García-Page es el único superviviente del triunvirato a través del que González y su exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, hacían valer su influencia en el PSOE.
Por Jayro Sánchez | 3/06/2024
El presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha vuelto a escalar la tensión de la pugna entre los «intransigentes anticatalanistas» del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y su actual secretario general y jefe del Gobierno, Pedro Sánchez.
En una rueda de prensa convocada anteayer, el dirigente anunció que solicitará al Consejo Consultivo autonómico manchego el informe preceptivo necesario para presentar un recurso de inconstitucionalidad contra la ley de amnistía ante el Tribunal Constitucional.
García-Page ya había avisado con anterioridad a Sánchez y sus partidarios de que no estaba dispuesto a aceptar la aprobación de una medida que cree que vulnera el derecho de igualdad jurídica que, según el artículo 14 de la Constitución de 1978, ampara a todos los ciudadanos españoles.
La calma que precede a la tormenta
Por eso ha seguido el ejemplo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y de otros líderes regionales del Partido Popular (PP), quienes también han iniciado los trámites requeridos para exponer el caso ante el órgano judicial encargado de dirimir si la norma se ajusta o no a los límites del marco constitucional.
El toledano ha sido astuto, ya que ha sabido desmarcarse de la línea oficial del PSOE en un momento en que Sánchez no puede actuar. Para castigarle por su sublevación, este tendría que desviar su atención de la campaña por las próximas elecciones europeas, en las que las encuestas prevén una gran victoria de los conservadores y los ultraderechistas.
Además, el manchego cuenta con el respaldo del «emperador» Felipe González y de su «vieja guardia» del PSOE, así como con la sólida base que le otorga el hecho de haber obtenido la única mayoría absoluta socialista en los parlamentos autonómicos.
Represalias
Otro de los antiguos hombres más poderosos del PSOE, el expresidente de Aragón y ahora senador Javier Lambán, fue multado por ausentarse de la Cámara Alta cuando, hace dos semanas, se sometió a votación la ley de amnistía en ella.
García-Page y Felipe González defendieron su actuación, cerrando filas para ocultar la ausencia de un antiguo aliado que se ha alejado de ellos: el expresidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.
Hace no muchos años, el antiguo médico forense badajoceño rechazaba con vehemencia la posibilidad de pactar con los independentistas catalanes que habían organizado el 1-O y era uno de los «capitanes» de la facción moderada y antisanchista agrupada en torno a la expresidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.
Deserciones
La candidatura de la política sevillana a la secretaría general de la formación fue derrotada por la del actual presidente del Gobierno en las primarias socialistas de 2017. Vara acabó siendo reabsorbido entre los partidarios de Sánchez. Era consciente de que esa guerra había acabado, pero siguió mostrándose crítico con los que planteaban una política de entendimiento hacia el catalanismo independentista.
Sin embargo, tras las elecciones autonómicas de 2023, adquirió una deuda con su antiguo enemigo. Aunque no tenía los escaños suficientes como para conservar la sede del Ejecutivo regional en Mérida y se enfrentaba a la posibilidad de abandonar su vida política, el sanchismo le ofreció una salida muy generosa: aceptar la vicepresidencia segunda del Senado.
Parece que el presidente y sus asesores, entendiendo que si ganaban las generales del pasado julio podían enfrentarse a una legislatura bastante complicada, decidieron neutralizar a uno de sus mayores enemigos internos aprovechando la debacle de las regionales.
El último superviviente
García-Page es el único superviviente del triunvirato a través del que González y su exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, hacían valer su influencia en el PSOE. Lambán ha visto reducida su parcela de poder al perder Aragón, y Vara ha cambiado sus lealtades para no ser arrollado.
Pero el barón de Castilla-La Mancha sigue siendo un adversario formidable para los sanchistas, y más con la derecha y la ultraderecha avanzando sus posiciones en España y la Unión Europea (UE).
Uno de los asuntos urgentes que el nuevo «emperador» debe resolver es el del presidente manchego. O lo obliga a rendirse y lo suma a sus «legiones», como ha hecho con Vara, o lo destruye sin titubear. Está por ver qué elección toma, cómo la lleva a cabo y cuáles son sus consecuencias.
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