“El Zyklon B consiste en gránulos o láminas de pulpa de madera o tierra de diatomeas impregnadas de cianuro de hidrógeno (ácido cianhídrico), un estabilizador y un olor de advertencia, el bromoacetato de etilo. El ácido cianhídrico es un líquido muy volátil con un punto de ebullición de 25,6°C. Huele un poco a almendras, pero no lo suficientemente fuerte como para confiar en él antes de que sea mortal “
Por Pepe Sedano
XXI.- LAS DUCHAS… DE GAS. EL ZYKLON B.
Acudimos puntualmente –una vez más- a esta sección: “Voces”, de la revista on line, NR que nos ofreció la posibilidad de “hablar” con sus lectores a través de una serie de artículos periódicos. En esta ocasión vamos a “hablar” de agua pero sin ella. Como habréis leído en el título, que empieza por duchas pero habréis advertido, igualmente que después aparecen puntos suspensivos y, a continuación, se puntualiza que se trata de gas. Siempre una ducha ha sido reparadora. Si ese hace a la orilla del mar es para quitar la sal que haya quedado sobre la piel después de un baño, si se hace en casa, en plena canícula, se prefiere de agua fría y rápida. Si se trata de invierno esa misma ducha se va a hacer con el agua caliente a una suficiente temperatura como para no sufrir quemaduras. Sea de una manera u otra, una ducha siempre viene bien además de que apetece tomarla quedando el cuerpo, además, como más tranquilo, más sosegado, porque la temperatura del agua tiene la capacidad de relajar los tejidos del cuerpo incluyendo, a la vez, el sistema circulatorio puesto que hace que se dilaten las venas y las arterias y, por tanto, se oxigena mejor la sangre y –de esta manera- se liberan más fácilmente las toxinas.
Hasta ahí todo claro y sencillo, entendible. Lo que no está tan claro y sencillo es cómo la mente humana fue capaz de utilizar este método: la ducha, para asesinar en masa a cientos de miles, puede que a millones de personas en aquellos lugares que creó dentro de los campos de concentración que, en este caso, el gobierno nazi del Tercer Reich había erigido tanto en su propio territorio como en los países que fue ocupando tras el inicio de la II Guerra Mundial. “Los nazis comenzaron a experimentar con gas venenoso para realizar masacres a finales de 1939, con la matanza de los enfermos mentales («eutanasia»). Se utilizaba el eufemismo nazi «eutanasia» para referirse a la matanza sistemática de aquellos alemanes que los nazis consideraban «indignos de vivir» debido a que padecían alguna enfermedad mental o impedimentos físicos”. Era la puesta en práctica de aquello que los “iluminados” nacionalsocialistas –se incluye, como no podía ser menos, también el Führer-, querían conseguir, o mejor, una de ellas, como era la creación de una raza superior que desde la noche de los tiempos había estado en territorio teutón pero no se le había tenido en cuenta y con el devenir de los tiempos, con la mezcla de civilizaciones y culturas de otros territorios, estaba en peligro de desaparecer. Se trataba, como se habrán imaginado, de la raza aria que se remontaba a los tiempos de los Nibelungos y de las Valkirias que atendían a los héroes en el Walhalla. Richard Wagner, el “músico” de Hitler había contribuido con su música a darle esplendor a ese pueblo alemán entre la realidad y la leyenda con obras como “El oro del Rhin” o “El anillo del Nibelungo”.
Una vez que tuvo lugar la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941 y de los fusilamientos masivos de civiles por parte de los Einsatzgruppen (equipos móviles de matanza), a los nazis no se les ocurrió otra cosa que experimentar con los furgones de gas para realizar masacres. Éstos eran camiones herméticamente sellados con el tubo de escape del motor dirigido hacia el compartimiento interior. Este uso de los furgones de gas había comenzado después de que los componentes de los Einsatzgruppe se quejaran por la fatiga de la propia batalla así como de la angustia mental. Estas circunstancias eran causadas por el fusilamiento de masivo de gran cantidad de mujeres y niños. Este método mediante el gas también resultó ser menos costoso. “Los Einsatzgruppen gasearon a cientos de miles de personas, principalmente judíos, romaníes (gitanos) y enfermos mentales. En 1941, la SS llegó a la conclusión de que la deportación de judíos a los campos de exterminio (para ser gaseados) era la manera más eficiente de alcanzar la «solución final». Ese mismo año, los nazis abrieron el campo de Chelmno en Polonia. Allí se mató a romaníes y a judíos del área Lodz (Polonia) en furgones de gas móviles”.
Conforme pasaba el tiempo, de un año para otro, las matanzas se realizaron –sistemáticamente –pensaron que era mejor así y más eficiente-, en cámaras de gas estáticas, aunque se utilizaba el monóxido de carbono que lo generaban motores diésel. Estas cámaras de gas comenzaron en Belzec, Sobibor y Treblinka, todos en Polonia, como hemos visto en capítulos anteriores puesto que nacieron de la puesta en práctica de la “Solución final” nacida en Wansee –donde se firmó el famoso protocolo para llevar a cabo esta “solución” (acabar con todos los judíos de Europa). Mientras las víctimas se «descargaban» de los vagones para ganado se les decía que debían desinfectarse en las «duchas». Los guardias SS (nazis y algunos ucranianos) gritaban, además de golpear a las víctimas, a las que ordenaban que entraran en las «duchas» con los brazos levantados, puesto que de esta manera cabían más en el interior de la cámara de gas ya que de lo que se trataba era que entraran el mayor número posible de personas. Era lo mejor para que se asfixiaran más rápido los que habían entrado a una de ellas.
