Gráfica feminista: En el muro de la memoria

Ana de Blas

Al teclear artivismo el corrector de textos se rebela. Tal palabra, un acrónimo que suma arte y activismo, no existe en los diccionarios. Y sin embargo el artivismo, singularmente el feminista, está inundando nuestros muros –virtuales o de ladrillo–, al igual que ocurrió en los años setenta. Subido a la ola reivindicativa de las mujeres en España, Estados Unidos, toda América Latina o la Europa del Este, el arte urbano activista quiere formar parte de su empuje.

Women´s March on Washington. Kelly Willis. The Amplifier Foundation.

Mass culture, de América a Lavapiés

Algunas de estas imágenes serán los nuevos clásicos de la cultura popular. Tampoco se descarta que los mensajes se trivialicen hasta el exceso, reproducidos en bolsas o camisetas por los mercadillos –ahora son digitales–, como ocurre con el viejo icono Rosie The Riveter en el We can do it!, una ilustración (de J. Howard Miller, 1943) que nació como propaganda de la Westinghouse Electric, con su típica badana en el pelo y mostrando la fuerza de su brazo. El gesto, entonces patriótico, de la mujer que entraba a la fábrica en ausencia de los hombres en plena guerra, es ahora una actitud “feminista”: eso es lo que los teóricos llaman “resignificar”. Un cartel y una pose recreados una y otra vez por las ilustradoras, como ha hecho recientemente Ana Juan –valenciana de 1961, con un Premio Nacional de Ilustración en 2010 y decenas de portadas de The New Yorker– para la revista “Mujeres” de El Diario.

We can do it! J. Howard Miller, para Westinghouse Electric (1943).
Portada de la revista “Mujeres” (ElDiario.es). Ana Juan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo mismo pasa ya con la foto de Ángela Davis en los setenta que el famoso diseñador Frank Shepard (EE UU, 1970), alias Obey, ha reinterpretado. Este mismo artista-activista, autor del póster “Hope” para Barack Obama que dio la vuelta al mundo con el rostro del primer presidente negro de los Estados Unidos, tiene una extensa serie de afiches feministas, algunos tan reconocibles como los We the people que representan a mujeres hispanas o negras. Al igual que él, muchos creativos cercanos a causas sociales han aportado trabajos para el feminismo y otros movimientos en América. Decenas de esos carteles forman parte del fondo de The Amplifier Foundation, un sitio que se define como “un laboratorio de diseño” dedicado a amplificar las reivindicaciones a través del arte: es el caso, por ejemplo, del Women are perfect de Jessica Sabogal, una destacada artivista con stencils y muralista, residente en San Francisco. Más de un centenar de esas obras, presentadas para la convocatoria abierta en la Women´s March de 2017 han sido seleccionadas para una exposición itinerante en EE UU, “Hear our Voice”. Cada pieza y cada artista continúan inspirando a las activistas por los derechos de las mujeres.

Angela Davis en un cartel de Frank Shepard, Obey.
Un bolso con la Angela Davis de Obey

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

We the people. Obey. The Amplifier Foundation.
Los participantes suben por State Street hasta el Capitolio del Estado de Wisconsin durante la manifestación de Madison WI por la Women´s March. 21 de enero de 2017. Amandalynn Jones /Wikimedia Commons.
Women are perfect. Jessica Sabogal. The Amplifier Foundation.
Perfection. Jessica Sabogal. The Amplifier Foundation.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hear our voice. Liza Donovan. The Amplifier Foundation.

“Llegué a Madrid en medio de la expansión de ese feminismo urbano, con el antecedente de haber visto en mi país lo que llamamos la gráfica popular mexicana”, explica la periodista Gloria Serrano (México, 1977), que ha convertido su vivencia en nuestra capital en un recorrido visual por las huellas de la movilización de las mujeres. Ella acaba de presentar en el espacio La Nau de Lavapiés la exposición “Cuida tus alas”, un reportaje fotográfico para documentar un momento álgido. “La gráfica urbana desaparece a la semana siguiente, se retiran los carteles o se borran los grafiti, he querido registrar lo efímero”. Gloria Serrano vino de México con el ritmo y los saberes de la escuela del Nuevo Periodismo latinoamericano, donde se enseña y practica un periodismo “del saber mirar y saber decir, con agenda propia”, explica esta autora que colabora en El Salto o en Altaïr.

Fotografía de Gloria Serrano en la exposición Ciudad tus alas. Madrid.

