En mi artículo anterior “Despilfarro alimentario y el aumento del hambre”, mencioné al final del mismo el concepto de Glocalismo. Es por ello que quiero compartir en esta ocasión una breve síntesis del significado y alcance de tal concepto como alternativa al capitalismo.
Glocalismo procede del término Glocalización como híbrido de otras dos palabras bien conocidas: globalización y localización. Según Wikipedia, Glocalización es un término que se desarrolló inicialmente en la década de 1980 dentro de las prácticas comerciales de Japón. El concepto procede del término japonés «dochakuka» (derivada de dochaku, “el que vive en su propia tierra”) y ha sido utilizado, y lo sigue siendo, por otros muchos autores, en especial, por el filósofo y sociólogo polaco Zigmun Bauman.
En mi caso, a principios del año 2011 afloró con gran fuerza en mi mente la idea de Glocalismo sin saber de su existencia previa, para dar título a la obra que en esos momentos estábamos escribiendo Emilio Carrillo Benito y yo. Bien es verdad, que unos meses antes supe del lema “piensa globalmente, actúa glocalmente”, quedándoseme grabado el interesante concepto de lo glocal (global y local). Tras reflexionar durante un tiempo sobre los términos Glocalismo, Glocalización y lo Glocal, a la vez que buscaba por internet sus significados, comprendí que estaban poco desarrollados o bien no se adaptaban al significado profundo que yo les quería dar. Por tanto, les di un significado más holístico definiendo Glocalización como “Acción y efecto de preservar lo local de todo aquello que provenga de forma global y no sea beneficioso para la biodiversidad que lo recibe”. No obstante, tras esta definición corta, las implicaciones que le doy a Glocalismo son mucho más amplias y profundas.
Aparte de tomar en consideración que lo local y lo global (lo glocal) son las dos caras de la misma moneda (toda acción local produce efectos globales y toda acción global produce efectos locales), he querido dar un significado más completo y definitivo al término Glocalismo. Pretendo definir con dicho concepto el nuevo sistema de relaciones humanas que está emergiendo en todo el planeta, como modelo alternativo del actual sistema capitalista. Y esto, desde mi punto de vista, está siendo posible gracias a que cada vez somos más las personas que apostamos por vivir una vida más sencilla, consumiendo únicamente lo necesario para llevar una vida digna (sobre todo productos locales, ecológicos, de comercio justo y de segunda mano), compartiendo con los más necesitados, cooperando en la creación de economías alternativas (como los bancos del tiempo, los mercados de trueque, las monedas sociales, las gratiferias,…) y, sobre todo, reverenciando y regresando a la naturaleza para construir nuevos modelos de convivencia en zonas rurales, ya sea recuperando pueblos y aldeas abandonadas o en estado progresivo de abandono, o bien, creando ecoaldeas en plena naturaleza. En ambos casos, el abastecimiento de los productos de primera necesidad sería de producción propia. Por tanto, la nueva organización social glocalista evolucionará hacia un mundo de comunidades autosuficientes, apoyadas en las tecnologías de la autosuficiencia, generadoras de riqueza local (salud, educación, empleo, cultura, ocio, energía, alimentos, ropa,…) y amparadas en una política glocal.
Quiero aclarar también, que la obra “Glocalismo” se debe entender dentro del contexto de continuidad del libro “La Huelga Tranquila”, sobre todo de su epílogo, donde se proyecta desde mi interior mi gran certeza de que un mundo mejor es posible a través de una visión o versión de la realidad que deseo para mí, pero sobre todo para mi hijo y para las generaciones venideras. A esta, llamémosle utopía o ideal del mundo que ha de venir, la considero mi versión particular de la realidad a la que también me gusta llamar la Visión del Mundo que Queremos o filosofía glocalista.
