La incorporación de las mujeres al espacio público a través del empleo no ha venido acompañada ni de los cambios de funcionamiento y organización de la sociedad, ni de los cambios en la asunción por los hombres de las tareas domésticas y de cuidados.
Por Sol Gómez Arteaga | 24/11/2024
En torno a la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia con la Mujer (25-N), Herminia Suárez Mata, diplomada en Graduado Social, licenciada en Derecho, presidenta de la asociación feminista Flora Tristán de León, activista y experta jurídica de ADAVAS, nos da su testimonio para Nueva Revolución.
Creciste en un ambiente familiar de gran conciencia social, dándote cuenta desde muy pequeña de las desigualdades de género, ¿cómo crees que influyó tu familia y la educación recibida en tu conciencia feminista?
Sí, me di cuenta muy temprano. Creo que influyó mi madre que era una mujer muy independiente para su época y a mi padre el franquismo le había asesinado a un hermano por el método del “paseo”. Creo que mis vivencias derivadas de estas circunstancias determinaron la toma de conciencia social.
Trabajaste como administrativa en Telefónica desde 1971 a 1999. Te diplomaste en Graduado Social y licenciaste en Derecho, fuiste delegada de empresa por CC.OO, creando dentro del sindicato una Secretaría de la Mujer. Háblanos cómo surge la necesidad de la creación de dicha Secretaría y los logros conseguidos con la misma.
En 1986 accedí a la presidencia del Comité de Empresa. Creamos la Secretaría de la Mujer en Telefónica de León, siguiendo el modelo estatal y también lo intentamos en el ámbito provincial del Sindicato pero aquí no fue inicialmente posible ya que hubo voces que entendían que una sociedad sin clases era por lo único que había que luchar entendiendo que esa sociedad sin clases era perfectamente compatible con la vigencia de opresiones y discriminaciones que solo afectaban y afectan a las mujeres, negando de esa forma la existencia del patriarcado como un sistema de dominación específicamente masculino.
Las secretarías de la mujer buscaban puntos de encuentro en los que el feminismo y el sindicalismo de clase pudieran unirse, fortaleciéndose mutuamente. Abogábamos por la eliminación de la división sexual del trabajo integrando el empleo remunerado con el trabajo no remunerado.
El problema que existió y sigue existiendo es que la incorporación de las mujeres al espacio público a través del empleo no ha venido acompañada ni de los cambios de funcionamiento y organización de la sociedad, ni de los cambios en la asunción por los hombres de las tareas domésticas y de cuidados, que en aquellos tiempos era elocuente y ahora se ha avanzado, pero persiste en su gran mayoría, con lo cual seguimos en la lucha feminista.
En 1975 se crea la asociación leonesa Flora Tristán, hoy asociación feminista Flora Tristán, de la que eres Presidenta, cuyo objetivo último es la disolución del sistema patriarcal y capitalista, en aras de la igualdad real entre mujeres y hombres que el próximo año cumplirá su cincuenta aniversario. ¿Ha variado su actividad desde su creación hasta hoy? ¿qué avances has visto en materia de derechos de la mujer? ¿en qué aspectos crees que hay que seguir trabajando?
Sustancialmente la Asociación no ha cambiado ya que desde sus comienzos se mantuvo el objetivo del análisis y pensamiento feminista combinado con el activismo. En los comienzos aún estaba en pleno vigor el patriarcado coactivo y en consecuencia fueron imprescindibles las luchas y reivindicaciones por los cambios legales y culturales necesarios para crear unas bases donde la igualdad de derechos de las mujeres y los hombres y la plena ciudadanía de las mujeres pudiera desarrollarse en una sociedad patriarcal y altamente machista. Los objetivos iban cuajando paso a paso colaborando con el resto del movimiento feminista en el activismo reivindicativo, descubrimiento y divulgación conjuntamente con las teóricas feministas de la mitad de la historia nunca contada, planteamiento de necesidades a las instituciones, denuncias de discriminación y violencia legal, callejera e institucional, lucha por leyes democráticas y justas.
