Por Ricard Jiménez
Cerca de unas 200 personas se concentraron ayer jueves a las 19 horas en Plaza Tetuán de Barcelona por tercera noche consecutiva.
Fletados por furgonas antidisturbios y con registros e identificaciones indiscriminadas en las diversas entradas a las plaza la noche parecía por momentos que iba a desarrollarse con más tranquilidad que las anteriores.
Sin embargo, una hora después, la concentración comenzaría a marchar. Momento en el que aparecieron cientos y cientos de personas más que se encontraban en los aledaños para evitar los encontronazos y pesquisas policiales.
Tras un par de quiebros entre las calles de Barcelona las tensiones empezaban a acrecentarse. Por un lado, la intimidación policial con un ingente número de ellos en formación, gritos y falsos amagos de carreras para cargar. Por el otro lado, comenzaron los lanzamientos de objetos y petardos.
Suena la sirena y se anuncia, «esto es un dispositivo policial, dispérsense», lo que daba pie a un reagrupamiento y movilización, de nuevo organizada, y con el fin de jugar al gato y al ratón con los antidisturbios.
No tardarían, en ese rifirrafe de busca y captura, en prenderse la primera barricada, que creó una descomunal columna de fuego.
Momento tenso en el que se incendió un árbol mientras se sucedían los lanzamientos de cristales y piedras. Entre tal maraña y peligrosidad tuvieron que retirarse varios vehículos, que finalmente no sufrieron daños. A destacar en este sentido la intervención de diversos periodistas ante la impasibilidad de la policía que permanecía en formación.
Entre tal embrollo fue el instante preciso que comenzaron las carreras por tal de barricar toda la zona de la ciudad para dificultar el paso de los antidisturbios.
Comenzaba también otra larga jornada para los bomberos.
Los manifestantes se dispersaban por todo lo largo y ancho del callejero hasta Paseo de Gràcia, donde ya se conformaban grupúsculos, que rápidamente eran disueltos, pero «inexplicablemente» por otros lados seguían poniéndose barricadas a las que la policía siempre llegaba tarde.
El grupo mayoritario de manifestantes, ya entre los abucheos de los vecinos, continuaban para retomar Paseo San Joan, a la vez que trataban de explicar a los vecinos el porqué, los motivos y motivaciones.
«Entiendo que le moleste, pero el container lo van a reponer, aquí está en juego nuestra libertad de expresión y la lucha por nuestros derechos y nuestro futuro, ya que eso a los jóvenes nos lo han arrebatado», gritaba uno de los manifestantes, para posteriormente disculparse con un «sentimos causarles molestias, pero no tenemos nada subjetivo e individual contra vosotros, ojalá no os quedarais cómodos en vuestras casas y os plantearais el porqué. Lo de Hasel prendió la llama, pero va más allá».
En paseo San Joan de nuevo, al escondite y reaparición, varias fueron las cargas policiales, heridos y detenidos, pero a pesar de todo, pasado el toque de queda seguían los disturbios, que poco a poco fueron diluyéndose.
Además de containers, vallas y obras, también fueron asaltadas algunas sedes bancarias y la sede de El periódico. Sin embargo, estos actos en la mayoría de los casos serían rechazados y disuadidos por los mismos manifestantes que mostraron su rechazo.
Hasta las últimas horas del día, a pesar de contar la movilización con poca o ya ninguna fuerza, los «ires y venires» de sirenas fueron un constante. Ambulancias, policía y bomberos.
Original en Contrainformación
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