Entrevistamos a Fermi Cañaveras, autora del libro «Putas de Campo», una obra que aproxima al lector a la realidad del campo de concentración de Ravensbrück y a las vidas de mujeres españolas que fueron obligadas a prostituirse durante el Tercer Reich.
Por Sol Gómez Arteaga
Buenos días, Fermi. Abordo esta entrevista partiendo de la sola lectura de tu libro “Putas de campo”. No he querido leer otras entrevistas que te han hecho ni indagar en comentarios o reseñas porque creo que partir de cero le infiere frescura. Lo primero que me llamó la atención de tu libro fue el título, quise saber de qué iba y al enterarme de la temática me puse a buscarlo. Sería muy al principio, en el capítulo “Sol de otoño”, en la definición que hace Isadora de sí misma “estoy hecha de pedazos de los míos”, cuando ya no pude dejar de leer. ¿Qué es “putas de campo”?
Buenos días y muchas gracias por interesarte en esta historia tan dura y tan olvidada. Putas de campo es un trabajo de investigación de cuatro años. He llorado mucho escribiéndola, intentando siempre hacerlo desde el respeto, con una mirada neutra, consciente y única. He querido describir los hechos de forma minuciosa, emocional. Es una novela cargada de significados, tenía muy claro lo que quería trasmitir: un grito que busca concienciar sobre la violencia ejercida a las mujeres. Es un homenaje a todas las que permanecen en la sombra, a las grandes perdedoras.
Siempre digo que fue un regalo, que fueron ellas las que me buscaron y cada día les doy las gracias a todas las mujeres que han hecho posible que, por fin, se hable de ellas. De lo que les pasó, de lo que pelearon, sufrieron y que desgraciadamente la historia las borró, estaban condenadas al olvido.
“Putas de campo” se trata, corrígeme si me equivoco, de tu primera novela, que ve la luz en noviembre de 2021, y ya va por su tercera edición. ¿Qué te impulsa a contar esta terrible historia?
Fundamentalmente me impulsó el respeto que tengo hacia la memoria, y por el respeto hacía una parte de la memoria que tenemos un poco olvidada: el papel de las mujeres, su lucha y su trabajo. Cientos de mujeres han desafiado lo establecido, participando en conflictos y jugando un papel crucial, pero sin embargo, su repercusión ha sido prácticamente nula. Este libro nace gracias a tres mujeres. Cuando estaba preparando mi trabajo de fin de carrera que trataba sobre la organización en la clandestinidad del Partido Comunista en Madrid, Carmen, una de las militantes que entrevisté, me contó lo que sucedió en Ravensbrück, un campo de exterminio a 90 kilómetros de Berlín, solo para mujeres. No solo me hablo de torturas, experimentos, vejaciones, maltratos… También me habló de abusos sexuales, de prostitución y de cómo en aquel infierno se desarrolló una red de prostíbulos utilizando a las reclusas. Las más jóvenes y aparentemente sanas eran las elegidas para ser las Putas de Campo. Y que ella misma había conocido a algunas compañeras supervivientes que tuvieron la mala suerte de pasar por el infierno. Me proporcionó muchos nombres y muchas historias, muy duras y dolorosas, pero la que más me llamó la atención fue la historia de una española que vivió en la calle de Atocha que, por desgracia, terminó en Ravensbrück y fue obligada a ejercer la prostitución. Puedes imaginar como me sentí en ese momento, Ravensbrück es el campo tabú como a mí me gusta llamarlo, el que debe olvidarse, del que nunca se habla. Por eso no podía dejar esta historia, se me enganchó, no podía dejar de pesar en todas aquellas mujeres y lo que les hicieron. Me comprometí tanto que se convirtió en un deber. Al principio no se me había pasado por la cabeza escribir un libro; el tiempo, los viajes, las horas buscando en los archivos, las entrevistas fue por pura pasión y por el respeto que le tengo a la memoria. Con el tiempo fui consciente de lo que había descubierto y de que era demasiado importante para dejarlo y no compartirlo, fue por eso por lo que decidí darle forma a toda la información recabada y convertirla en una novela.
