
Entrevistamos a Francisco Javier Gutiérrez, escritor y director de cine, quien ha dirigido Brasil, 3 días, Rings y La Espera.
Por Angelo Nero | 21/12/2024
En 2008 debutaste con tu primer largometraje, “3 días”, un drama apocalíptico, en el que te planteabas como serían los últimos días del mundo, ante el inevitable impacto de un meteorito, en un pequeño pueblo andaluz, donde, además, un despiadado criminal recién liberado busca venganza. ¿Con este argumento, esperabas el buen recibimiento que tuvo la película, que incluso recibió la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga?
La verdad es que nunca hago una película «esperando» algo… Los premios, críticas, etc. siempre vienen después y por supuesto son bienvenidas y ayudan sin duda a la película, pero a la hora de elegir, especialmente mis trabajos más personales como son 3 Días o La Espera, me dejo llevar, evitando razonar o complacer… creo que es más honesto, a menudo arriesgado, pero definitivamente más enriquecedor desde el punto de vista creativo.
“3 días” es una película habitada por silencios, con muy poco diálogo, ¿qué se puede decir cuando te enfrentas al fin del mundo, no?, y “La espera”, es también un film con muy pocas palabras. ¿Era imprescindible un actor como Víctor Clavijo, que puede llenar esos silencios con esa tremenda gestualidad y hace que se nos antojen innecesarias las palabras?
Tanto 3 Días como La Espera son películas introspectivas que estudian el comportamiento humano, nuestra naturaleza, oscuridad, fragilidad, dolor, sentimientos… en un marco desolador. Las palabras no son necesarias, al contrario, pueden molestar. Víctor es un actor interior, un «animal» de la interpretación, su mirada desprende fuerza y humanidad. Él compagina técnica, experiencia, precisión y alma. No es fácil encontrar esas cualidades. Es el mejor. Además, poder trabajar con un amigo de verdad es un privilegio. Espero que haya una tercera (película) lo antes posible.
En esos silencios cobran también mucho protagonismo los objetos inanimados, una suerte de bodegones que no son solo parte del escenario, sino que hablan con su propio lenguaje. ¿Son tan importantes los planos en los que fijas la atención del espectador en unos huevos fritos, como en los que interactúan los personajes?
Lo son, de distinta forma. Contribuyen a la historia, atmósfera, y a menudo tienen otro significado, que en cierto modo trasciendo lo descriptivo y eleva a la escena. Superviso personalmente todos ellos. En su mayoría los compongo con mis propias manos. Nunca los dejo a una segunda unidad. Para mi, son piezas claves en ese collage sensorial que es la película.
La banda sonora compuesta por Zeltia Montes -ganadora de un Goya por la BSO de “El buen patrón” es un también elemento dramático que ayuda a cubrir esos grandes silencios de los personajes, y me parece otro de los grandes aciertos de la película, ¿cómo fue trabajar con Zeltia para crear la banda sonora de “La espera”?
Fue maravilloso. Creo que existe una extraña armonía entre su sensibilidad y la fragilidad y dureza de la película. Zeltia es muy intuitiva, a la vez que tiene un profundo manejo de la técnica. Solo ella podía alcanzar determinados registros sutiles, menos obvios, que necesitaba la película. Disfrutamos juntos, fue una colaboración intensa, minuciosa y enriquecedora.
“La espera” ha sido rodada en muy poco tiempo, ya que contabas con un presupuesto muy limitado, al no contar con subvenciones, ¿esto implica también una forma de rodar, donde todo tiene que estar medido y funcionar con la precisión de un reloj? ¿asumiste esto como un reto personal después de dirigir una gran producción, como la tercera entrega de “Rings”?
Si. Después de trabajar en una franquicia como Rings, donde tu control creativo es limitado, necesitaba volver a rodar «manualmente», con libertad, sin frenos, compromisos ni corsés. Ha sido un rodaje duro, complejo, y, como dices, un riesgo personal que estaba dispuesto a asumir.
Una planificación obsesiva y la dedicación y fe de un equipo incombustible y un reparto comprometido permitió sacar adelante el rodaje bajo circunstancias extremas.
Tanto en “La espera” como en “3 días” hay una atmósfera de western -yo por lo menos aprecio ecos de Sam Peckinpah-, un género denostado quizás por contar historias sencillas con un lenguaje accesible a todos los públicos. También creo ver un guiño hacia el cine de la Hammer, que con pocos medios pero mucho talento hacía un cine muy atrevido. ¿Te sientes identificado, de alguna manera, con estas referencias?
Totalmente. La espera tiene mucho de western, guiños a la Hammer (esas «apariciones») y ecos del fantaterror. Tenía en mi mente aquel cine de los 60, 70, y algunos programas, como «La clave», cuando la escribí… El recuerdo de ese cine retro, adulto y extraño, con elementos fantásticos, que marcó mi infancia.
Tu última película también me ha remitido a dos películas españolas icónicas para mí, “Los santos inocentes”, de Mario Camus, y “La caza”, de Carlos Saura. ¿Tuvieron alguna influencia sobre ti a la hora de escribir el guión o tus referentes estéticos para esta película están en otro lugar?
Mis referentes son en su mayoría experiencias personales, vividas en mi infancia, observadas en los pueblos de mis abuelos, sus gentes y costumbres. Camus y Saura por supuesto comparten en ese mundo rural, de ahí sus similitudes. Aun así, la presencia de su cine, imborrable en mi memoria, aunque de manera inconsciente, contagia la película.
El entorno hostil en el que se mueven los personajes de “La espera” es determinante para enmarcar la historia, un escenario que ha sido potenciado por la excelente fotografía de Miguel Ángel Mora, con el que también habías trabajado en “3 días”, ¿las atmósferas, las texturas que nos ofrece la película obedecen a una interpretación personal del guión por parte del director de fotografía, o más bien le vas marcando las pautas de lo que quieres ver en la pantalla? ¿cuál es vuestro método de trabajo?
Voy marcando. La espera forma parte, como 3 Días, de una visión muy personal, inspirada en recuerdos, colores, objetos, paisajes y aromas de mi infancia. Así pues mi proceso creativo es muy detallado. Dibujo un storyboard completo y preciso del que intento no salirme (salvo fuerza mayor), y elaboro una paleta de colores y texturas que expando a todos los departamentos, y cultivo ya desde la búsqueda y elección de localizaciones y atrezzo.
Conozco a Miguel desde hace años (más de 25). No es solo un buen amigo, es un profesional brillante. Su manejo de la luz es excepcional. Existe una complicidad única entre los dos y una comunicación constante.
La elección de los personajes secundarios también es primordial, en “3 días”, Eduard Fernández era casi un protagonista principal, y en “La espera” hay grandes actuaciones, como las de Pedro Casablanc y Ruth Díaz, además de contar con otros dos grandes actores españoles, Luis Callejo y Manuel Morón. ¿es indispensable, para construir una historia que realmente te mantenga una hora y media pegado a la butaca, cuidar la elección del resto del reparto tanto como la del actor -en este caso- principal?
En mi opinión todo el reparto es esencial. Conseguir el equilibrio adecuado, no es fácil. Tanto en lo interpretativo como en su físico, se han de complementar. Existe una armonía interna en la historia que hay que respetar. De lo contrario se producirían notas disonantes que te sacarían del universo de la película.
Por último, nos gustaría saber que proyectos tienes para este año 2025 que acaba de comenzar.
Aun no sabría decirte. Estoy aun saliendo de La espera y me llevara un tiempo decidir cual es el siguiente paso, si repetir con un proyecto personal, o aceptar alguna de las propuestas que me están llegando.
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