Felipe VI y su Medalla de Honor de Andalucía por su «trabajo»

Felipe VI recibirá la primera Medalla de Honor de Andalucía, entre otras cosas, por su "trabajo".

Javier F. Ferrero

Pasear palmito en celebraciones nacionales, dar un discurso navideño escrito por otros, expedir los decretos acordados en Consejo de Ministros, presidirlo a petición del presidente del Gobierno, cuando lo estime oportuno, a fin de ser informado de los asuntos de Estado, conferir los empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones con arreglo a las Leyes. El trabajo soñado por quien no quiere trabajar, más cercano a un Influencer que a una figura institucional, pero son las obligaciones laborales de Felipe VI.

Sin embargo, el ultraconservador gobierno andaluz cree que la labor del Rey debe ser premiada y por ello recibirá este lunes en el Palacio de San Telmo de Sevilla la primera Medalla de Honor de Andalucía, a iniciativa de su presidente Juanma Moreno. Se trata de la primera vez que se concede esta distinción, de carácter extraordinario y creada mediante decreto del Presidente de la Junta de Andalucía el pasado 21 de diciembre.

La medalla a Felipe VI le será otorgada «por consolidar su figura los lazos afectivos y de respeto que unen a los andaluces con la Corona», ya que, para la Junta, el Rey Felipe VI representa «con fidelidad los valores y principios de concordia que sustentan nuestra identidad como Nación española, reflejados en la Carta Magna, y que deben seguir siendo, de manera irrefutable, los cimientos en los que se base nuestra convivencia como pueblo».

Añade que su reinado ha venido a subrayar el papel que la Constitución otorga a la Corona como «referente de la unidad de España y de la solidaridad entre los españoles, y su trabajo ha sido ejemplo de dedicación a la mejora de las condiciones de vida en nuestro país».

Un trabajo que parece que supera al de sanitarios que se jugaron la vida durante la pandemia y voluntarios que ayudaron sin esperar nada a cambio en nuestro país.

Felipe VI: ejemplo de nada

Y es que Felipe VI no debería ser alabado por su labor, más bien debería estar oculto por sus polémicas. Una de ellas nos remite directamente a la Plaza de Colón, con decenas de miles de seguidores de Vox, PP y Ciudadanos en contra del Gobierno por los indultos de presos políticos catalanes.

Poco ayudó el rey a calmar los ánimos en el tema. Dos días después de la celebración del referéndum del 1-O en Catalunya, Felipe VI pronunció un discurso cargado de reproches contra Catalunya, en el que no hubo ni una sola mención a la violencia del día que se celebró la votación. Un trabajo en este caso de creación de odio contra el pueblo catalán.

El rey acusó a los independentistas catalanes de «deslealtad inadmisible» y llamó a asegurar «el orden constitucional». Esta intervención fue duramente criticada por el coordinador general de IU, Alberto Garzón, quien, en un artículo, señaló que el rey no estuvo la altura del momento político. «En vez de puentes, el jefe de Estado ha puesto un frontón que alimenta la tensión y el conflicto tanto en España como en Catalunya», señaló.

La relación con la ‘offshore’ de su padre

Más allá de su trabajo y la medalla que va a serle otorgada, Felipe VI no debe ser ejemplo y mucho menos ser premiado ya que su figura está manchada. Ya poco se habla de ello, y menos en nuestro país, pero Felipe VI aparece como el segundo beneficiario de la fundación ‘offshore’ que figura como titular de la cuenta bancaria donde se ingresó la supuesta donación de 100 millones de euros de Arabia Saudí a su padre, el rey emérito Juan Carlos I. Su trabajo «oficial», por el que recibirá una medalla, no le aportará tantos beneficios como los que podría haberle dado esta cuenta.

Tuvo que ser según The Telegraph y no ningún histórico periódico español quien desvelase que la supuesta donación millonaria realizada por el homólogo del rey en Arabia Saudí, Abdullah bin Adbul Aziz Al Saud, se habría depositado en una cuenta abierta en el banco privado Mirabaud a nombre de la Fundación Lucum.

Según el medio, aunque en un inicio se había publicado que Juan Carlos I era el único beneficiario, en los estatutos de Lucum aparece Felipe VI como segundo beneficiario y como el encargado de velar por el resto de la familia en el caso de heredar la fundación.

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