Además, desde sus comienzos organizó multitud de conferencias, charlas, exposiciones, espectáculos y debates aglutinados en Jornadas Culturales celebradas varios años. A su vez, intervino como asesoría social de mujeres que ante conflictos nunca atendidos recurrían a las asociaciones feministas buscando apoyo (aborto, separaciones, divorcio, malos tratos, agresiones sexuales). La asesoría pronto se convirtió en una Asesoría Jurídica gratuita a cargo de las abogadas militantes de la asociación. A la vista de las necesidades y la falta de servicios públicos, creamos dos Asociaciones de servicios que tienen vida propia e independiente, Asociación Feminista Leonesa “Simone de Beauvoir” en 1987, dedicada a la atención y protección de las mujeres maltratadas con casa de acogida y en 1991 ADAVAS que inicialmente se dedicó a atender a las víctimas de violencia sexual y posteriormente amplió su campo a los malos tratos. Las dos están trabajando en León, de forma muy meritoria. Nuestras reivindicaciones también redundaron en la creación de servicios públicos como el Centro de Planificación Familiar que sigue funcionando y el Salón Cultural “Los Vientos” que pronto desapareció.
Los avances han sido notorios, todos los hemos tenido que pelear, pues a las mujeres nunca nada nos ha sido regalado. Como hitos podemos destacar la despenalización de los anticonceptivos en 1978, la Ley del divorcio de 1981, la despenalización del aborto en 1985, bajo un timorato número de tres supuestos, que se amplió en 2010 cuando se produjo el mayor avance y que de nuevo ha sido precisado en 2023, tratando de evitar que el uso y abuso de la objeción de conciencia impida llevar a efecto este derecho de las mujeres en la sanidad pública dentro de la propia área sanitaria que eviten desplazamientos. La Ley integral contra la violencia de género de 2004 que ahora cumple 20 años de vigencia, la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres de 2007, etc. No obstante pese a los avances sigue vigente un decálogo de viejas y nuevas demandas de las mujeres en España y en el mundo para lograr la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres.
El feminismo tiene una agenda que contiene unas reivindicaciones que denuncian las injusticias patriarcales y neoliberales. Reivindicamos la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en todos los órdenes (civil, laboral, económico, político, social, familiar…) y una historia y un lenguaje que nos visibilice. Además de la erradicación de la violencia machista en todos sus ámbitos, hay cuatro ejes en este momento que son nuestro objetivo: la lucha por la abolición del sistema prostitucional, la abolición del género que no es identidad sino opresión y estereotipo, el fin de la explotación sexual y de la explotación reproductiva. Esta agenda en este momento corre riesgos de censura y de cancelación a quien la defiende como ya hemos comprobado, pero, por supuesto, no nos van a callar.
Como activista y experta jurídica de ADAVAS, que presta asistencia a víctimas de agresiones sexuales y violencia doméstica, ¿crees que la mujer víctima de violencia sexual tiene suficiente protección? ¿qué aspectos consideras que se tendrían que mejorar? ¿habéis detectado nuevas formas de explotación sexual con el surgimiento de nuevas tecnologías y, en concreto, entre la población más joven?
La protección es manifiestamente insuficiente pues aunque se ha avanzado de forma notoria, pasando de considerarse un delito contra la honestidad a hacerlo como un delito contra la libertad sexual, lo cierto es que sigue prevaleciendo una cultura de la violación que convive con la violencia sexual invisibilizándola, para luego hacer creer que lo invisible es inexistente, culpabilizando a quien la sufre y la denuncia a lo que contribuye una legislación con lagunas, a pesar de los avances y con un sistema judicial que suele aplicar la ley de forma mecánica, incumpliendo el mandato imperativo de integrar transversalmente la igualdad en la aplicación e interpretación del ordenamiento jurídico.
La justicia (injusticia) patriarcal se sustenta en estereotipos y uno de ellos muy arraigado en el ámbito social y judicial es que las mujeres son seres poco confiables, lo cual viene del tratamiento histórico al que nos han sometido, pues por ejemplo hasta 1958 las mujeres no podían ser testigos en los testamentos porque no se las creía. El estereotipo sigue operando a pesar de los cambios legales. Sigue vigente el mito de la maldad y perversidad de las mujeres (injusticia testimonial) frente al mito del buen padre de familia que ha atravesado las leyes y del que siguen gozando los hombres. Hay numerosos estudios que lo ponen en evidencia.
