Fátima Sime: “Hay que tener la memoria siempre presente para construir el futuro”

Entrevistamos a la escritora chilena Fátima Sime, a propósito de su novela “Carne de perra”, recientemente editada por la editorial Txalaparta, en la que trata el trauma, la memoria y el olvido, a través de la relación entre una víctima de la dictadura y su victimario.

Por Angelo Nero | 11/04/2024

Carne de perra” es una novela de fuerte contenido social, político me atrevería a decir, que se inscribe en una corriente memorialista que, especialmente en los países del cono sur americano, han hecho una catarsis, desde lo individual hacia lo colectivo, para que no se puedan olvidar los crímenes de las dictaduras que asolaron esta parte del mundo en la segunda mitad del siglo XX, ¿es esta una reacción a esa corriente neoliberal que quiso hacer del olvido una de sus señas de identidad?

A mi me gusta abordar el porqué yo hice la “Carne de perra” bajo dos aristas que tienen que ver, evidentemente, con lo social, como dices tú, y también con algo muy personal, tiene que ver con mi profesión, por un lado, que yo toda la vida he trabajado con mujeres, y entonces, la situación de víctima-victimario, siempre me llamaba mucho la atención. Y, por otro lado, también me daba vuelta esto que expresas muy bien en tu pregunta, de como se estaba, por lo menos acá en Chile, tratando de barrer bajo la alfombra en la época que hice la novela, que fue, más o menos, en el 2009, como poner una situación de olvido ante todo lo que había pasado en la dictadura. Mi hija era una adolescente en ese tiempo, y yo veía como la juventud, que me preocupaba tanto, estaba cada vez más no interiorizadas de lo que venía y de lo que habíamos pasado. Entonces se juntaron estos dos tirones que yo tenía en la cabeza, para que saliera la historia de la “Carne de perra”, porqué, como te decía, el binomio víctima-victimario, que mejor que poner la historia en este pasado reciente que teníamos que era la dictadura, y estas dos corrientes se unieron para la historia que salió, para la novela.

En Chile, como en España, imagino que son muchos los que dijeron que no conviene hurgar en las heridas, para que no se abran, pero este mensaje viene, muchas veces, de aquellos que las causaron. En tu novela muestras las heridas, sin pudor, mostrando todo el dolor de entonces y el que muchos siguen arrastrando y, además, estas heridas señalan al verdugo, ¿sigue siendo importante, además de airear esas heridas, seguir delatando su origen, el nombre de los que las causaron?

Yo creo que es de máxima importancia. Soy una convencida, como muchos otros, que si quieres realmente restaurar o luchar porqué esto no vuelva a pasar, porqué es lo que que querríamos todos, que no se vuelva a repetir el horror, tienes que trabajar el trauma, o sea, evidentemente, los que están en la otra posición, que hay que olvidar, que hay que barrer todo debajo de la alfombra. Generalmente son los victimarios, son las personas que tienen una mirada diferente o que quieren maquillar un poco la historia. Yo estoy en la otra posición, y por eso el relato, que sale de una convicción profunda, de un convencimiento de la necesidad de que se debe trabajar el trauma, hay que tener la memoria siempre presente para construir el futuro. La memoria nos hace humanos, si tu ves las enfermedades cerebrales, cuando la memoria está alterada, pierdes parte de tu condición de humano.

Yo siempre digo que cuando hablamos de memoria no hablamos solo de pasado, sino de futuro, como tú dices, sino de futuro, porque la memoria construye también ese futuro.

