Varios ejércitos privados de mercenarios podrían hacerle el ‘trabajo sucio’ a Francia para sofocar las revueltas en Níger, Malí o Burkina Faso.
Por Redacción NR
Los recientes cambios de régimen en países como Burkina Faso, Malí y Níger han sacado del poder a gobiernos títeres de París y amenazan con un efecto dominó en África Occidental.
Este fenómeno preocupa al Palacio del Eliseo, que observa como las ex colonias están cortando los lazos comerciales, energéticos y militares que mantenían con la ex potencia colonizadora. Francia estaría estudiando opciones para tratar de sofocar y revertir la revuelta patriota que vive la región. Y estas medidas parece que irían más allá de las sanciones económicas. Pero una intervención militar directa, incluso con países africanos aliados de París, parece que quedaría descartada ya que no cuenta con el apoyo de los respectivos parlamentos y generaría un mayor rechazo popular y sentimiento anti-francés en el continente.
Debido a este clima hostil, parece que Macron optaría por recurrir a mercenarios, compañías militares privadas que le hagan el ‘trabajo sucio’. Una carta que ya usó Francia durante los años sesenta y setenta con Bob Denard, conocido como el ‘Rey de los Mercenarios’. Estos grupos sembraron el terror e intervinieron en guerras civiles y golpes de estado en países como Zaire, Benin, Guinea-Conakry, Angola o Nigeria. Siempre, evidentemente, al servicio de los intereses imperialistas occidentales.
En la actualidad, pequeños ejércitos privados franceses ya operan en África para brindar servicios de seguridad y defender los intereses de grandes empresas extranjeras afincadas en el continente. Por ejemplo, las empresas militares Geos y Anticip se encuentran en Nigeria, mientras que en Costa de Marfil están los mercenarios de Corpguard. O en Mozambique y Angola, donde están La Cofras.
Todo apunta que la intervención militar en Níger y los otros países rebeldes como Malí o Burkina Faso podría vehicularse a través de estos grupos que ya se encuentran activos en la región. Una carta menos arriesgada de cara a la opinión pública internacional y en especial, de cara a los pueblos africanos, que cada vez toleran menos la presencia militar francesa en sus territorios.
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