Etiopía, emergencia humanitaria, limpieza étnica y violencia religiosa

la ultima semana se han desatado violentos enfrentamientos religiosos en la región etíope de Amhara, que amenazan con extenderse, como un reguero de pólvora, por todo el país.

Por Angelo Nero

La portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Etiopía, Fátima Sator, declaró a principios del mes de abril en la cadena de televisión británica BBC que lo que se ha entregado hasta el momento en ayuda humanitaria en la castigada región de Tigray, invadida por el ejército federal etíope en noviembre de 2020, no es más que “una gota en el océano”, denunciando las restricciones para entregar suministros médicos y productos de primera necesidad en la zona por parte de las autoridades etíopes. «Esperamos que la tregua humanitaria nos permita enviar convoyes humanitarios a las regiones de Tigray, lo que nos permitirá contribuir a aliviar las necesidades extremas de la población de Tigray», declaró la portavoz del CICR, coincidiendo en las críticas vertidas por el Tigray People’s Liberation Front (TPLF), sobre los graves obstáculos que ha puesto, especialmente, el ejército etíope para el alivio de la situación desesperada de miles de tigriños afectados por la guerra.

“Un convoy con ayuda médica, alimentos y suministros para el tratamiento del agua ha llegado a la región de Tigray el 2 de abril a través de Afar. Es el primer convoy del CICR que llega desde septiembre de 2011”, destacó en un comunicado el organismo humanitario, señalando que “el convoy, formado por seis camiones transportó medicamentos, equipo médico, alimentos de emergencia, bombas de agua y químicos para tratamiento de agua, junto a artículos esenciales para el hogar como bidones, lámparas solares, colchones y elementos de cocina”.

Paralelo a esto Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW), han hecho público un informe (‘We will erase you from this land’: Crimes against humanity and ethnic cleansing in Ethiopia’s Western Tigray Zone) sobre limpieza étnica, crímenes de guerra y de lesa humanidad, cometidos “por las fuerzas de seguridad de la vecina Amhara, con la aquiescencia y posible participación de las fuerzas federales etíopes, que expulsaron a cientos de miles de civiles tigriños de sus casa mediante amenazas, homicidios, violencia sexual, detenciones arbitrarias masivas, pillaje, traslados forzosos y negación de ayuda humanitaria.”

Reclamando el cese de estas atrocidades al gobierno de Abiy Ahmed, el acceso libre a la zona por parte de las ONG’s y organismo internacionales, y una rendición de cuentas de los responsables, políticos y militares, de estos crímenes, el director de HRW, Kenneth Roth, recalcó que “desde noviembre de 2020, las autoridades y fuerzas de seguridad amharas han llevado a cabo una limpieza étnica incesante para obligar a la población tigriña de Tigray Occidental a abandonar sus casas”. El paisaje descrito por el informe de HRW y AI es realmente sobrecogedor: “arrestaron a miles de residentes tigriños y los sometieron a detención prolongada en condiciones de hacinamiento y abusos, utilizando las fuerzas de seguridad, las violaciones en grupo, acompañadas de insultos y agresiones, y la esclavitud sexual”.

El gobierno etíope, presidido por el premio Nobel de Paz, Abiy Ahmed, ha rechazado el informe y las acusaciones de las ONG’s, señalando que “hace recomendaciones de poca ayuda para cualquier esfuerzo de paz, cuestionando la validez de numerosos asuntos políticos sobre los que las dos organizaciones consideraron necesario pronunciarse”.

También el gobierno de EEUU, a través del portavoz del departamento de Estado, Ned Price, se ha pronunciado sobre el informe We will erase you from this land, que relata la limpieza étnica en Tigray, reiterando su “grave preocupación por los continuos informes de atrocidades de Amhara”, así como el hecho de que “miles de etíopes de etnia tigriña siguen detenidos arbitrariamente en condiciones que ponen en peligro su vida, instando a su liberación inmediata.” Tras la lectura del informe, asimismo, la UE se ha pronunciado ante estos gravísimos hechos, “condenando con la mayor contundencia todas las violaciones y abusos contra los derechos humanos, y las violaciones del derecho internacional humanitario perpetrados en el norte de Etiopía.”

Otra organización no gubernamental, Save the Children, ha dado la voz de alarma ante la urgencia humanitaria de 16 millones de personas de Etiopía, Somalia y Kenia, que necesitan ayuda alimentaria urgente para sobrevivir, porque a los conflictos armados se ha sumado una sequía persistente en el Cuerno de África, y además la situación se ha agravado con el impacto de la guerra de Ucrania en el aumento del precio de los alimentos, por lo que han hecho “un llamamiento urgente para que se proporcionen más fondos para la respuesta a la sequía, antes de que la situación salga de control.”

Pero las fuertes convulsiones políticas y sociales en esta conflictiva parte del continente africano no acaban aquí, ya que en la ultima semana se han desatado violentos enfrentamientos religiosos en la región etíope de Amhara, que amenazan con extenderse, como un reguero de pólvora, por todo el país. En la ciudad de Gonder, la antigua capital imperial de Etiopía, un grupo armado asesinó a una veintena de personas que participaban en el funeral de un líder local, una masacre que se ha sumado a la quema de mezquitas, violación de mujeres y allanamiento de propiedades de musulmanes. En los días posteriores se han sucedido las protestas tanto en Amhara como en la capital federal Adis Abeba, a lo que se sumaron otras cuatro mezquitas incendiadas, y, en contrapartida, también tres iglesias ortodoxas, en la ciudad de Siite. El 2 de mayo, en la celebración del Eid al Fitr, el fin del Ramadan,, la policía etíope empleó gases lacrimógenos para dispersar a miles de musulmanes, en Adis Abeba, lo que generó en graves disturbios y enfrentamientos con las fuerzas del orden.

Según la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que se ha mostrado profundamente preocupada por este enfrentamiento religioso, son ya 30 los muertos y más de cien heridos los que se han producido, así como 578 detenidos.

Por si no fuera suficiente con la emergencia humanitaria generada por la guerra y la sequía, con la limpieza étnica de los tigriños y con el conflicto generado con Sudan y Egipto por la Gran Presa del Renacimiento, Etiopía se enfrenta a un nuevo reto con el enfrentamiento de sus comunidades religiosas, con un 49% de católicos ortodoxos, un 35% de musulmanes, un 20% de pent’ay (pentecostales y evangelicos), e incluso una pequeña comunidad judía.

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