Etiopía: La Unión Africana no puede llevar la paz a Tigray

Un miembro de la seguridad privada se sienta con un arma mientras los niños juegan en un campamento para desplazados internos debido a los enfrentamientos entre la Fuerza Nacional de Defensa de Etiopía (ENDF) y las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) en la ciudad de Dessie, región de Amhara, Etiopía. 8 de octubre de 2021. REUTERS/Tiksa Negeri

Los líderes de Tigray son muy críticos con los esfuerzos liderados por la Unión Africana para llevar la paz a Etiopía, incluida la sugerencia del negociador de la UA, Olusegun Obasanjo, de que Eritrea debería unirse al proceso de paz.

Por Getachew Reda  / Portavoz del Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) / África Report

Una resolución pacífica de la crisis actual de Etiopía no es inminente. La guerra genocida en Tigray continúa sin tregua. Western Tigray permanece bajo una ocupación brutal por parte de las fuerzas regionales de Amhara y su patrón eritreo. Los tigrayanos del Tigray Occidental continúan siendo objeto de una campaña sistemática de limpieza étnica por parte de las fuerzas invasoras.

Como resultado, cientos de miles de tigrayanos han sido desarraigados a la fuerza de sus hogares. El ejército de Eritrea también continúa ocupando partes de las zonas del este, centro y noroeste de Tigray, transgrediendo las leyes humanitarias y de derechos humanos internacionales en áreas bajo su brutal ocupación.

Por su parte, el régimen de Abiy continúa su implacable asalto a Tigray a través de un asedio que lo abarca todo. Incluso después de la tan cacareada tregua humanitaria, la ayuda que llega a Tigray está lejos de ser suficiente para satisfacer las asombrosas necesidades sobre el terreno. La prohibición del combustible junto con los límites del efectivo operativo ha obligado a las agencias de ayuda a reducir la escala y el alcance de las operaciones humanitarias en Tigray.

Paz, ¿qué paz?

Un agravante grave de esta crisis provocada por el hombre es la suspensión de los servicios socioeconómicos esenciales, como la banca, la electricidad y las comunicaciones. La suspensión de los servicios bancarios ha sido especialmente dañina, ya que ha impedido que millones de tigrayanos accedan a sus ahorros ganados con tanto esfuerzo, exponiéndolos a dificultades extremas y violando su derecho básico a la vida, un derecho inderogable en virtud del derecho internacional.

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