Por experiencia, soy consciente del gran poder que tienen nuestros pensamientos sobre nuestra vida cuando son acompañados por ciertas emociones y sentimientos, pues siempre terminan materializándose en nuestra realidad sin que haya ningún tipo de limitación. Lo que ocurre, sin embargo, es que la mayoría de las veces son nuestros pensamientos inconscientes los que dominan nuestras vidas e impiden el cumplimiento de nuestros deseos. Aunque esto también está cambiando, pues cada vez somos más los que conducimos nuestras vidas de forma más consciente.
Y a nivel colectivo, cuanto mayor sea el número de personas que piensen y sientan que un mundo mejor está a nuestro alcance, tanto más fácil será que se pueda lograr. Pero, de igual manera, si hay gran número de personas que no creen en un mundo mejor, o bien, sí que creen, pero no saben qué tipo de mundo mejor quieren ni cómo llegar a él, o bien, sí que lo saben, pero se enfocan en los miedos, es decir, prestan más atención a lo que no quieren del mundo en el que viven (crisis económica, guerras, hambre, destrucción medioambiental, etc.), entonces de igual manera podría retrasarse el logro de ese mundo mejor. Dicho de otra manera: si cada vez somos más las personas que creemos que un mundo mejor es posible, que además intuimos o sabemos cómo podríamos construirlo, deseándolo de todo corazón primero y entregándonos a su realización después, entonces, tarde o temprano, lograremos hacerlo realidad. Para ello es necesario que cada uno de nosotros comparta su propia versión de la realidad y, al mismo tiempo, nos interesemos por conocer la de los demás. De esta manera, lo mejor de las versiones más conocidas tendrá enormes posibilidades de llevarse a cabo.
El Glocalismo nunca deberá convertirse en una ideología que adoctrine, sino que deberá permanecer siempre como un ideal o utopía posible de alcanzar.
La Visión del Mundo que Queremos (mi versión de la realidad), expresada con mucho sentimiento y gran confianza para su cierta materialización presente y futura, la he decidido compartir y difundir, principalmente a través de los libros “La Huelga Tranquila” y “Glocalismo”, con la intención de que todas las personas que aún no tienen claro qué clase de mundo mejor desean ni cómo conseguirlo, encuentren en ellos ideas para construir su propia versión de la realidad como ideal sobre el que orientarse y trabajar. No obstante, tengo claro también, que Glocalismo nunca deberá convertirse en una ideología que adoctrine, sino que deberá permanecer siempre como un ideal o utopía posible de alcanzar. Lo importante no es el concepto en sí, sino el significado profundo que alberga, con capacidad de “echar raíces” en el corazón de muchos seres humanos, independientemente del nombre que se le quiera dar.
Sentir y pensar que cada uno de nosotros es tremendamente útil y necesario en la construcción de un mundo mejor y más justo, nos llevará a crear ese Mundo que Queremos. Creer es crear. Y creer juntos en una misma o similar versión de la realidad, es cocrear. Lo importante no es creer en mi Visión del Mundo que Queremos, que desde el año 2009 vengo desarrollando y, al mismo tiempo, enriqueciendo con otras versiones de la realidad de otros muchos autores. Lo importante es que cada cual tenga suficiente confianza, compromiso y perseverancia en la realización de la Visión del Mundo que desea para sí y para los demás. Una vez que tengamos claro hacia qué clase de mundo mejor queremos ir, pongámonos en marcha y avancemos con determinación hacia su logro. Compartamos con los demás la forma de hacerlo. Cooperemos, en la medida de nuestras posibilidades, con todas y todos los que avancen en el mismo sentido, sin perder tiempo y energías en propiciar la destrucción del injusto sistema capitalista actual, que por sí solo irá desmoronándose conforme vaya creciendo dentro y fuera de nosotros el ideal de un mundo mejor. De esta manera construiremos un nuevo modelo de relaciones humanas más justo y solidario. Pero para ello es preciso, además, que primero seamos coherentes en nuestras vidas cotidianas, sobre todo en lo relacionado con el consumo consciente y con el estilo de vida que llevamos.
“La imaginación lo es todo, es el avance de lo siguiente que atraerá la vida” -Albert Einstein- |
Muy instructivo. La idea de una ecoaldea me encanta.