Historia | Los límites del regeneracionismo en España

Por Eduardo Montagut

El Regeneracionismo fue una corriente o movimiento de pensamiento que, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, pretendía una «regeneración» de la vida política y económica de España. Según los regeneracionistas, el modelo de la Restauración, herido por el Desastre del 98, estaba agotado y se basaba en la corrupción.

La figura más destacada del Regeneracionismo fue, sin lugar a dudas, Joaquín Costa, y gran parte de su pensamiento se condensó en su famosa obra Oligarquía y Caciquismo. Costa formuló una intensa crítica de la situación de España y denunció la incultura, el poder de la oligarquía y el atraso español en relación con Europa. Propuso incentivar la educación, iniciar un proceso de europeización y abordar una política económica a favor de las obras públicas y la agricultura. Para ello contaba con la movilización de las clases medias, alejadas de la oligarquía todopoderosa, pero también del movimiento obrero socialista y anarquista. Esas clases medias necesitarían una especie de catalizador, un “cirujano de hierro”.

El Regeneracionismo caló en diversos sectores de la clase media y entre un grupo de intelectuales, que pretendían la movilización política para salir del estancamiento en que el país se encontraba, dentro del contexto del 98. El Regeneracionismo tenía el precedente de la corriente de reformismo social que nació en la década de los años ochenta del siglo XIX. El modelo liberal del Estado no atendía a los retos de la modernización en muchos aspectos: la universalización de la educación, la importancia de encarar grandes obras de infraestructuras, la necesidad de reformas sociales importantes previas a la formación de un Estado del bienestar (seguros sociales), y, por tanto, un Estado que interviniera en la economía y en la sociedad. Parte de estas ideas fueron recogidas por el Regeneracionismo y se planteaban en consonancia con los cambios que algunos países europeos occidentales estaban realizando con la llegada del nuevo siglo. Por otra parte, el Regeneracionismo imprimió en sus teorías y planteamientos una sensación de urgencia para que se realizase los cambios.

Pero una de las características del Regeneracionismo fue su ambigüedad a la hora de establecer que sistema político debía encarar estos cambios, cuestión ésta, por otro lado, que luego sirvió a distintos sectores políticos para incorporar parte de sus planteamientos a sus idearios respectivos. Por eso hay ideas regeneracionistas en la derecha y en la izquierda, hasta en el franquismo. En el Regeneracionismo cabían desde planteamientos republicanos y democráticos, muy críticos con el anquilosado bipartidismo y turnismo de la Restauración, hasta un fuerte antiparlamentarismo, tendente al autoritarismo; de hecho, en alguna medida, Primo de Rivera recogió aspectos del Regeneracionismo, como es la idea del «cirujano de hierro», o su política de obras públicas.

En realidad, el Regeneracionismo tuvo poca efectividad práctica. Los intelectuales regeneracionistas no supieron encauzar políticamente los impulsos reformadores, creando movimientos o partidos con apoyo social. Por su parte, los políticos de la época de Alfonso XIII o no supieron elaborar programas profundos de reforma, o cuando lo hicieron, como los de Antonio Maura, Canalejas o Santiago Alba, fueron rechazados por el bloque dominante que sostenía el sistema de la Restauración.

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