Historia | Eduard David y el revisionismo

Por Eduardo Montagut

Eduard David (1863-1930) fue un destacado dirigente del SPD alemán, con importantes responsabilidades a partir del establecimiento de la República de Weimar.

David nació en Renania-Palatinado, siendo su padre un funcionario prusiano. Estudió en Giessen y Bielefeld, interesándose por la Historia y la Filosofía, y donde comenzó su acercamiento al socialismo. Fue profesor en un Gimnasio e inició una carrera periodística, al crear el semanario “Mitteldeutsche Sountagszeitung”. En los años noventa del siglo XIX ingresaría en el SPD, lo que le acarreó las represalias del Estado, ya que fue despedido.

David fue elegido en el Parlamento de Hesse, cámara en la que estuvo desde 1896 a 1908. En 1903 entró en el Reichstag, representando a los socialistas de Hesse y de Mainz. El órgano oficial del Partido, el “Vorwaerts”, le dedicó un gran elogio, al recordar que hubo un tiempo en el que era un honor pertenecer al Reichstag por el papel de muchos hombres por su gran valía intelectual, entre los que se encontraría nuestro protagonista.

En la última década del siglo XIX se convirtió en un claro defensor de la adopción de políticas agrarias a favor de las pequeñas explotaciones, defendiendo su viabilidad en diversos artículos en “Socialdemokrat” en 1894. David se enfrentaba al marxismo clásico en relación con este tema, lo que permite ya comprobar su camino hacia el revisionismo.

Al estallar la Gran Guerra, David fue uno de los miembros destacados de la mayoría del Partido en relación con los créditos de guerra, frente a la minoría del partido.

Al terminar el conflicto llegaría su máximo protagonismo político. En el Gabinete de Max von Baden fue secretario de Estado, aunque por otras fuentes su cargo era el de subsecretario. En febrero de 1919 fue elegido para presidir la Asamblea Nacional, pero tuvo que renunciar al entrar en el Gobierno de Scheidemann como ministro sin Cartera. Cuando el ejecutivo dimitió por las condiciones del Tratado de Versalles, formaría parte del Gobierno Baüer como ministro del Interior, aunque no estuvo mucho tiempo al frente de esta responsabilidad.

Posteriormente, se vinculó más a la política en Hesse, y se dedicó a la enseñanza de las ciencias políticas. Murió en Berlín el 24 de diciembre de 1930. “El Socialista” le dedicó un artículo monográfico en su memoria en el número 6833.

David está considerado uno de los máximos seguidores de las ideas revisionistas de Bernstein. Eduard David fue el encargado de responder a August Bebel en el famoso Congreso de Hannover de 1899, al que no asistió Bernstein, y donde se produjo un intenso debate sobre las propuestas revisionistas. En el SPD se generaron tres grandes corrientes. El ala derecha, en torno a la revista “Cuadernos Mensuales Socialistas” y con líderes como Schippel, Heine, Calwer, entre otros, defendía el revisionismo. El ala izquierda del Partido, representaba por Rosa Luxemburgo, Mehring y Clara Zetkin, fue también derrotada en los Congresos del SPD. Dio lugar a la Nueva Izquierda, que proponía un planteamiento claramente revolucionario y antimperialista. Y, por fin, estaría la tendencia que podríamos calificar de centrista y que era la mayoritaria, con Kautsky como principal valedor del pensamiento marxista. Este sector, vinculado al aparato del SPD, sostenía un inestable equilibrio ideológico entre el programa y discurso plenamente revolucionario y la práctica política claramente reformista, como apuntábamos más arriba. Para Ignaz Auer, secretario del SPD, cambiar el discurso ideológico del Partido como pretendía Bernstein y seguir con la práctica política pragmática era un esfuerzo inútil y peligroso porque podía generar graves tensiones internas. Es curioso como Auer expresó a Bernstein que nunca debía haber hecho públicas sus formulaciones, que se aplicaban en la práctica, porque no se podía hacer otra cosa en un partido de masas. En conclusión, las tesis de Bernstein fueron derrotadas oficialmente, pero se aplicaban a rajatabla cada día.

En realidad, Bernstein estaba plasmando la tendencia de la integración progresiva de la socialdemocracia en las sociedades y sistemas políticos cada vez más democráticos de Europa. El sufragio universal se debía convertir en un arma poderosa para el proletariado. Además, se podría contar con el apoyo de una parte de la burguesía, ya que el desarrollo económico había generado muchas diferencias internas en el seno de dicha clase, apareciendo las clases medias.

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