Francisco Javier Núñez, víctima de la violencia policial en 1977

se encontró con una manifestación en el centro de Bilbao, cuando regresaba a su casa con su hija Inés, que entonces tenía tres años, y que fue golpeado brutalmente por la Policía Armada, sin motivo alguno, cerca del portal de su domicilio

Por Angelo Nero

Era el primero de junio de 1977 y el diario El País, señalaba en su portada la dimisión del Presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda que explicó su dimisión “por no considerarse la persona indicada para presidir y porque su permanencia confundiría el claro y nítido papel de la Corona”. Aunque en el mismo artículo se señalaba que su decisión “podía guardar su falta de aceptación en determinadas instancias, como consecuencia de su biografía política.” Recordemos que Fernández Miranda, al que presentaron como uno de los artífices de la Transición, junto a Adolfo Suárez y a Juan Carlos I, tenía un historial al servicio de la dictadura difícil de camuflar: procurador a las Cortes Franquistas, ocupó varias direcciones generales en los ministerios de educación y trabajo, hasta llegar a ocupar la Secretaría General del Movimiento, de 1969 a 1964 -cargo que también ocupó Suárez-, y llegó a suceder de forma provisional en la presidencia del gobierno a Carrero Blanco, ya que ocupaba el cargo de vicepresidente, en el momento en que ETA acabó con su vida.

Otro de los titulares del día, que ocupaban buena parte de la portada era: “Importantes negociaciones hispano-sauditas. El Príncipe Fahd recibido por el Rey.” Entonces la prensa de todo signo bendecía las relaciones del monarca con sus amigos sauditas, que venían a financiar una democracia de comisiones y pelotazos, empezando por el jefe del estado, al que hoy le llaman el Emérito, y que no es casualidad que después de ser obligado a abdicar por los muchos escándalos que ponían en peligro la institución de la corona, se fuera a vivir su retiro de oro a Abu Dabi.

Pero el titular que me interesa, de ese primer día de junio de 1977, aparece más discretamente en las páginas de interior, y en el se hace la crónica de un crimen, pero en el que se emplean todos los medios para ocultar al asesino: “Muerto en Bilbao tras obligado a beber coñac y aceite de ricino”. Podría ser una de las muchas crónicas negras que llenaron las páginas del semanario de sucesos El Caso, que se editó en Madrid entre los años 1952 y 1997, y donde, por cierto, había un periodismo de investigación que ya quisieran muchos de los tabloides de hoy en día. No deja de ser irónico, si no fuera trágico, que en la primera página del diario dirigido entonces por Juan Luís Cebrián, apareciera el anuncio del brandy Fabuloso, “el sabor del éxito”. El verdadero éxito fue el de la transición, de meter bajo la alfombra de la democracia tantos muertos. Pero vayamos al artículo en cuestión:

En el hospital civil de Bilbao se produjo el pasado lunes la muerte de Francisco Javier Núñez, de 38 años de edad en circunstancias que no han sido aclaradas. El fallecimiento se produjo como consecuencia de una fuerte afección de cirrosis hepática provocada, según declaró a EL PAÍS la familia del señor Núñez, por el hecho de haberse visto obligado éste a ingerir una gran cantidad de coñac y aceite de ricino.

Según un hermano de Francisco Javier Núñez, los hechos se produjeron de la forma siguiente: el pasado 15 de mayo, durante la celebración en el País Vasco de la semana pro amnistía, el señor Núñez, domiciliado en la calle del General Eguía, número 13, de Bilbao, se encontraba en la citada calle comprando periódicos cuando fue golpeado por efectivos antidisturbios de la Policía Armada, a consecuencia de lo cual sufrió varias contusiones. Según las mismas fuentes familiares, el señor Núñez acudió el día 17 de mayo al juzgado de guardia del Palacio de Justicia, de Bilbao, para denunciar tales hechos, siendo golpeado a la salida del mismo por un grupo de personas, de las que el hermano de Francisco Javier Núñez no pudo precisar su identidad, ya que según sus declaraciones, su hermano no estaba en condiciones de poder contarlo. Tampoco pudo precisar en qué lugar exacto se produjo la agresión. Los mismos individuos obligaron a ingerir a Francisco Javier Núñez una botella de coñac y otra de aceite de ricino, a consecuencia de lo cual tuvo que ser hospitalizado por sufrir fuertes vómitos de sangre. La familia aseguró, asimismo, que el señor Núñez padecía cirrosis hepática, enfermedad que tenía controlada. Tras seis días de hospitalización en el pabellón Jado del citado hospital de Bilbao, falleció en la mañana del pasado lunes.

En contra de los rumores que circularon ayer en Bilbao sobre los supuestos malos tratos por personas sin identificar recibidos por Francisco Javier Núñez, el secretario general de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, Emilio Rodríguez, declaró a EL PAÍS que era rigurosamente falso que Francisco Javier Núñez hubiese acudido a ninguna comisaría para presentar denuncia alguna, y que no se habían producido los hechos a los que se refiere la familia del fallecido.

Por su parte, el doctor Fariñas, del cuadro médico del hospital civil de Bilbao, que atendió durante su enfermedad y muerte a Francisco Javier Núñez, confirmó que el fallecimiento había sido, efectivamente, a consecuencia de una cirrosis hepática que el difunto tenía diagnosticada desde hacía cinco años, pero que en el momento en que fue ingresado en el hospital presentaba contusiones en la espalda y en las nalgas.”

Lo que no contaba la crónica del diario madrileño es que Francisco Javier Núñez, era un pacífico profesor de matemáticas que durante aquella Semana Pro-Amnistía se encontró con una manifestación en el centro de Bilbao, cuando regresaba a su casa con su hija Inés, que entonces tenía tres años, y que fue golpeado brutalmente por la Policía Armada, sin motivo alguno, cerca del portal de su domicilio. Que estuvo dos días en cama, como resultado de las contusiones derivadas de la actuación policial, y que, considerando aquello una injusticia, fue al juzgado a denunciar los hechos, y fue en el mismo juzgado -no olvidemos que los jueces, policías y funcionarios franquistas no fueron depurados-, donde avisaron a los policías que lo habían golpeado, que lo obligaron a entrar en una furgoneta, donde le forzaron a beber con un embudo una botella de coñac y aceite de ricino. Ingesta que con su enfermedad crónica fue un cóctel mortal, que le provocó una larga agonía que se prolongó trece días, hasta su muerte.

Cómo era la tónica habitual en estos casos, no hubo una investigación sobre el crimen, nadie fue encausado, la impunidad fue total, y no fue hasta febrero de 2021, que fue reconocido como víctima de abusos policiales, en un encuentro entre el secretario de estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, y la hija de Francisco Javier, la abogada bilbaína Inés Núñez de La Parte, donde también estuvo presente el delegado del gobierno en la CAV, Denis Itxaso, que declaró: «El reconocimiento del daño que le causaron unos agentes de la Policía es una oportunidad más para avanzar de modo compartido en materia de víctimas, memoria y convivencia. Este tipo de atrocidades requiere de todos una memoria crítica, clara y honesta. Y eso necesariamente implica el reconocimiento del daño injusto que se infligió a Francisco Javier Núñez».

https://www.eitb.eus/es/television/programas/las-huellas-perdidas/videos/detalle/4051446/video-testimonio-ines-nunez-hija-francisco-javier-nunez/

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