Han asesinado al Che

Tuve la fortuna de mantener una entrañable relación, hasta su muerte, con Hilda Beatriz Guevara Gadea (1956-1995), la hija mayor del Che y entre ron y ron, conversar y escuchar sus recuerdos sobre su padre. 

Por Víctor Arrogante

Fue un 9 de Octubre de 1967, cuando el presidente boliviano René Barrientos dio la orden de ejecutar al Che Guevara. Murió de una ráfaga de disparos en el pecho. Pretendían mostrar que había muerto en combate. Su vida, conducta y pensamiento se ha convertido en paradigma de millones de hombres y mujeres en todo el mundo.

El día antes, 8 de Octubre en el combate de Quebrada del Churo, Guevara fue herido de bala en su pierna izquierda, hecho prisionero y trasladado a La Higuera donde fue recluido en la escuela; allí colocarían después su cadáver. El comandante Che Guevara había sido capturado, por miembros del ejército boliviano y agentes de la CIA de Estados Unidos. Entre las pertenencias requisadas por los militares estaba el Diario que el Che llevaba en Bolivia.

El 7 de octubre de 1967 escribió el Che las últimas líneas en su diario. Al día siguiente, a las 13 horas, en una estrecha quebrada, el reducido grupo de hombres que componían ya el destacamento, esperaban la noche para romper el cerco, cuando una numerosa tropa enemiga hizo contacto con ellos y fueron hechos presos. Al día siguiente, el gobierno de Bolivia ordenó su fusilamiento sin juicio previo.

El 9 de octubre por la mañana el gobierno de Bolivia anunció que Ernesto Guevara había muerto en combate el día anterior. Simultáneamente llegaron el coronel Joaquín Zenteno Anaya y el agente de la CIA, Félix Rodríguez. Ordenaron que debían disparar al Che por debajo del cuello porque tenía que parecer muerto en combate. Terán pidió un fusil y entró en la habitación con un par de soldados. Eran las 13:10 del día 9 de octubre de 1967.

En la Higueras, donde permaneció con vida alrededor de 24 horas, el Che se negó a discutir una sola palabra con sus captores. Mientras, en La Paz, reunidos Barrientos, Ovando y otros altos jefes militares, tomaron la decisión de asesinarlo. Todo parece que la CIA estaba presente en el lugar del crimen. El mayor Miguel Ayoroa y el coronel Andrés Selnich, rangers entrenados por los yanquis, instruyeron al suboficial Mario Terán para que procediera al asesinato. Cuando éste, completamente embriagado, penetró en el recinto, el Che, que había escuchado los disparos con los que acababan con dos compañeros guerrilleros, viendo que el verdugo vacilaba le dijo con entereza: ¡Dispare! ¡No tenga miedo!

En junio de 1997 se produjo un cambio de poder en Bolivia, que junto con las presiones internacionales, favoreció la búsqueda de los cuerpos del Che y de los guerrilleros asesinados. El hallazgo se produjo treinta años después, el 28 de junio de 1997. Un equipo de científicos cubanos encontró, en una fosa común situada en la pista auxiliar del aeropuerto de Valle Grande, los restos óseos del Che y los de sus seis hombres: (Alberto Fernández Montes de Oca, «Pacho», René Martínez Tamayo «Arturo», Orlando Pantoja Tamayo «Olo», Aniceto Reinaga «Aniceto», Simeón Cuba «Willy») y Juan Pablo Chang «El Chino».

Cuenta el verdugo asesino: “Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Ese fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: Usted ha venido a matarme. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: ¿Qué han dicho los otros? Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: ¡Eran unos valientes! Yo no me atreví a disparar.

En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. ¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre! Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto.”

Ernesto Guevara, nació en Argentina, en el seno de una familia acomodada. Estudió medicina. Su compromiso político le llevó por otros derroteros y se convirtió en compañero de Fidel Castro. Participó en la revolución cubana, que propició la caída del dictador Fulgencio Batista, títere de Estados Unidos, que tenía en la isla su feudo de mafia y corrupción. En el gobierno, dirigió el Ministerio de Industria y el Banco Nacional. Su vocación le hizo participar en otros movimientos de liberación e intervino en acciones guerrilleras en el Congo y Bolivia. Su ejecución en este país, tras meses de acoso por parte del Gobierno y de la CIA, acrecentó su leyenda. Entregó su vida a la lucha contra el imperialismo y la dictadura, convirtiéndose en el máximo mito revolucionario del siglo XX. Fue un icono de la juventud del Mayo del 68 y símbolo de unos ideales de libertad y justicia que juzgó más valiosos que su propia vida.

El Che escribía en su diario el 6 de Octubre: «Las exploraciones demostraron que teníamos una casa muy cerca pero también que, en una quebrada más lejana, había agua. Hacia allí nos dirigimos y cocinamos todo el día bajo una gran laja que servía de techo, a pesar que yo no pasé el día tranquilo, pues nos aproximamos a pleno sol por lugares algo poblados y quedamos en un hoyo. Como la comida se retrasó, decidimos salir por la madrugada hasta un afluente cercano a este arroyito y de allí hacer una exploración más exhaustiva para determinar el rumbo futuro. La radio chilena informó de una noticia censurada que indica que hay 1.800 hombres en la zona buscándonos».

Día 7 de Octubre. Ultima página del diario «Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente; hasta las 12.30 hora en que una vieja, pastoreando sus chivas entró en el cañón en que habíamos acampado y hubo que apresarla. La mujer no ha dado ninguna noticia fidedigna sobre los soldados, contestando a todo que no sabe. Sólo dio información sobre los caminos; de resultados del informe de la vieja se desprende que estamos aproximadamente a una legua de Higueras y otra de Jagüey y unas 2 de Pucará. Salimos los 17 con una luna muy pequeña y la marcha fue muy fatigosa y dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí sembradíos de papa regados por acequias del mismo arroyo. A las 2 paramos a descansar, pues ya era inútil seguir avanzando».

Tuve la fortuna de mantener una entrañable relación, hasta su muerte, con Hilda Beatriz Guevara Gadea (1956-1995), la hija mayor del Che y entre ron y ron, conversar y escuchar sus recuerdos sobre su padre. Contaba Hildita que el Che, como ella siempre le mencionaba, «era un padre muy preocupado por el bienestar de sus hijos, no en el sentido material, sino de que fuéramos niños alegres, contentos, que disfrutáramos de la vida y a la vez nos formáramos como nuevas personas». El Che quería que sus hijos fueran niños iguales a los demás, con sus ocurrencias, sus travesuras, pero disciplinados. «Siempre nos inculcó que estudiáramos, que ante todo había que superarse, porque sin conocimiento no se podía hacer nada, por ser la base del dominio de la naturaleza». Tuve en mis manos la última carta que el Che escribió a su hija el 15 de febrero de 1966 y lo recuerdo con emoción.

Ernesto Guevara de la Serna; universalmente conocido como El Che; combatiente revolucionario, estadista, escritor y médico argentino-cubano. Su vida, conducta y pensamiento se ha convertido en paradigma de millones de hombres y mujeres en todo el mundo.

Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia,

Comandante Che Guevara.

Hasta la victoria siempre.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.