Es cierto, y si queremos que esto no vuelva a pasar tienes que tener lo que tu dices, una memoria construyendo un mejor futuro. Y ahondando un poco en lo que tu también me referías en tu pregunta, esto no es una herida, aunque obviamente parte de ahí, personal, sino que se irradia hacia lo social, cien por ciento, es algo que se va heredando, tú lo traspasas a los familiares, a los amigos. Aquí hubo mucho detenido desaparecido, después de la detención no aparecía el cadáver, la persona no pudo hacer duelos, y nosotros necesitamos el ritual del duelo para poder realmente sanar, y eso tu se lo privas a los familiares, entonces, es algo que lo sigues cargando, no pudiste cerrar un ciclo de duelo, como cerramos todos ante una pérdida, la muerte de nuestros afectos, de nuestras emociones, de nuestros seres queridos, sino que estás permanentemente con una herida abierta, porque no tuviste ese cierre. Cuando no aparece el cuerpo, cuando no hay noticias, no tienes ninguna certeza.

En las heridas invisibles que no han cicatrizado en la protagonista de la novela, y sobre las que revolotean como moscas, la culpa y el deseo, el presente y el pasado, está su sexualidad, su modo de vivirla o de sufrirla, ¿se ha hablado poco de esas cicatrices profundas que ha dejado en la sexualidad de las mujeres que fueron víctimas de la dictadura? ¿ha existido un tabú sobre esto incluso dentro de los círculos de militancia?

Si, por supuesto, uno lleva la mirada hacia la mujer, obviamente, porque hemos sido, y somos, permanentemente las más violadas, en todo este tipo de alteraciones, en los conflictos y en las guerras, pero estamos un poco de afuera de los crímenes sexuales también con respecto a los hombres, que también sufren el tabú del silencio, de la represión. Entonces, se invisibilizan para los dos lados, siendo, por supuesto, más castigadas las mujeres, pero eso tiene que ver un poco porqué, por lo menos aquí en Chile, falta mucho meterse en los temas sexuales, son temas muy tabú, hay mucha influencia de las religiones, de los sistemas menos progresistas, que están siempre tratando que el tema de la sexualidad se deje de lado, y eso te lleva a que consideres no hablar sobre eso, y a la víctima le cuesta también muchísimo por lo mismo, porqué sabe que hay una especie de castigo social, ante lo que significa la carga de culpabilidad que lleva todo lo que hay alrededor de la sexualidad.

Creo que en el estado español ha pasado algo similar, con las víctimas del franquismo, porque se habló mucho de los hombres que fueron fusilados, de la guerrilla, se creó una visión de la resistencia muy masculinizada, pero se tardó mucho en abrirse paso la memoria de las mujeres, precisamente por ese tabú que había en los círculos militantes sobre la sexualidad.

Por supuesto, pero yo subrayo que evidentemente la mirada te lleva a la mujer, porque es la más castigada, y eso te lleva a dejar un poco de lado y a olvidar los crímenes sexuales contra los hombres, que también los hubo, y te diría que incluso hay un mayor pudor por esconderlo, por no sacarlo a la luz, la historia de los hombres violados, de los hombres abusados sexualmente.

Muy lentamente está llegando que las mujeres rompan ese tabú para dar su testimonio, juntamente con los movimientos feministas que, por lo menos, en mi país, han tomado cuerpo desde hace pocos años atrás, ha habido una revolución feminista en el mundo, aquí ha llegado más tarde, y eso ha hecho que abran algunas compuertas, y desgraciadamente estos cambios son lentos, pero, por lo menos, hay cambios. Y a uno le da un orgullo, al menos a mi, que esta novela es profundamente feminista, profundamente en la época en la que todavía había mucho, muchísimo más que ahora, tabú, esta novela fue reeditada, prácticamente diez años después, post la corriente que tomó cuerpo el feminismo acá en Chile, y una de las razones fue esa, porqué yo sentía que anteriormente abrió una pequeña ventana y era necesario mostrársela a las nuevas generaciones.

Tu libro gira en torno a la relación entre víctima y victimario, en una relación de poder que se da no solo en dictadura, aunque este régimen lo propicie, sino también en la violencia de género, o en la violencia policial en democracia, como pasó en la historia reciente de Chile, ¿hay un patrón patriarcal en todas estas violencias, que se ejercen desde el estado, desde la iglesia o desde la familia?