 

Fotografías de Gloria Serrano en la exposición Ciudad tus alas. Madrid.

“Uso la fotografía como un rescate”, afirma, mientras sigue retratando trozos de la ciudad –tiene más de 60 archivos– para que no se pierdan esas huellas. “En mi país, a partir de aquella exposición sobre la gráfica popular surgió incluso un programa de televisión, se expuso no solo el arte de la protesta, también el grafismo comercial o los carteles de la lucha libre, que allí es parte de la cultura de masas”, añade. “La mayoría son anónimos o fruto de autorías colectivas. Todo esto retrata un tiempo importante y la verdadera riqueza de lo que va pasando”. El propio título de la obra procede de uno estos grafiti, “Cuida tus alas, hermana”: “Es un mensaje que apela a la sororidad, a la libertad, plasmado en una caligrafía estilizada. En cualquier ciudad el arte también está en las calles, dialoga con los transeúntes.”

Cuida tus alas, hermana. Fotografía de Gloria Serrano. Madrid.

“Guerrilla gráfica llamando al paro”

En España, son decenas las ilustradoras que se identifican como artivistas. Ellas –Amalia Torres o Inma Ramos, entre otras– respondieron al llamamiento de Feminismos Madrid, cuando en febrero de 2017 creó la cuenta Artivismo Feminista para iniciar una “guerrilla gráfica llamando al paro y movilizaciones del 8M”. Las más afortunadas de las ilustraciones creadas entonces se han convertido en recurrentes en las redes feministas, como iconos del movimiento por la huelga de mujeres que se inició el año pasado y que en 2018 ha desbordado todas las previsiones de movilización en nuestro país.

Ilustración de p.nitas (Inma Ramos) para la cuenta Artivismo Feminista.
Ilustración de Amalia Torres para la cuenta Artivismo Feminista.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Do women have to be naked to get into the Met. Museum? Guerrilla Girls.

Las promotoras de la idea conocían bien la imagen negra y roja del International Women´s Strike, Paro Internacional de Mujeres, lanzado desde Polonia y Argentina y que rápidamente prendió en más de 30 países, así como los iconos de la Women´s March, otro evento con vocación global que ya había llamado la atención de las feministas de todo el mundo meses antes. La multitud de adaptaciones locales en forma de pasquines, pegatinas, folletos o chapas que ya todos reconocemos es hija de este grafismo básico de siluetas en negro –el color de las movilizaciones del Este europeo–, en rosa –usado en el movimiento feminista estadounidense– o en violeta –el color simbólico más reconocido del movimiento feminista en muchos países–. Una identidad visual creada en estos dos últimos años y que se unirá a la memoria de lo que vivimos, junto al puño feminista o las máscaras de gorila y los anuncios de las Guerrilla Girls –“la conciencia del arte”–, verdaderas decanas del artivismo. Ahora mismo, el 23 de marzo, las activistas polacas han vuelto a sacar a la calle su silueta negra en la “Strajk Kobiet”, Huelga de Mujeres, con la que están llenando el cielo de Varsovia de humo negro para parar la reforma de la ley del aborto que se tramita en el parlamento nacional.

Cartel del Paro Internacional de Mujeres. 2017.
Huelga de Mujeres de Polonia. 2017-2018.

Buscando en la biblioteca errante

“Yo soy bibliotecaria, no relaciones públicas”, dice Marisa Mediavilla Herreros en un pequeño despacho madrileño, ocupada en preparar materiales para el próximo encuentro de la red de bibliotecas de mujeres, que celebrará en Sevilla su 25 aniversario. Ella es la fundadora de la Biblioteca de Mujeres de Madrid, una colección que nació en 1985 para reunir el mayor número posible de documentos sobre las mujeres, incluyendo aquellos que usualmente no se considera que merezca la pena guardar: además de sus más de 25.000 libros y “literatura gris” –de Jornadas, Encuentros–, Mediavilla atesora revistas, tebeos, fanzines, carteles y hasta chapas, especialmente los creados por los grupos de mujeres. Es decir, aquellos documentos que no se encuentran en los depósitos de las instituciones, sindicatos o partidos políticos. De manera que esta Biblioteca, creada en otro momento álgido del movimiento feminista en España, es un enorme testimonio literario y gráfico de la historia de las mujeres. Un trozo del mural de nuestra memoria, donde el material efímero ha sobrevivido para las generaciones posteriores, gracias a las muchas horas de trabajo no remunerado de todas las que durante más de 30 años han colaborado con la propia Mediavilla.