Desde el punto de vista narrativo la historia que nos cuentas es absolutamente verosímil, es decir, yo como lectora acepto el pacto narrativo que me propones y me creo a pies juntillas todo lo que pasa a la protagonista. Sin embargo, me surge la pregunta: ¿El personaje de Isadora –hija, nieta, hermana y sobrina de republicanos, con sus deseos, miedos, vivencias- existió de verdad? ¿Qué hay de ficción y de realidad en tu novela?
Cuando me hacen esta pregunta siempre contesto lo mismo, por desgracia no son personajes, son personas con vida, familia y un pasado muy duro a sus espaldas. Ellas mismas decían que eran LAS OLVIDADAS DE LOS OLVIDADOS. Cuando me hablaron de Isadora, la mujer de la foto de la portada de la novela, no podía dejar de pensar en ella, se me enganchó y ya no pude dejarla ir. Isadora Ramírez fue una mujer con grandes convicciones políticas pero con unos valores familiares mucho más poderosos que todos esos ideales, murió en su casa de la calle Atocha con el tatuaje grabado en el pecho. Fue una mujer que con diecisiete años tuvo que dejarlo todo.
Un soplo a finales de julio de 1939 cambió de forma radical y para siempre su vida. Ignacio Ramírez, su hermano, estaba vivo y en Francia. Comenzó entonces una búsqueda desesperada. Con la búsqueda llegó el exilio, la Resistencia, una detención y el infierno.
A través de la narración contada en primera persona por Isadora, cuyo pecho está marcado por las letras FELD-HURE, logras en los lectores eso tan difícil que es atraparnos sin remedio, que nos duela hasta lo insoportable el destino de la protagonista, que seamos -yo así me siento- una puta de campo más.
Meterte en la piel de la protagonista debió suponer para ti una experiencia de gran calado, ¿cambió tu vida la escritura de esta historia?
Totalmente, no solo cambió mi vida, también la de las personas que me acompañaron en este camino, mis hijos fueron los que más lo sufrieron. Me comprometí tanto que a veces se me olvidaba que tenía obligaciones con ellos y que había que seguir trabajando para poder comer. Fueron muchos viajes, muchas entrevistas, demasiados archivos y muchos silencios como yo digo, porque los silencios también forman parte de esta historia. Silencios incómodos que al principio achaqué a ese olvido histórico que cualquier día terminará rebosando por las cunetas españolas. Pero era más complicado que eso, estábamos hablando de utilizar a las mujeres como objeto sexual, se creó un sitio específico para ejercer la violencia sistemática de género.
Siempre hablo de ellas como mis putas, mis mujeres, mis hermanas, durante cuatro años compartí sus miedos, sus sentimientos y sus silencios como he dicho antes. Solo puedo estar agradecida por todo lo que han compartido conmigo, las que quedan vivas y los familiares de las que ya no están.
Es imposible que una experiencia así, tan dura y enriquecedora, no te cambie la vida.
He leído y escuchado historias relativas a nuestra guerra incivil, pero para mí lo novedoso de “Putas de campo” es el hecho de que la protagonista vive dos guerras: la de aquí y otra, la II Guerra Mundial, que resulta incluso muchísimo peor que la primera, pues acaba en el campo de concentración de Ravensbrück, que es el infierno. Movida por el deseo de encontrar al hermano, Isadora dice que ni un solo día pensó en quitarse la vida, sin embargo, yo me pregunto y te pregunto: ¿Cómo es posible resistir a lo irresistible que fue todo? ¿Cómo no sucumbir a la alternativa de quitarse la vida en circunstancias tan atroces?
Creo que fueron sus fuertes convicciones y sus valores familiares lo que ayudaron a Isadora a mantenerse en pie.
También ayudo mucho ese pensamiento que se transmitió entre las reclusas: debemos seguir vivas para contarle al mundo lo que hacen aquí con las mujeres.
Cuando vives en el infierno, hablo por los testimonios que he conseguido de las supervivientes, no piensas en la muerte ya que vive contigo constantemente, te acompaña cada día y te persigue, y su máxima era mantenerse vivas. Algunas no lo soportaron y terminaros suicidándose, pero muy pocas sucumbieron a quitarse la vida.
