Por Javier DG @olduvay22
Un ‘rayo que no cesa’
cae desplomado en los cultivos
de Idomeni.
El sistema de mecanos
no se rinde, no se doblega,
no consiente levantar la basura
vertida por Europa en la pradera.
Y a mediodía,
entre el vacío del primer plato
y un postre que nunca llega,
pasos enfangados en harina negra
dejan un rastro visible, desde Grecia
a la cumbre de Atapuerca.
Al otro lado, la vista alcanza una explanada
cubierta con arena de playa
y sobre ella, una muralla alta
de espinas coronada.
Marketing celestial, lo llaman.
Apócrifos o Canónicos, qué más da.
Literatura salvífica rellena de hidropesía
y construida sobre gobiernos
que levantan muros coronados de concertinas.
Y ‘el hombre acecha al hombre’.
Mundo de un Dios esclavizado por criaturas
como el Ministro Fernández Díaz.
Tipo furtivo, de vida contemplativa
y cena de refectorio en el Valle de los Caídos,
entre monjes de San Benito.
La Liturgia de las Horas cuenta
que, entre las horas Sexta y Nona
murió el Hijo del carpintero.
Y este Opus fariseo que nos gobierna,
en verdad os digo,
lo envió al limbo cerrado por Benedicto,
y entre oraciones marianas,
por orden del Leviatán, muere de nuevo
con cada inmigrante confinado,
en cada niño ahogado en las playas
de arena blanca y vacacional bronceado,
a cada paso dado por indigentes excluidos
del sistema de mecanos.
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