Siempre habrá judíos de la diáspora que hagan aliyá, es decir que emigren a Israel, pero la impresión dominante es que esos judíos serán cada vez más radicales.
Por Eugenio García Gascón | 19/08/2024
El fundamento básico sobre el que se ha construido el estado judío ha sido la aliyá, que quiere decir ascensión, y por extensión significa la emigración a Israel de cualquier judío de cualquier parte del mundo. Las aliyás comenzaron a finales del siglo XIX desde Europa occidental, y continúan a día de hoy. A veces son masivas, como sucedió tras la caída de la Unión Soviética, y a veces constituyen un goteo minúsculo desde distintas partes del planeta.
Lo contrario de aliyá o ascenso es yeridá o descenso, que por extensión se refiere a los judíos que viven en Israel y que por la razón que sea abandonan el país y emigran al extranjero, pongamos a EEUU o a Europa. La yeridá fue durante mucho tiempo un vocablo tabú y poco usado, y sigue teniendo connotaciones negativas. Las familias israelíes judías en las que alguno de sus miembros decide emigrar permanentemente al extranjero, es decir practicar la yeridá, no suelen sacar el tema en público, más allá del primer círculo familiar, pues la yeridá está mal vista socialmente.
Hace unas semanas se publicó una estadística basada en datos oficiales según la cual en los primeros meses de la guerra de Gaza que comenzó el 7 de octubre de 2023, más de 550.000 israelíes judíos abandonaron el país a causa del conflicto. No existe ninguna manera de saber cuántos de esos israelíes regresarán en algún momento y cuántos decidirán no volver nunca, pero el dato, que apenas se comenta en los medios de comunicación, es preocupante para el sionismo.
En los últimos meses ese número de los primeros meses del conflicto -550.000- ha seguido creciendo, pero de momento no hay manera de cuantificarlo con exactitud. Es posible que más adelante se actualice y que dentro de uno o dos años pueda hacerse un balance más definitivo de las consecuencias de la guerra de Gaza para la población judía de Israel. En cualquier caso, está yeridá es algo que no había ocurrido nunca, al menos con tal intensidad. Es cierto que hace más de treinta años, cuando la primera guerra de Irak, un número significativo de israelíes judíos abandonaron Israel tras los ataques desde Irak, pero fue en gran parte un fenómeno momentáneo y muy pocos fueron los que no regresaron.
Lo que está ocurriendo ahora es de otra magnitud, pues está afectando a mucha más gente. Por una parte, en los últimos años muchos israelíes judíos se han preocupado de sacar un segundo pasaporte, generalmente europeo, un gesto impensable hace solo unas décadas. Quien lo obtiene utiliza ese segundo pasaporte como una red de seguridad por lo que pueda ocurrir. El segundo pasaporte sería algo así como una garantía o seguro por si las cosas van mal y hay que marchar a lugares menos inhóspitos. Este planteamiento es novedoso en cuanto a la cantidad. Siempre ha habido israelíes judíos que han abandonado Israel, pero nunca en las proporciones que hemos visto en los últimos meses.
Siempre habrá judíos de la diáspora que hagan aliyá, es decir que emigren a Israel, pero la impresión dominante es que esos judíos serán cada vez más radicales. El país está radicalizándose muy rápidamente. No creo que muchas familias moderadas de Estados Unidos se planteen emigrar a un lugar donde estarán gobernados por extremistas, como ocurre en Israel. Esto significa que el conjunto del país virará más hacia el radicalismo, una circunstancia grave para su futuro. Comentando la decisión de la Corte Internacional de Justicia de esta semana que insta a Israel a abandonar las colonias judías en los territorios palestinos ocupados, un periodista israelí ha corregido al tribunal de La Haya diciendo que Israel no ocupa Cisjordania, y que en realidad son los colonos judíos radicales de Cisjordania quienes están ocupando Israel. Y esto no es una simple ironía, sino algo muy cierto, con todo lo que implica.
Una nota personal: un amigo israelí judío que vive en Tel Aviv me ha dicho este mes de julio que cuando se jubile, dentro de tres años, emigrará a Occidente, es decir hará yeridá. Está pensando en España o Italia como lugares de residencia, todavía no se ha decidido. Hasta hace poco mi amigo era un likudnik radical pero repentinamente ha llegado a la conclusión de que Israel es cada día más inhóspito. Desempeña una profesión liberal y no le falta dinero; puede vivir en cualquier parte del mundo que elija. Probablemente no es un caso único. El país se está volviendo rápidamente más extremista y menos acogedor para los judíos de todo el mundo, una tendencia que no arranca con la guerra del 7 de octubre sino que viene de antes, y que supone una amenaza existencial para el futuro del estado judío.
Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.
Este artículo fue publicado originalmente en Globalter.
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