Las leyes generan conductas y su aplicación es obligatoria, pero el problema de las leyes de igualdad y contra la violencia machista en España es que no se aplican o se aplican de forma deficiente. Hacen falta políticas públicas para su desarrollo, y no se llevan a efecto por falta de voluntad política y de recursos. Ahora tenemos una Ley integral de garantía de libertad sexual (conocida como Ley del solo Sí es Sí) que entró en vigor el 7 de octubre de 2022 y hasta ahora solo ha generado controversia en su ámbito penal y en lo relativo al consentimiento, pero es que es una ley integral y tiene otros aspectos, otras medidas muy relevantes que no se aplican y están relacionadas con la prevención, la detección, la sensibilización, la formación, la atención integral, incluidos un centro de crisis en cada provincia, como base fundamental para su erradicación, además de otras medidas muy relevantes en el ámbito de la justicia, incluido el derecho a la reparación, con propuestas que no desconocen que para solventar realmente el problema de la violencia sexual no basta con la protección penal, sino que es necesario además adoptar medidas para modificar estereotipos, prejuicios sociales y pensamientos que perpetúan estas conductas.
En todo caso, lo verdaderamente relevante a mi juicio es el cambio de modelo sexual, ya que la construcción social de la sexualidad no es neutra, pues la sexualidad de las mujeres se ha construido en negativo, se construye alrededor de la sexualidad masculina, mientras que ésta se construye en relación a sí misma. Es un modelo de sexualidad sin igualdad.
Respecto a la pregunta de si hemos detectado nuevas formas de explotación sexual con las nuevas tecnologías la respuesta es sí. Claramente la digitalización ha incrementado y facilitado el acceso a un sinfín de plataformas, prácticas y servicios sexuales, normalizando el consumo y disfrazándolo de ocio. El patriarcado se rearma en estos espacios formando el espacio en línea parte del continuo de la violencia contra las mujeres, particularmente de la violencia sexual. A través de las Webs se incrementa la cosificación y sexualización de las mujeres y se reproducen y fomentan los estereotipos sexistas mediante el contenido de los propios anuncios.
En las redes sociales, proliferan los contenidos en torno a la belleza, la estética y el atractivo sexual de las mujeres promoviendo “el poder de la feminidad”, entendida como una propiedad corporal innata a la que contribuye la tiranía de la belleza que constituye una falsa herramienta de autoestima.
Hay un espacio digital que opera en un formato de red social (Onlyfans) que está normalizando mediante imágenes o vídeos de contenido pornográfico a cambio de dinero, que facilita la entrada en prostitución de las chicas más jóvenes a la vez que aumenta el riesgo de exposición de menores y el acceso por parte de hombres adultos. Es el espacio de refuerzo de la masculinidad, el espacio en el que los derechos fundamentales de las mujeres quedan excluidos, es incompatible con la igualdad y además socaba la democracia, porque lo que se compra es la sumisión y la desigualdad.
La plataforma contra la violencia machista “Los lunes sin sol” compuesta por una veintena de asociaciones, sindicatos y partidos políticos, nace en 2005 como forma de repulsa contra la violencia machista, reuniéndose cada lunes frente al edificio de Botines en una concentración publica y abierta a toda la ciudadanía siempre que en los siete días anteriores una mujer haya sido asesinada por un hombre con el que hubiera tenido una relación de pareja. Denunciar públicamente y visibilizar esta realidad sin duda ayuda a crear conciencia social, sin embargo, las cifras por violencia de género van en aumento. ¿Qué análisis haces de esta realidad social?
Las cifras de la violencia machista son dramáticas e incuestionables, aunque también es cierto que en los últimos años se ha producido un cierto proceso de toma de conciencia social sobre este grave problema, a lo que contribuyen sin duda Plataformas contra la violencia machista como la de León, con sus denuncias sistemáticas. La violencia patriarcal es estructural y la causa es la desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres.