Es realmente así, y eso está normalizado, en la vida diaria, de repente, en momentos históricos como en la dictadura, se producen extremos, y salen a la luz, pero no hay que olvidar las violencias, y los binomios víctima-victimario, que se provocan día a día. Yo siempre digo, a lo en el piso de al lado está, en este momento, una mujer abusada, golpeada, por su pareja. Los femicidios aquí, en Chile, donde la ley es muy laxa, y aunque no tengo cifras en este momento, son muchos. Latinoamérica es un continente muy machista todavía, y el femicidio está recién tomando cuerpo en la orientación de las leyes, de múltiples pulsiones sociales, y los femicidios siguen siendo el pan de cada día, desgraciadamente, así que tienes toda la razón en tu pregunta.

Por otra parte está ese dilema moral cuando la víctima se encuentra con su victimario indefenso, a su merced, como puede pasar también con un maltratador que sufre alguna enfermedad grave, y pasa a depender de la mujer maltratada, ¿no es humano pensar en la venganza, en devolverle, aunque sea ínfimamente, el daño causado?

Este es un tema que provoca mucha reflexión, porqué, obviamente, la palabra venganza tiene una carga de juicio y de moral negativa, se nos enseña que no debemos ser vengativos, que el perdón es una situación que pasa por un juicio de bondad, que el perdón tiene una carga muy positiva. Pero la reacción de venganza yo la veo como una reacción primaria, que viene como de la tripa, y aquí no me atrevo a pronunciarme, ni a hacer ningún tipo de juicio ante la persona que podría tomar, ya sea una u otra, posición, frente a un hecho así.

Acá en Chile, tenemos una situación que se le produjo a nuestra ex presidenta Michelle Bachelet, que iba junto a su madre en el ascensor, bajando de un piso a otro y se encuentran que la persona que iba al lado había sido su carcelero, la persona que la había tomado detenida, y yo eso creo que te duele tanto recordar el pasado, o el impacto de de estar frente a la persona que te hizo tanto daño, y al mismo tiempo el hecho de que esa persona ande impune por la calle, que no sé como reaccionaría.

Yo creo que es como provocar una revictimización, el hecho de ver a la persona impune caminando como cualquier persona por la calle, entonces, la reacción humana que tenga esa persona, que fue lo que yo traté en mi novela, yo siento que es muy humana, querer devolver la mano, o hacer algo en contra de esa persona, sin juzgar lo que pase después, por ahí se entra en temas de mucho conflicto humano, social, etc, ante las reacciones que pueda tener una víctima frente a su victimario. No me quiero pronunciar a cuanta disculpa habría en su reacción.

Es un debate que cada uno de los lectores de “Carne de perra” tenemos, con nosotros mismos…

Exacto, esa era mi intención, dejar el dilema a reflexionar en la cabeza de las personas. La “Carne de perra” es un libro de mucha metáfora. Yo estaba en medio de un psicoanálisis cuando la estaba pensando, y me apoye mucho en mi psicoanalista, y en mis propios conflictos internos para reflejarlos a través de metáforas que salen a veces del subconsciente, y que incluso las he visto porque me las han mostrado después comentarios de los lectores, a través de las preguntas en las entrevistas, y a uno se le van abriendo esas ventanas de su subconsciente, por medio del psicoanálisis.

La eclosión del contrato sexual en esta novela testifica también el fracaso del contrato social en una sociedad dominada por el neoliberalismo y el consumismo que aún no se ha hecho cargo de relatos y testimonios de supervivencia marcados por el abuso sexual de mujeres que padecieron circunstancias de tortura análogas a las de la novela.” Escribe Bernardita Llanos en “Género, violencia sexual y delito”, donde analiza tu novela, ¿realmente la sociedad chilena todavía no se ha hecho cargo de la violencia sexual ejercida sobre las mujeres durante la dictadura?