¿Desde dónde cuentas, Fermi? ¿Cuál es tu vinculación personal y/o afectiva con la Memoria histórica?
Cuento desde la verdad y la justicia, creo que ha existido una masculinización del relato del universo concentracionario, por desgracia la historia de lo que sucedió en los campos, no solo en los campos, también en la Guerra Civil española, exilios, resistencia, siempre la han contado los hombres. Creo que es necesario poner voz a las mujeres. Mujeres que sufrieron más que los hombres el horror nazi. Fueron violadas, les arrebataron a sus hijos para asesinarlos, a miles las vaciaron. Siempre se habla de los deportados españoles y muy poco de las mujeres, cuya lucha fue imprescindible para que los demás subsistieran. Mujeres doblemente victimizadas, que padecieron hambre, enfermedades, abortos y terribles experimentos médicos.
La memoria es fundamental, es necesario conservarla para preservar nuestra identidad, para la formación de una cultura democrática. La memoria es imprescindible, por muy dolorosa que sea; un país sin memoria no es nada, no vale nada y es muy manipulable, por eso algunos están tan empeñados en que olvidemos. Y creo que hoy más que nunca debe estar muy presente el derecho a recordar. Para mí la indiferencia es un delito, es el exterminio de la memoria. Es lo que muchos quieren, interesa que olvidemos. Acabar con al memoria de un pueblo mediante la indiferencia y con la estrategia de dejar pasar el tiempo es la manera más burda de mostrar desprecio a las víctimas.
Hay una frase de la filósofa de origen judío Hannah Arendt “Las penas son menos si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas” que a mí me gusta especialmente y que repito con frecuencia. ¿Te has liberado de alguna manera al ponerlas en “Putas de campo” de las penas de las miles de Isadoras y Carmenes y Teresas y Vicentas que nos han precedido?
Creo que desde mi pequeña parcela y por el respeto que tengo a la memoria debía contar y compartir estas historias y no creo que las penas compartidas sean menores, pero si son menos pesadas. Compartir esta carga no solo ayuda a ponerlas en el lugar de la historia que se merecen, también a conocer lo que sucedió y sigue sucediendo con las mujeres.
Las personas que vivieron y sufrieron de primera mano las consecuencias de las guerras del siglo XX nos están dejando y se hace más necesario que nunca reivindicar nuestra historia y nuestra Memoria para que hechos como los que pasaron y para que el fantasma del fascismo no vuelva a repetirse. ¿Qué les dirías a las generaciones más jóvenes en este sentido?
Les diría que sean curiosos, que no se conformen con lo que les cuentan, que tengan conciencia y sobre todo que respeten la memoria de sus pueblos, no solo que la respeten, también que la conozcan y la divulguen.
Hoy en día hay dirigentes políticos que reverdecen las ideas del odio, de la exclusión al diferente, al pobre, al inmigrante. Creo que hoy más que nunca las ideas que condujeron al genocidio están más vivas y me aterra que no seamos conscientes de lo que se puede llegar a gestar. Por eso es tan importante recuperar memoria, porque lo que no se cuenta nunca ha sucedido. La cultura, la historia y la memoria son, desde mi punto de vista, los pilares más importantes de una sociedad sana. Por desgracia, quienes inculcan estas ideas prefieren un pueblo ignorante, es más fácil de manipular.
Estás investigando en la actualidad alguna historia relacionada con la Memoria antifascista. No sé si nos puedes adelantar/desvelar para NR proyectos futuros.
Sigo investigando sobre los campos y las Feld Hure, creo que hay mucho por conocer. También estoy investigando sobre historia de mujeres represaliadas durante la dictadura fascista.
Es curioso como nos borran de la historia, hay muchos archivos que ni siquiera cuentan que nos fusilaban, solo dicen que a un número determinado de mujeres, un día concreto a las seis de la mañana sufren un infarto al corazón, o mueren por derrame cerebral, incluso de parto. Todas a la misma hora de la misma causa y cada día. Solo por no tener derecho, como los hombres, a decir que nos estaban fusilando como a ellos y llenando este país de fosas comunes con nombres, también, de mujeres.
Imagina todo lo que queda por hacer.
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