A pesar de que la transformación social generada por el movimiento feminista ha conseguido que la Igualdad sea imparable y la erradicación del machismo irrenunciable, hay un discurso manipulador de la ultraderecha que aboga por derogar la Ley Integral que fue aprobada por unanimidad en el Parlamento español hace 20 años. Señalan que no está siendo eficaz lo cual es falso, pues aunque falta mucho por hacer, desde 2006, la tasa de homicidios en relación a las denuncias ha disminuido un 42%. También señalan que no existe este tipo de violencia, lo cual ha calado en los chicos, ya que según un estudio del Centro Reina Sofía (FAD Juventud) uno de cada cinco jóvenes hombres, lo que representa el 20%, cree que la violencia de género no existe que es un invento ideológico y abundan ahora en que las mujeres lo que tenemos son privilegios.
¿Es el derecho androgénico? ¿cómo crees que trata la justicia a las víctimas de violencia sexual? ¿y los servicios sanitarios? ¿qué mejoras propondrías en aras a una mayor sensibilización y atención a la mujer que acaba de sufrir una agresión sexual?
El derecho es androcéntrico, no es una ciencia neutral y objetiva con contenido imparcial, sino que está impregnado de estereotipos y de sexismo. Las mujeres hemos sido históricamente excluidas e invisibilizadas, definidas como lo Otro, ajenas al sujeto universal, por ejemplo, la igualdad no se ha articulado en sede constitucional desde el reconocimiento de dos sujetos sin que uno sea el modelo del otro.
Los llamados “delitos sexuales” han sido una muestra de ello porque han legitimado un discurso jurídico moralista y plagado de prejuicios que parten de la presunción de que existió consentimiento en las relaciones sexuales, de tal manera que para lograr una condena la acreditación histórica de una resistencia casi numantina se convirtió en un arma de doble filo para las mujeres.
Los agresores sexuales no violan para tener sexo, sino que es un ejercicio de poder para satisfacer sus fantasías y deseos que no ven satisfechos a través de relaciones sexuales consentidas. Hay miedo, vergüenza y culpabilidad por parte de las mujeres ante los juzgados porque no han sido bien tratadas demasiadas veces y eso las paraliza, así pues hay que garantizar que no haya discriminación directa ni indirecta, que no se cuestione sistemáticamente el testimonio de las víctimas, que los procedimientos judiciales no se alarguen, ya que las víctimas necesitan cerrar puertas para recuperarse, que se valore la posibilidad de prueba preconstituida ahora vigente solo para las personas menores de 14 años.
Y algo muy importante es que abundan las sentencias de conformidad, lo que conlleva muchas injusticias como es el caso reciente de las menores de Murcia violadas mediante pago por varios empresarios, a los cuales se les condenó mediante acuerdo de conformidad a una pena irrisoria sin el conocimiento ni consentimiento de las víctimas, previa aplicación de la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas (¿a quien le importó que pasara el tiempo sin mover un papel?) y ninguno de ellos ingresó en prisión. Las conformidades en esta materia deben desaparecer o ser excepcionales.
Los servicios sanitarios son una fuente muy importante para la detección de la violencia contra las mujeres y un Estado social y democrático de derecho no puede conformarse con señalar que la Sanidad Pública está desbordada para aplicar los protocolos de detección temprana, debe de actuar y coordinar todos los recursos, lo cual no ha ocurrido siempre en los 20 años de vigencia de la Ley 1/2004 respecto de la violencia de malos tratos. En la violencia sexual se han renovado los protocolos tras la entrada en vigor en 2022 de la Ley de garantía de libertad sexual. Hay que trabajar para que funcionen correctamente.
Para sensibilizar hay que hacer campañas de concienciación que están previstas en la Ley desde el 7 de noviembre de 2022, dirigidas específicamente a los hombres, adolescentes y niños para erradicar los prejuicios basados en estereotipos y contribuir a la prevención, que sean visibles todo el año y no solo en torno al 25 de Noviembre.
