Gobernaba entonces el reino de España Adolfo Suárez, que había ocupado antes cargos relevantes en el aparato de la dictadura. Su ministro del Interior, en el momento del asesinato de Felipe Sagarna, era otro gran demócrata, el teniente general Antonio Ibáñez Freire.
Por Angelo Nero
“El GAL aparece en el último trimestre de 1983. Una parte del aparato del estado decidió combatir a ETA con sus propias armas, es decir, con el asesinato, el secuestro, el terrorismo puro y duro, y eligieron las siglas GAL, como una marca ficticia, como antes habían existido otras, ATE (AntiTerrorismo ETA), la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) y, sobretodo, el Batallón Vasco-Español, que, en resumidas cuentas, todas ocultaban lo mismo: el Terrorismo de Estado. Es cierto que una parte de la sociedad española consideró que era legítimo y hasta lógico el combatir con el ojo por ojo y el diente por diente.”
Así se expresaba el periodista Victorino Ruiz de Azúa en el programa de Jordi Évole, Salvados, sobre la guerra sucia que durante la transición y durante ya entrada la democracia, con el gobierno socialista de Felipe González, emprendió su particular guerra interna, no solo en el norte, donde la contestación al régimen tenía tres frentes: el militar, el político y el social, si no en todo el estado, donde la violencia policial era incapaz de apagar los focos de contestación popular en las calles.
Victorino Ruiz de Azúa, un burgalés que había comenzado a escribir en Berriak, un semanario de la izquierda vasca, fue detenido en su época universitaria en Sevilla, por su militancia antifranquista, y conoció también los rigores de la tortura en Navarra, acusado de “tener relación con el terrorismo”, según se puede leer en el obituario que le dedicó el diario El País -dónde trabajo durante 30 años-, en septiembre del año pasado, cuando falleció.
“En Navarra me echó el guante la policía y conocí la comisaría durante diez días, en un cursillo práctico de tortura, y luego la cárcel. Se habló más tarde de dictablanda para referirse a los años anteriores a la muerte de Franco. Es cierto que se suavizó el control sobre la sociedad, pero se extremó la represión contra los que se oponían de manera activa. Quizá pocos se acuerden de que una ley “de bandidaje y terrorismo” autorizaba la detención durante 10 días antes de pasar a disposición judicial. A mí me la aplicaron en Navarra, sin haber tenido nunca relación ni de lejos con armas o grupos terroristas. Luego salí de la cárcel con una multa de 100.000 pesetas, una cantidad fabulosa para le época, que nunca pagué.” Relataba el periodista en una entrevista realizada por Rubén Diáz Caviedes para la revista Jot Down.
La entrevista, en la que no esconde sus críticas a su antiguo periodico, y que recomiendo leer integramente, deja perlas como esta: “Cebrián fue un periodista muy relevante de la Transición en España, pero ha seguido una trayectoria incomprensible que le ha convertido en uno de los emblemas del mal, del capitalismo de rapiña y descarnado que se ejerce en este país, en el que los bancos embargan viviendas a personas que no ven más salida que tirarse por la ventana, en el que la competencia brilla por su ausencia, en el que las empresas siguen ganando muchísimo dinero mientras la gente corriente padece una crisis de caballo…”
Aunque no quería hablar en este espacio de Victorino Ruiz de Azúa, si no de una de sus crónica, fechada en San Sebastián, el 20 de abril de 1980, bajo el título de “Asesinado en Hernani un simpatizante de Herri Batasuna.”
“Felipe Sagarna Ormazábal, simpatizante de Herri Batasuna y residente en Hernani, resultó muerto a consecuencia de dos disparos en la cabeza, que efectuaron casi a bocajarro varios desconocidos. El atentado se produjo poco después de las cinco de la mañana del sábado y fue reivindicado ayer por el Batallón Vasco-Español en llamada al diario Egin.
Felipe Sagarna había pasado la noche del sábado tomando copas en compañía de dos amigos en la vecina localidad de Urnieta. Sobre las cinco de la madrugada, según han relatado sus acompañantes, Felipe Sagarna les propuso tomar algo en una sociedad gastronómica, ya que los establecimientos públicos estaban cerrados. Las otras dos personas le indicaron que era demasiado tarde, se despidieron y subieron al coche de uno de ellos para retirarse a los respectivos domicilios. Cuando Sagarna Ormazábal caminaba hacia el portal de su vivienda, en el número 36 de la calle de Caldaveras, recibió dos tiros en la sien. Las dos personas que le habían acompañado en la ronda nocturna pudieron escuchar las detonaciones con claridad cuando acababan de arrancar el automóvil y, sospechando que había ocurrido algo raro, descendieron del vehículo y se dirigieron hacia el portal del inmueble donde residía su amigo. En el exterior encontraron el cuerpo de Felipe Sagarna en medio de un charco de sangre.