Marisa Mediavilla, fundadora de la Biblioteca de Mujeres de Madrid. Marzo de 2018.
Mujer, vence tus obstáculos. Asociación de Amas de Hogar de Aluche, 1976. Ilustración Nuñez. Biblioteca de Mujeres.
Que la mujer decida, derecho al aborto. Biblioteca de Mujeres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mujeres Gitanas de Granada Roma. Biblioteca de Mujeres.

 

Colectivo Feminista. Ilustración de Pilar Comente. Biblioteca de Mujeres.

“El premio real sería un espacio”, aclara enseguida la veterana feminista, que en los últimos tiempos ha ocupado páginas de prensa con el reconocimiento que le otorgó en 2017 el Gremio de Libreros de Madrid y con la campaña iniciada en 2011 por las Amigas de la Biblioteca, “Por un espacio propio”. Una habitación propia, parafraseando a Woolf, que persigue esta bibliotecaria hoy jubilada pero no desocupada: ella continúa almacenado cajas y materiales sin rendirse en su objetivo de lograr un centro adecuado para un tesoro documental que donó en 2006 al Instituto de la Mujer. Los fondos se conservan en el Museo del Traje de Madrid, donde se ha automatizado una buena parte y es posible consultarlos parcialmente, previa petición. Muchos de los documentos reunidos por esta y otras colecciones están pendientes de digitalización. Así, en la red española, el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz, de Bilbao, ha subido a la web muchos materiales del feminismo en el País Vasco, incluyendo también sus viejos afiches. “Las mujeres somos en parte responsables de nuestra propia invisibilidad”, explica mientras muestra algunos de los más de 1.800 carteles que ha conseguido reunir y catalogar. Parte de ellos, los correspondientes a las manifestaciones del 8 de marzo, se pueden ver en la web gracias a la ayuda de Michelle Renyé, alojados en la página “Mujer palabra”. “Muchísimas no ponemos firma, ni fecha, en lo que pintamos o en lo que escribimos, cuánto más en estos carteles… a veces no sale ni quién convoca, mientras los hombres sí lo hacen”.

Colectivo Feminista. Biblioteca de Mujeres.   
Mujeres libres por una sociedad libre. Organización Democrática de la Mujer Iraní, 1985. Biblioteca de Mujeres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liga Comunista Revolucionaria. Emakumeen Documentazio Zentroa.
Carteles pertenecientes al Emakumeen Documentazio Zentroa.

El eco del diseño setentero

Este fondo gráfico, en el que hay pósteres desde 1976 hasta hoy mismo, nunca ha sido objeto de una exposición específica. Aborto, arte, deportes, educación, lesbianismo, sexualidad, salud o violencia son algunos de los temas de su catálogo. “Son fuentes de la memoria del tiempo, de la historia de las mujeres. Este valor está incluso en la literatura popular, podemos ver lo que hay más allá de la propia narrativa. También nos hablan de un momento las ilustraciones, los colores, los formatos… hemos llegado a reunir la mejor colección pública de tebeos para mujeres”, añade con orgullo la bibliotecaria, cuando recuerda a algunas dibujantes que marcaron una época, como Núria Pompeia o Sara Presutto con su personaje Pepitina, en las viejas páginas de las revistas feministas –Vindicación Feminista, La Sal– de los setenta y ochenta. Núria Pompeia (así firmaba la barcelonesa Nuria Vilaplana Buixons), murió el día de Navidad de 2016 a los 85 años, dejando tras de sí el mérito de haber sido la pionera del dibujo feminista más conocida en España. Sus primeras viñetas se publicaron en 1969, en pleno franquismo, en la revista Oriflama. En 2012 el Colegio de Periodistas de Cataluña dedicó una retrospectiva a esta maestra del humor ácido capaz de sortear la censura, autora de varios libros de relatos ilustrados feministas – Maternasis (1969), Mujercitas (1975)– que asombrarían por su vigencia a muchas artivistas contemporáneas. Marga Castaño, Emma Gascó, Itxasne, Jone Bengoa, María Hesse… son algunas de sus sucesoras hoy en los medios.

Ilustración de Mujercitas (1975), de Núria Pompeia.