Respecto de la atención, ninguna mujer víctima de violencia sexual debe de comparecer en el juzgado sin asistencia letrada especializada desde que pone la denuncia. Existen asociaciones como ADAVAS que acompañan a las víctimas ofreciéndoles asistencia jurídica, psicológica, y otros servicios de forma gratuita. Por mi parte considero que este delito debe de ser público, sin que sea necesaria la denuncia de la víctima para su persecución, lo cual ha sido rechazado por los legisladores de la última ley. Las violencias sexuales no son una cuestión individual, sino social, no es un problema coyuntural sino estructural. Ninguna víctima tiene que sentirse ni culpable ni avergonzada de ser objeto de un delito. El único culpable es el agresor o agresores.
Háblanos del papel de la educación en la formación de personas iguales en derechos, independientemente del sexo.
La coeducación está encaminada entre otros objetivos a prevenir la desigualdad entre hombres y mujeres pero es patente su ausencia. Además, la carencia de contenidos educativos sobre sexualidad, fundamentales para el crecimiento personal, ha dejado un espacio que ha sido ocupado por los contenidos procedentes del consumo de pornografía a través de internet, especialmente en dispositivos móviles y tablets que cada vez son más utilizados en edades tempranas, incluso en la etapa infantil, y que son comunes en la preadolescencia y adolescencia. No es de extrañar el incremento de prácticas sexuales inadecuadas o de riesgo, que incluyen comportamientos sexistas, agresivos y violentos a partir de la adolescencia, y contribuyen al incremento de la violencia sexual contra las mujeres y niñas. Es urgente la prohibición del acceso de menores a la pornografía, como ya han hecho otros países.
El surgimiento del neoliberalismo capitalista y el avance de los gobiernos de ultraderecha supone un peligro real en los logros que se han dado históricamente en materia de derechos de la mujer, ¿qué podemos hacer frente a esto? En este sentido, ¿qué mensaje les darías a las generaciones jóvenes?
Es obvio que la violencia de género existe, y es obvio que la ultraderecha la niega con el acompañamiento de la derecha, lo cual demuestra que existe, si no existiera, no se molestarían en negarla.
Los datos son concluyentes pero lo que pretenden es mantener los beneficios de un sistema en el que la solución es un cambio social y cultural que quita privilegios a quienes ocupan las posiciones de poder masculino. La cuestión es qué hacemos las demás personas.
En cuanto a los jóvenes estar en el “modo” “la igualdad ya existe y lo que quieren las feministas es vivir del cuento y discriminar a los hombres” está muy alejado de la realidad. Ahí están los datos de esta violencia que, a día de hoy, ha costado la vida a 1284 mujeres desde 2003, solo en el ámbito de una relación sentimental presente o pasada. Ponerse en el lugar de las víctimas, alejándose de la normalidad de una cultura que minimiza y justifica la violencia masculina contra las mujeres es muy importante para erradicar este grave problema social, junto con la aplicación rigurosa de las normas y las políticas públicas.
A punto de celebrarse el 25-N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, cuyos orígenes se remontan a 1981 con el primer “Encuentro Internacional Feminista de Mujeres Latinoamericanas y Caribeñas”, que tuvo lugar en la Asamblea de Naciones Unidas y, teniendo en cuenta los cambios que se han producido en la sociedad, ¿cuáles son las prioridades y reivindicaciones que desde las plataformas feministas planteáis en el momento actual?
Los datos reflejan la urgencia inaplazable de una respuesta integral y más firme, las señales de alerta respecto a los más jóvenes y el negacionismo de la violencia machista evidencian fallos importantes. Falta mucha prevención y no es soportable que las propias instituciones confiesen saber que estamos ante un problema estructural y no toquen dicha estructura afanándose únicamente en gestionar la violencia machista, tratando de perfeccionar unos protocolos que se podrán revisar las veces que se quiera y que es imprescindible que se haga para mejorar la protección de las víctimas, pero que de ninguna manera van a erradicar la violencia que los hombres ejercen contra las mujeres, la cual se podrá mejorar y, de hecho, (así ha sido desde la Ley 1/2004), se podrá paliar, pero no erradicar. El foco ha de estar en las causas y en su erradicación.
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