El primer discurso de Fidel Castro frente a la Asamblea General de la ONU ocurrió un día como hoy hace 61 años y permanece todavía entre los más críticos contra la filosofía de la guerra.
La alocución ocupó durante casi cinco horas la atención del foro y resulta una de las intervenciones más largas pronunciadas en el plenario.
Pero no es su longitud lo que más trascendió de aquellas primeras palabras del líder de la Revolución cubana ante el mayor organismo de la ONU, fue su acometida contra la brutal filosofía de la guerra.
La denuncia de numerosas acciones del Gobierno de Estados Unidos contra la Revolución cubana y el uso de la fuerza a través de la creciente carrera armamentista fueron los argumentos centrales del discurso que provocó repetidas ovaciones y aplausos.
Fidel Castro (1926-2016) criticó cómo se utilizaba la guerra para monopolizar a los países subdesarrollados y robar sus recursos, y arremetió contra la política estadounidense hacia Cuba y otras naciones de América Latina, Asia y África.
‘Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra’, dijo.
Además, evidenció cómo la carrera armamentista siempre ha sido un gran negocio para los monopolios, que como los cuervos ‘se nutren de los cadáveres que nos traen las guerras’.
Cuando el líder llegó el 19 de septiembre de 1960 a la ciudad de Nueva York era entonces el joven primer ministro cubano, adalid de una Revolución naciente que entorpecía los planes de Washington.
En las esferas de poder estadounidenses la animosidad contra la Revolución cubana había aumentado. Incluso, Fidel denunció un trato vejaminoso en el hotel Shelburne y entonces decidió alojarse junto a su delegación en el hotel Theresa, situado en uno de los barrios más pobres de Nueva York: Harlem.
Lo excluían de reuniones y encuentros oficiales, pero en los habitantes de Harlem -afroamericanos en su mayoría- encontró apoyo, admiración y una cálida acogida.
En el hotel Theresa, que cerró en 1967 y alberga ahora oficinas, recibió al defensor de los derechos civiles Malcolm X, se encontró por primera vez con el líder soviético Nikita Jruschov, y tuvo reuniones con el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, y el primer ministro indio, Jawaharlal Nehru.
Manifestaciones espontáneas surgían bajo el balcón de su habitación, donde colgó una bandera cubana y habló en una ocasión a miles de simpatizantes de la Revolución. También lo rodearon la provocación y disturbios ocasionados por pequeños grupos contrarios al proceso de cambio que recién comenzaba en la isla.
Mientras las autoridades norteamericanas asumieron una actitud abiertamente hostil, en Harlem Fidel encontró un ambiente amistoso, rodeado de la comunidad pobre y afroamericana que lo acogió y aún lo recuerda.
Prensa Latina
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