Las líderes de opinión feminista del momento actual citan reiteradamente el pensamiento de las grandes feministas de la tercera ola, y no es casualidad que las propias Angela Davis o Gloria Steinem hablaran a la multitud reunida en la Women´s March, justo después de la toma de posesión de Donald Trump en la Casa Blanca, un presidente capaz de usar el lenguaje más misógino que se recuerda en ese cargo. Ese afán de conectar las glorias del pasado con el presente que anima a la nueva ola feminista se refleja en las artes gráficas. Mientras decenas de afiches de The Amplifier Foundation tienen un deliberado aire hippie –ahí está Kelley Wills como muestra–, entre nosotros una activista como María Bastarós quiso actualizar otro viejo mito feminista en un trabajo para el 8M: la famosa imagen de Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes, las fundadoras de Ms. Magazine, con el puño levantado, posando para el fotógrafo Dan Wynn en 1971. Esta foto, publicada por primera vez en la revista Esquire, sigue siendo uno de los símbolos del empoderamiento femenino.

8 de marzo. Casa de la Mujer, Zaragoza. Diseño de María Bastarós.

De aquí a las vanguardias

En no pocas ocasiones, la cita al estilo gráfico viaja aún más lejos, y los artistas buscan en el periodo de las vanguardias sus referencias: el mismo Obey que reinterpreta el art déco puede utilizar a menudo el lenguaje visual del viejo constructivismo ruso. A miles de kilómetros de Moscú o de San Francisco, el aragonés Chorche Paniello Puig guarda en su “Centro de Recuperación de Pegatinas” una curiosa serie de “versiones” modestas de una composición mítica, el Lengiz realizado por Alexandr Ródchenko en 1924 para la Imprenta Estatal de Leningrado, animando a leer al proletariado. El rostro de la mujer que fotografió Ródchenko para esa obra, la escritora y cineasta Lilya Brik, viajó también a la manifestación madrileña del 8M pasado, impreso sobre la pancarta de “Las periodistas paramos”. No en vano el diseño gráfico como “arte útil” fue una de las disciplinas favoritas de las vanguardias rusas; también aquí mismo, el muy rojo “Blog del viejo topo” da entrada a una perfecta documentación sobre la “Iconografía y estética de los carteles sobre el 8 de marzo en la URSS”.

Lengiz. Alexandr Ródchenko. 1924.
Pegatinas basadas en el cartel de Ródchenko. Centro de Recuperación de Pegatinas.
Ilustración de la pancarta #LasPeriodistasParamos, 8 de marzo de 2018.
Mujeres emancipadas, ayudad a construir el socialismo. Strahov-Braslavskiy, 1926. Museo Estatal de Historia de Moscú. Recogido en El Blog del Viejo Topo.
Treat women as equals. Anita Kunz. De la exposición “Women´s Rights are Human Rights”.

 

¡Defenderá la paz, la libertad, la felicidad! 8 de marzo. O. Maslyakov, 1969. Recogido en El Blog del Viejo Topo.

Y tampoco es difícil, por ejemplo, seguir la pista del grafismo de entreguerras en el Treat women as equals de la canadiense Anita Kunz (Toronto, 1956), una de las más destacadas ilustradoras del mundo. Un póster que forma parte de la exposición internacional “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”, muestra en carteles sobre la desigualdad, la violencia y la discriminación basadas en el género comisariada por Elizabeth Resnick. De nuevo en España, hasta el 15 de abril es posible retroceder hasta el año 36 en la exposición “Mujeres Libres, precursoras de un mundo nuevo”, un reconocimiento a la agrupación feminista surgida en el seno del movimiento libertario, a través del material gráfico de la Fundación Anselmo Lorenzo, en Madrid, que guarda la memoria de la CNT. Mientras en Córdoba, en el Teatro Principal y hasta el día 20, los recortes de prensa, fotos y pasquines guían por la “Historia viva de las mujeres”, una
muestra sobre la incidencia política, social y cultural de las organizaciones feministas en los últimos 25 años.

Mujeres Libres, CNT
¡Mujeres! Agrupación de Mujeres Libres de Chamartín. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, CNT

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Servirá de algo más que para ejercitar nuestra cultura visual crear y atesorar tantos carteles, portadas, viñetas…? ¿y qué son frente al poder establecido tantas huelgas, manifestaciones, publicaciones, jornadas feministas, de las que dan testimonio? No es fácil responder cuando los resultados no son inmediatos, aunque seguramente toda revolución en marcha, y nada lo es más que esta de las mujeres del mundo, necesite de personas que den forma a sus símbolos, y de otras que los recojan para legarlos a nuestras hermanas del futuro.

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