El fin del capitalismo. (Parte 3 – Reflexión)

Por Francisco Gallego

Ver parte 1: El fin del capitalismo (parte 1 – colapso del sistema)

Ver parte 2: El fin del capitalismo (parte 2 – Soluciones)

Reflexión personal:

El problema al que nos enfrentamos es muy complicado. La crítica negativa al sistema capitalista no implica que vea como solución un simple cambio hacia el comunismo, cosa que me agradaría, pues el reto es mucho mayor que ese. El avance social y tecnológico que se avecina en el próximo siglo y en adelante traerá consigo problemas no sólo económicos, sino que replanteará totalmente el objetivo del individuo en la sociedad. Si no hacen falta obreros o millones de trabajadores en cualquier sector porque somos capaces de hacer trabajos cada vez más complejos con máquinas y además de forma sostenible (así debería ser) esto plantea cambios de la forma de vida del ser humano de hábitos que se han venido dando desde que dejó de ser nómada y se asentó para dar origen a las primeras civilizaciones.

La creencia de que todo el mundo debe trabajar (para producir) queda totalmente obsoleta, lo que en mi opinión debería llevar al individuo y al ser humano como especie a un desarrollo cultural, científico e intelectual mucho mayor, al nacimiento de una conciencia global y más apego a la naturaleza, en definitiva, a la potenciación de todas las capacidades del ser humano que no sean aplicables a la fuerza bruta del trabajo. Un cambio filosófico de como entendemos nuestra existencia.

Debemos ser conscientes de en que lugar de la historia nos encontramos. Vivimos una época de transición, donde se producen cambios tan rápidos y extremos que modifican por completo la forma de entender el mundo de cada nueva generación. Nuestro es el importante papel de que camino elegimos recorrer, un camino del que esta vez será muy difícil regresar si nos equivocamos. El siglo XXI no es un siglo más, es probablemente el más importante de la historia de la humanidad. Cada año que pasa sin que la humanidad responda quedará en la historia como un fracaso, pues equivale a dejar nuestros designios en manos de quienes moldean el mundo a su voluntad para su beneficio propio.

Mientras escribo estas líneas finales no puedo evitar pensar en que legado dejaremos para el futuro. Me inunda la desesperanza ante la idea de que mucha gente comparta estos ideales y no hagamos lo suficiente para luchar por ellos. Sin embargo esa lucha jamás puede abandonar el poder de la convicción, para hacer ver que, sólo cuando nos deshagamos del vil influjo que ejerce el poder del dinero sobre el ser humano y nos pongamos a nosotros y al planeta como centro y mayor preocupación global, sólo entonces, se producirá un cambio que valga la pena.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.