Los dos amigos de la víctima avisaron inmediatamente a la Policía Municipal, que se personó en el lugar de los hechos. En una ambulancia, el señor Sagarna fue trasladado a la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, de la Seguridad Social, en San Sebastián, donde los médicos no pudieron hacer otra cosa que certificar el fallecimiento.
La noticia del mortal atentado se difundió rápidamente por la localidad guipuzcoana, a pesar de lo avanzado de la hora. Poco después se produjo un extraño incidente, al disparar al aire varias personas armadas que se encontraban junto al portal de la vivienda de Felipe Sagarna.
Felipe Sagarna, simpatizante de la coalición abertzale Herri Batasuna, contaba 42 años de edad, estaba soltero y era propietario de una zapatería. En sus ratos libres actuaba como tamborrero, por lo que era una persona muy conocida en la localidad. Aunque no se destacó por sus actividades políticas, hace tres años había sido herido de pronóstico grave a consecuencia de un pelotazo de goma durante los incidentes que siguieron a un festival en apoyo de las ikastolas (escuelas en lengua vasca).
La capilla ardiente de Felipe Sagarna quedó instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento de Hernani. El funeral tendrá lugar hoy, domingo, a las seis de la tarde. Una asamblea popular, celebrada a las cinco de la tarde de ayer, denunció el carácter fascista del atentado. Varias organizaciones políticas, que han condenado también la muerte de Felipe Sagarna, coinciden en señalar a los «incontrolados» de extrema derecha como autores del hecho y denuncian el carácter «parapolicial» de estas bandas. Entre otros atentados atribuidos a la extrema derecha en Hernani destaca la colocación de varios kilogramos de sustancia explosiva, que no llegaron a explosionar, en el automóvil del alcalde, perteneciente a Herri Batasuna.”
Gobernaba entonces el reino de España Adolfo Suárez, que había ocupado antes cargos relevantes en el aparato de la dictadura: procurador en las Cortes franquistas, de 1967 a 1977; Gobernador Civil de Segovia, entre 1968 y 1969; Director General de RTVE, de 1969 a 1973; Vicesecretario General del Movimiento, en 1975; y Secretario General del Movimiento, entre 1975 y 1976. Todo un currículum de demócrata que lo avalaría para convertirse en el presidente de gobierno de España, entre 1976 y 1981.
Su ministro del Interior, en el momento del asesinato de Felipe Sagarna, era otro gran demócrata, el teniente general Antonio Ibáñez Freire. También con una dilatada carrera a la sombra de la dictadura: militar de carrera, participó en la guerra civil y posteriormente se enroló como voluntario en la División Azul, para combatir junto al ejército nazi en la campaña de Rusia, por lo que fue distinguido con la Cruz de Hierro; Consejero nacional de Falange, fue también procurador en las Cortes Franquistas, de 1961 a 1971; Gobernador Civil de Santander, Vizcaya y Barcelona, entre los años 1961 y 1966; y Director General de la Guardia Civil, entre 1976 hasta 1978. En este último año fue nombrado Capitán General de la IV Región Militar.
Durante el tiempo en el que el teniente general Antonio Ibáñez Freire estuvo al cargo de la cartera de Interior, fueron varias las víctimas de la violencia policial: Gladys del Estal, Valentín González, Emilio Fernández, Justo López Zubiria, Iñaki Kijera, Francisco Aldanoldo, Mikel Arregi, José Luis Montañes, Erik Bauer… y también de las bandas de ultraderecha, vínculadas a la guerra sucia: Andrés García, Salomé Alonso, José Prudencio García, José Luis Alcazo, Tomas Alba, Manuel Álvarez, Victoria Arraz, Vicente Cuervo, Yolanda González… el listado es realmente un inventario del Terrorismo de Estado durante la Transición Sangrienta.
Los autores del asesinato de Felipe Sagarna fueron Ladislao Zabala e Ignacio Iturbide, pertenecientes al Batallón Vasco-Español, que reconocieron ante el juez otros seis asesinatos, los de José Ramón Ansa, Tomás Alba, Miguel Arbelaiz, Luis Miguel Elizondo, Joaquín Antimasveras y Francisco Javier Ansa. Fueron condenados a 231 años de reclusión cada uno, aunque Ignacio Iturbe, Piti, solo estaría diez años entre rejas, mientras que a Ladislao Zabala le concederían el tercer grado siete años después de entrar en prisión, y dos años más tarde obtendría la libertad condicional. Ambos siguieron relacionados con grupos de extrema derecha.
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