Este método era eficiente pero no tanto como las autoridades SS querían. Así en cada campo se buscaba la forma o la solución para eliminar cuántas más personas de una vez, mejor. Fue en septiembre de 1941 cuando en el campo de Auschwitz se realizó un primer experimento con Zyklon B (que había sido utilizado con anterioridad para la fumigación). “El Zyklon B consiste en gránulos o láminas de pulpa de madera o tierra de diatomeas impregnadas de cianuro de hidrógeno (ácido cianhídrico), un estabilizador y un olor de advertencia, el bromoacetato de etilo. El ácido cianhídrico es un líquido muy volátil con un punto de ebullición de 25,6°C. Huele un poco a almendras, pero no lo suficientemente fuerte como para confiar en él antes de que sea mortal “. Con este producto se gaseó a unos 600 prisioneros de guerra soviéticos y a otros 250 detenidos que estaban enfermos. Los gránulos de este producto, el Zyklon B, se convertían en un gas mortal al entrar en contacto con el aire. Con el tiempo quedó, más que demostrado, que este era el método de gaseo más rápido. Por esta efectividad fue seleccionado como medio más útil para realizar masacres en Auschwitz. “En el momento álgido de las deportaciones, se gaseaba a más de 12.000 judíos cada día en Auschwitz”.
En campos de concentración como Stutthof, Mauthausen, Sachsenhausen y Ravensbrück, como ya sabemos clasificados de III categoría –según el “Protocolo de Wansee”-, aunque no fueron diseñados específicamente como campos de exterminio, también contaban con cámaras de gas. Éstas, por ejemplo, no se podían comparar con las de Auschwitz II-Birkenau, ya que eran pequeñas y solamente fueron concebidas para matar a aquellos prisioneros que las autoridades SS consideraran «no aptos» para trabajar. En casi todos estos campos fue utilizado el Zyklon B como agente exterminador en sus cámaras de gas. “Los gránulos, una vez expuestos al aire libre, emiten el ácido cianhídrico en forma de vapor. El ácido prúsico se evapora tan fácilmente como el éter dietílico. La función de los gránulos es hacer que el veneno sea más manejable y fácil de dosificar”.
Este pesticida fue utilizado en las cámaras de gas por los responsables de los campos de Auschwitz II-Birkenau y Majdanek. Pero también se utilizó en otros campos como fueron Ravensbrück –como sabemos era un campo exclusivamente para mujeres aunque en un momento determinado también llegó a incluir algunos hombres-, en Sachsenhausen, en Mauthausen, en Neuengamme y en Stutthof. Conocemos, igualmente, que en el primer campo que se erigió, allá por 1933 –con la llegada al poder de los nazis-, en Dachau, próximo a la localidad bávara de Munich, también en un momento determinado se construyó una de estas cámaras de gas preparada para la utilización de Zyklon B, pero jamás fue utilizada. Nunca se conocieron las razones para no hacer uso de ella.
Sabemos que los convoyes que llegaban a Auschwitz II-Birkenau, tras vaciar los vagones y puestos en fila, avanzaban juntas en líneas de cinco de frente hasta llegar al punto donde se encontraba, la mayoría de las veces, el doctor Joseph Mengele como vimos en el capítulo correspondiente. Éste seleccionaba, con su dedo índice, quiénes eran los salvados y quiénes los hundidos –parafraseando el título de uno de los libros del deportado sefardí italiano, de Turín, Primo Levi, que estuvo como “responsable” del complejo químico que las autoridades SS gestionaban, en Buna-Monowitz, próximo a Birkenau, bajo el nombre de Auschwitz III-, es decir, los que lamentablemente irían directamente a la cámara de gas para ser gaseados y, por el contrario, los que –por el momento- se salvaban puesto que habían sido seleccionados para el lado “bueno”, puesto que el complejo concentracionario tenía que seguir funcionando y eso lo llevaban a cabo a través de los deportados. Ya les llegaría su momento a esos que, por ahora, se habían salvado, puesto que los convoyes repletos de prisioneros no paraban de llegar.
Pero antes de llegar a las cámaras de gas, los “hundidos”, para ser gaseados debían despojarse de sus ropas. La excusa era siempre la misma: que iban a pasar un proceso de desinfección. Cuando las puertas se cerraban tras ellos, las cápsulas de Zyklon B, que se convertían en gas al contacto con el aire, se arrojaban a través de un orificio situado en el techo de la cámara. Cuando pasaban alrededor de veinte/treinta minutos, y ya había tenido lugar el envenenamiento de las víctimas, los miembros del Sonderkommando -el grupo de prisioneros judíos obligados a trabajar en los crematorios-, procedían a realizar su trabajo diario consistente en abrir las puertas de esa cámara de gas, arrancar los dientes de oro y cortar el cabello de las mujeres. Los cadáveres eran desplazados a un lugar próximo a los hornos crematorios para después ser cremados en estas instalaciones donde se encontraban, en la parte superior de la instalación; una vez cremados, los huesos que no habían sido pasto de las llamas eran molidos y las cenizas desparramadas por las zonas aledañas.
“Existe la teoría de que el Zyklon B obtuvo su nombre de este mismo ácido cianhídrico: Zyklon B (del alemán Blausäure; literalmente ácido cianhídrico).
Para la redacción de este artículo, han servido de guía las páginas, en línea, que siguen:
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/gassing-operations [Consulta: 19/01/2023].
https://segundaguerramundial.es/horrores/zyklon-b/ [Consulta: 20/01/2023].
https://www.yadvashem.org/es/holocaust/about/final-solution/auschwitz.html [Consulta: 21/01/2023].
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