Por José Antonio Martín Acosta
Sobre un mar de melaza y purpurina
Liban las medusas cuya cabeza nunca fue cortada
Rubios silencios encubren los micrófonos
Calvos patrios que dictan sentencia
La luz es un suicidio colectivo
La sierpe nos come las pantorrillas
Sobre este mar de estiércol y colirio
Se yergue la liga de la injusticia
Llevando presos de la mano
Hacia el mortuorio desafío de la inmundicia
Creo que todos sabemos cómo sobrevivimos
Tragando sapos verdes y colorados
Escupiendo cada vez que votamos
Anudando los nudillos para no violentar al jurado
Escribimos con la escasa luz de las luciérnagas
Nada en el país parece tener más honradez
Que los olivos milenarios
Nada más violento que el mar del norte
Crepitando sobre la brava roca afilada
Nada más tranquilo que una mariposa de oprobios
Todos los días de nuestra vida
Nos asaetean con condecoraciones
Con ministros puteros
Con reyes depravados
Con paz sin límites mientras tras los dientes
El cuerpo hierve
La condena duele
El silencio alienta más silencio
Hoy un hermano ha sido encarcelado
La policía ha trepado por los libros cerrados
De la universidad
Ha invadido el espacio sagrado de las artes y las ciencias
Ha derramado sangre
Ha cubierto de su hálito putrefacto
Las manos imposibles del poeta
Nada puede sobrevivir a este ultraje
Los reyes se sientan en su asiento candado
Se solazan con la huríes del profeta
Desde el Abu Dabi lejano
Se sienten a salvo de ser señalados
Y la guillotina se desmonta jugando con el polvo
Alas han de darnos hermanos
Alas que no manos
Para volar sobre sus cabezas
Para tirarles clavos ardiendo
Vómito de princesas
Casullas de viento y ceniza
Hemos de sacar a nuestro hermano
Hemos de abrir todas las puertas
Porque la faz que nos quede después de esto
Será de miseria y de agobio
Será de conmiseración
Será la rendición escueta de nuestra clase
Hemos de abrir las puertas del presidio
Que camine el aire por las torrenteras
Que cohabite el derecho y la voluntad
Sobre la fuerza inmisericorde del abismo
Que nos ata
Que la libertad sea esa canción sobre la que escupen
Que la lucha solidaria ejecute a los culpables
Los reyes son difteria
Los reyes son cicuta
Los reyes son odio visceral al pobre
Los reyes son clamor injustificado
Tapiando las calles
Oliendo a estiércol entre golondrinas
Los reyes son el palíndromo del mono
La voz del sí amo
La orejera ajustada
El cinto pergeñando más presión
Espero el día en que los Borbones se vayan
En que no inoculen al pueblo su hálito de latrocinio
En que sus retratos sean quemados
Y los niños de la República se rían de sus caras de cemento
Espero el día en que los Borbones acaben su descendencia
Entre ratas e hipogrifos
Entre violencias y desfalcos
Entre ordalías y endogamias
Espero que pronto se marchite la flor de lis
Se caiga el solsticio sobre sus cabezas coronadas
Se levante el pueblo
Y se sienten ellos en el banquillo de los acusados
En la silla eléctrica de los ladrones
En el orgullo del verdugo con el hacha ensangrentada
Ya va siendo hora de que suceda
De que entremos en prisión por verdades objetivas
Si ha de ser que sea
Pero a la vuelta que no esperen de nosotros
Mas que la sentencia civil de la República.
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