La arqueología no cuenta con su propio convenio, y tampoco se ve reconocida como actividad en otros convenios a los que adscriben nuestros contratos; tampoco contamos con reconocimiento social, nuestras prácticas universitarias se rigen por voluntariados abusivos y no tenemos reconocidas enfermedades laborales, entre otras cosas.
Por Coordinadora Madrileña de Arqueología de CNT-Comarcal Sur
Tras varias victorias sindicales desde CNT Comarcal Sur Madrid, el sector de la arqueología profesional debería estar de celebración. Pero nada más lejos de la realidad; y es que hemos empezado a llamar victorias a conseguir, a través del sindicalismo, lo mínimo: la legalidad.
Pero empecemos por el principio. A sabiendas de la inestabilidad laboral que acarrea entrar en la arqueología profesional, la precariedad a la que se enfrentan los jóvenes que acaban de salir al mercado, y la falta de organización trabajadora, profesionales de la arqueología, desde distintos ámbitos, comienzan a reunirse en Madrid (siguiendo iniciativas anteriores de otras provincias como Barcelona, Córdoba o Valencia) para crear la Coordinadora de Arqueología de CNT Comarcal Sur. Esta se hace realidad en octubre de 2021, día en que se celebra una primera asamblea, abierta a todos y todas los/las trabajadores/as.
Citando a uno de los compañeros que inició este recorrido (Álex García para El Salto Diario: Indiana Jones y la trampa del precariado) “las normas neoliberales que rigen las instituciones estatales y la política social utilitarista, donde no somos nada más que detiene obras o enemigos del progreso nos dejan atrapados en tierra de nadie”. La arqueología no cuenta con su propio convenio, y tampoco se ve reconocida como actividad en otros convenios a los que adscriben nuestros contratos; tampoco contamos con reconocimiento social, nuestras prácticas universitarias se rigen por voluntariados abusivos y no tenemos reconocidas enfermedades laborales, entre otras cosas. Por primera vez, los y las trabajadores/as contábamos con respaldo sindical para realizar cualquier tipo de acción, animando a la organización, promoviendo la solidaridad obrera y trabajando con objetivos claros.
La Coordinadora se ha enfrentado ya a diferentes conflictos con varias empresas, utilizando tanto la vía judicial como la negociación sindical. Sin embargo, en esta ocasión, no vamos a hacer un análisis detallado de todo lo luchado y conseguido, ya que se puede acceder a ello en la propia página de la CNT Comarcal Sur; si no que la intención del presente artículo es abordar las dificultades enfrentadas y el alcance obtenido.
Es curioso como las dos secciones sindicales conformadas, la primera en la empresa ArqueoSDD y la segunda en Baraka Arqueólogos S.L. compartían prácticamente todas las reivindicaciones: contratos en fraude de ley, categorías profesionales y salariales falsas, omisión de medidas de prevención y seguridad de riesgos laborales, despidos comunicados de forma no oficial, impago de dietas y kilometrajes… Como adelantamos, no estamos hablando de una mejora de condiciones, si no del cumplimiento de las condiciones que nos reconocen los convenios a los que estamos adscritos. Decía la delegada de la sección sindical de Baraka en una ocasión que la postura de la empresa era “pa ti ni agua”, y aunque pueda parecer una exageración es terrible la literalidad que desprendía esa declaración cuando abordamos las primeras negociaciones, en las que incluso se nos negó la entrega de agua a los equipos de trabajo por parte de la empresa.
La organización sindical ha sido tan denostada por compañeros y compañeras, que el despido instantáneo de un delegado sindical tras comunicar la formación de la sección fue casi celebrado, pese a haber ganado la demanda que se interpuso por vulneración de derechos fundamentales. Hemos recibido comentarios tales como “no es como para que montéis bulla” “¿habéis probado a pedírselo a la empresa?”, y es que no tenemos claro si es que la vocación y ganas de trabajar en nuestro sector ha nublado la conciencia de clase o si gran parte del sector ha decidido pasar por el aro, tragar y tragar, pisar a quien está luchando por el reconocimiento de todos y todas, para así seguir trabajando aunque cada vez se acerquen más a la esclavitud, ignorando conscientemente que cada vez que no se oponen al empeoramiento de sus condiciones, nos condenan al resto. En vez de sumar, muchos y muchas compañeros/as decidieron poner zancadillas a las secciones sindicales organizadas. Aún así, las secciones sindicales actuaron en base a la solidaridad obrera y continuaron la lucha para todos y todas.
Deberíamos estar de celebración, y en gran parte lo estamos, ya que se ha logrado que en varias empresas se respete la ley por fin. Pero sabemos que la vida de estas secciones sindicales es muy corta; los contratos, aunque sean indefinidos, en este sector duran unos pocos meses, a veces algo más de un año, y si nadie toma el relevo es imposible que continúen. Cuando la empresa tiene motivos para despedir a parte de la plantilla, se deshace de los sindicalistas, previo rechazo de cualquier medida que permita estabilizar el empleo, como una simple bolsa de trabajo. Bajo el comentario “yo quiero contratar a quien yo decida” (dicho de forma literal por uno de estos empresarios) se esconde un “se acabó la gracieta del sindicalismo que suficiente mal nos ha hecho ya”. Los sindicalistas nos hemos puesto en la diana, y aunque intentamos movilizar al resto de profesionales, no contamos a día de hoy con el apoyo suficiente.
Por eso necesitamos construir un colectivo sólido, que incluso con diferencias políticas nos permita defender nuestros derechos. Frente a la unidad de clase no hay poder patronal que nos pueda amedrentar. Somos conscientes de esos miedos, pero se basan en una premisa falsa para desunirnos. No existen “listas negras” de sindicalistas, sino más bien listas de empresas explotadoras. Frente a su explotación nuestra organización, frente a su abuso nuestra solidaridad.
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