuestionamientos, absolutamente ciertos, que el documental británico, India: The Modi Question, el que investiga la responsabilidad de Modo, en el pogrom del año dos mil, en el estado de Gujarat, que gobernaba por Modi, desde unos meses antes, y en el que en cuestión de días fueron asesinados más de dos mil musulmanes. Torpemente, Modi, prohibió la exhibición en su país y se puso en la mira de la prensa internacional, ordenando el bloqueo de YouTube y publicaciones de Twitter, que comparten enlaces al documental, e incluso, la incautación de computadoras portátiles en las universidades, donde se preparaban proyecciones públicas. (Ver: India: Cómo detener el pasado).

Apuntado por esa censura, el frente atlantista también hace foco en la amistad, con el ahora, caído en desgracia, mega empresario, Gautam Adani, uno de sus principales aliados, el industrial más poderoso del país. Quien llegó a estar considerado como el tercer hombre más rico del mundo. Se apunta a que, desde la llegada al puesto de Primer Ministro en 2014, la fortuna de Adani creció de ocho mil millones de dólares a 137 mil millones y que solo en 2022, ganó 72 mil millones.

Ambos gujaratis, sellaron su amistad en los días posteriores al genocidio del dos mil, en momentos que la cabeza de Modi, estaba a punto de caer y que Adani, utilizando, su ya importante fortuna y sus contactos logró mantenerla sobre los hombros de su entonces nuevo amigo.

La India, que está construyendo Modi, junto a su partido, filo nazi Bharatiya Janata Party, BJP (Partido Popular Indio), más allá del progreso real que le otorga de hecho la fuerza arrolladora de sus 1400 millones de habitantes, nada se ha hecho respecto los millones de miserables, que se pueden observar, pululando sin destino por todas las calles y caminos de la Madre India, conformando bolsones de pobreza, casi inéditos en el mundo contemporáneo.

De esos mismos lugares se abastece Modi, utilizando, la ignorancia y la desesperación, para lanzar multitudes que, guiadas por sicarios del BJP, blandiendo los símbolos (espadas) y colores (azafrán) de la Hindutva (el ser hindú), de manera casi cotidiana producen incidentes violentos contra miembros y bienes de la comunidad islámica, exigiendo la “solución final”, sin que nadie sea castigado, mientras las víctimas sean las apuntadas por el poder, por matar o violar, a plena luz del día, no solo frente a la vista de todos, sino que esas “hazañas” son transmitidas en vivo por las redes sociales.

Frente a este tipo de acciones, Modi había encontrado el método para mantener la conciencia serena de occidente, y ahora ganar tiempo respecto a su neutralidad en Ucrania. El pasado quince de febrero, se anunció la compra por parte de India de 470 aviones Boeing estadounidenses y Airbus franceses, estos últimos propulsados por motores Rolls-Royce británicos. Por lo que se cree, que ahora la orden podría ser, disparen contra Modi, pero no tanto.


Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

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