Tiene que ver con los tabús que hablábamos antes y, por supuesto, que la sociedad chilena no se ha hecho cargo de su pasado, y le falta mucho para hacerse cargo de temas de violencia sexual en el presente, porque yo pienso que se da acá en la sociedad, falta mucho por hacer, pero, poco a poco, hay pequeños avances, no tanto como uno quisiera. Siempre pienso que se está luchando, el progresismo siempre tiene que vencer muchos enclaves, y mayormente ahora, en este tipo de sociedad neocapitalista e individualista, como motor de la historia, donde lo colectivo no se toma tan en cuenta sino que, por el contrario, se trata de desarmar todo lo que sea del colectivo social. Entonces, cuesta todavía más, estoy totalmente con lo que tu expresas en la pregunta.

La literatura, el teatro, el cine, han sido las herramientas más útiles de la memoria más intima, más personal o familiar, para hacer de ella una memoria colectiva, una memoria que sea, en cierto modo, la memoria de un país, y que impulse, por ejemplo que la mayoría del pueblo alemán reniegue del nazismo, ¿sigue siendo el mundo de la cultura, a través de estas expresiones, el motor para que no olvidemos, y para legar a las nuevas generaciones una memoria democrática?

Ciertamente, el arte que yo siento, que tiene que tiene una misión ahí, se hace de esa forma, uno trabaja con sus convicciones internas, es un granito de arena, es una pequeña brisa, que yo creo que va a pasar, no creo que uno provoque unos grandes cambios, siento que son muy de a poco, que tanto el pintor, el escultor, el escritor, el mundo de la cultura en general, el teatro, el cine, siempre son un reflejo y lo que uno quiere es poder tener alguna influencia en lo social, en lo colectivo. Sobre todo hoy en día que siento que ese tipo se está perdiendo, porqué hay una corriente muy grande en el mundo globalizado, neocapitalista.

También hay un movimiento contrario, el de aquellos que, en España o en Chile, quieren imponer el relato de que la dictadura no era tan mala, que era necesaria para combatir el comunismo, y que no existieron muchos de los crímenes que se le achacan, ¿crees que este combate por el relato, es uno de los puntos centrales para que la extrema derecha, gane terreno en el plano político, tanto en Europa como en América Latina?

Este tema es más para politólogos, pero obviamente como que el péndulo se está yendo hacia una mirada de lo social más de ultraderecha, está pasando no solamente aquí, sino como a nivel global, y yo creo que las respuestas son muy complejas, porqué no hay una sola respuesta a eso. Los que pensamos y reflexionamos, que como sociedad tenemos que ponernos de acuerdo y vivir con las diferentes miradas y pensamientos, y tenemos que llegar a un acuerdo, porque tenemos que hacer sociedad para poder vivir en paz. Evidentemente miramos con preocupación este cambio de péndulo hacia el otro extremo, pero poder delimitar las causas reales frente a una frase, yo al menos, me siento incapaz ahora mismo, lo que si uno puede hacer es tratar de apoyar con las peque ñas cosas como puede ser los relatos o las conversaciones del día a día.

Esperemos volver a tener un libro de Fátima Sime muy pronto, porque realmente “Carne Perra” es un libro que nos ha removido las entrañas, yo se lo recomiendo a todo el mundo, y estoy seguro que será un nuevo éxito de la editorial Txalaparta, que siempre ha insistido en la Memoria Antifascista, pero además y especialmente en la Memoria de las Mujeres, que todavía es una memoria silenciada.

Muchas gracias por tus elogios. Ahora en julio, en Chile, va a salir otro libro, “El depilador”, que son relatos con un hilo que les une, que son diversas experiencias sobre el aborto. En Chile todavía no tenemos una ley del aborto, se está trabajando mucho en ello, porqué hay mucho juego en contra, de ciertos grupos sociales, y al mismo tiempo, también trata temas de memoria, de esto que venimos hablando. Espero que tenga un buen recibimiento, obviamente siempre se espera cuando uno va a sacar una nueva obra, espera que le vaya bien, aunque no siempre sucede, pero la esperanza la tiene, y se agradece el apoyo por parte tuya sobre el augurio de lo que puede pasar. Y, desde luego, volveremos a conversar.

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