ETA y las convivencias en País Vasco, Catalunya y España

En busca de datos objetivos que nos permitan medir la calidad de los factores que afectan a las convivencias que disfrutamos o padecemos, haré desde aquí, primero, una pregunta, después, ofreceré una ayuda y, finalmente, arriesgaré dos respuestas

Por Domingo Sanz

Ha sido celebrar diez años sin ETA, más escuchar a Otegui reconociendo con otras palabras que la vía pacífica, ¿Catalunya?, es la única válida también en el País Vasto, y aparecer automáticamente los muchos que se autoproclaman autoridad única en el negociado de calificar «convivencias».

Por ejemplo, el Zapatero presidente hace diez años ha necesitado declarar ahora que “hay que pasar de la coexistencia a la convivencia”. No obstante, ni él, ni ninguno de los que afirman que España es una de las mejores en el ranking mundial de las democracias, se ha atrevido a enseñar un ranking parecido de convivencias para justificar sus argumentos.

Quienes así hablan de la sociedad vasca son los mismos que llevan repitiendo hasta la saciedad que la convivencia en Catalunya se ha roto desde que los independentistas ganan en las urnas e intentan cumplir los compromisos asumidos con sus electores.

Lo afirman y repiten tanto que tienen a millones de catalanes buscando cada día convivencias rotas por las esquinas, pero lo que encuentran son los más de 30 años que han sumado en la cárcel los condenados por Marchena, más los apaleamientos contra votantes, los exiliados y las otras represiones, aún activas, contra personas que han participado en manifestaciones como la que, en el otro extremo geográfico, ha terminado provocando un problema de “convivencia” institucional entre el poder judicial y el parlamentario a cuenta de la condena al diputado Alberto Rodríguez, de UP.

Algunos comienzan a dudar de la eficacia de la anti política practicada desde 2006 contra Catalunya, que comenzó el PP y a la que se sumó el PSOE. Ayudarían a recuperar la convivencia que aseguran se ha perdido si pidieran perdón, pero, como españoles españolistas que son, eso jamás ocurrirá.

Aunque, si reparamos en los detalles, ya se les nota la pérdida de confianza en sí mismos. Si no, que expliquen a qué viene que España haya batido el récord Guinness de velocidad a la hora de conceder premios a jarrones chinos recién nacidos, que ha sido un espectáculo lo de ver a Felipe VI, a Pedro Sánchez y a Pablo Casado arrastrándose como gusanos el 14 de octubre ante la ex Ángela Merkel en el Monasterio de Yuste para regalarle el premio Carlos V y así intentar, por si ocurriera, que la alemana resista la tentación de contar lo que sabe y lo que piensa sobre el caso “España”, ejemplo perfecto de lo que puede ocurrir cuando la represión es la única política contra los independentismos en las democracias.

Pero no restemos protagonismo a Otegui, pues se lo ha ganado. Nos ayuda alguien tan televisivo como Quique Peinado, quien osa titular hoy su reflexión “ETA como necesidad”, lo que obliga a su lectura para evitar malentendidos. De la letra pequeña elijo estos dos párrafos:

“La única victoria de ETA a día de hoy es su instrumentalización, de una forma u otra, por todo el arco parlamentario. Diría que sin excepción (…). Creo que entre todos le estamos dando eso a ETA. Y me jode. Siempre pienso que suele estar mal lo que no sabría explicarle, con ningunas palabras, a mis hijos. Esto no sabría cómo hacerlo.”

Matizando que no veo a los independentistas catalanes, también componentes del “arco” citado, instrumentalizando lo de ETA, creo que Quique pone el dedo en la llaga, señalando el principal obstáculo para la convivencia en cualquier sociedad: suele estar mal lo que un padre no le puede explicar a su hijo.

Otro de los consensos generalmente aceptados sobre lo que ayuda a la construcción de las convivencias nos dice que a lo largo del tiempo deben predominar los tiempos de paz, que solo es verdadera si permiten el ejercicio de libertades y derechos. En esto, la de España, que tenemos escrita en nuestro ADN, está muy lejos de cumplir los mínimos necesarios para conseguir el aprobado. Es una cuestión de sumar años y circunstancias políticas desde el siglo XIX, y comprobar porque se dice lo muy odiosas que son las comparaciones… sobre todo cuando aciertan.

Por último, y volviendo a Quique, otro de los consensos generales sobre la construcción de la convivencia se refiere a la importancia decisiva que, desde la infancia, cumple la socialización inseparable a todo proceso educativo, pues se trata del primer entorno donde aprendemos a relacionarnos con los demás, más allá de las circunstancias familiares.

En busca de datos objetivos que nos permitan medir la calidad de los factores que afectan a las convivencias que disfrutamos o padecemos, haré desde aquí, primero, una pregunta, después, ofreceré una ayuda y, finalmente, arriesgaré dos respuestas ante quienes, obligados a responder porque están en La Moncloa, no dejan de presumir de la convivencia española mientras suspenden a la vasca y a la catalana.

La pregunta.

¿Podría la ministra de Educación, doña Pilar Alegría, informar sobre el número de alumnos de 4º de ESO a quienes, durante el curso 2020-21 sus profesores no les explicaron la historia de España a partir de los años 30 del siglo XX, a pesar de que dicho periodo está incluido en el temario de la asignatura?

La ayuda.

Cómo sabemos que la ministra Alegría, aunque parezca mentira, no dispone de tal información, le diré que podría conseguirla solicitando a las CC.AA. que la reclamen a cada uno de los centros educativos de sus respectivos territorios.

Las dos respuestas que arriesgo.

Primera. Si la ministra Alegría se atreve a reclamar esa información, habrá CC.AA. que no se la enviarán.

Segunda. De las CC.AA. que envíen la información a la ministra, el País Vasco y Catalunya estarán entre las que mejor cumplen con todo el temario.

Aunque recordar esto resulte tan ocioso como odioso, dado que la convivencia es un bien superior le diré a la ministra Alegría que la Guerra Civil finalizó hace 82 años y la dictadura 44, más o menos.

En cambio, y por si la ministra necesita que la animen, aprovecharé también para informarle que, en el País Vasco, aunque solo hayan pasado diez años desde la desaparición de ETA, ya se está trabajando en la ESO y el Bachillerato para conseguir que la juventud no olvide nunca lo que fueron los tiempos de la violencia, con la participación activa de las víctimas.

A la ministra le hemos preguntado por los datos del curso pasado, pero como cada año que pasa España se aleja más de sus dramas, lo lógico sería que los del 2020-21 deberían estar entre los mejores en cuanto al cumplimiento de la programación establecida en las leyes.

Pero, señora Alegría, ¿qué debemos pensar si ese grave incumplimiento educativo no se fuera corrigiendo, sino todo lo contrario?

En cualquier caso, ¿cree usted que se puede hablar de convivencia en España si, parafraseando a Peinado, tampoco los profesores son capaces de exponer todo el pasado a sus alumnos? ¿No le parece que es más correcto decir coexistencia que podría tornarse violenta en cualquier momento?

Y, señor Pedro Sánchez, ¿dónde cree que se trabaja más por la convivencia?

P.D. Como sospecho que no harán nada, me acercaré a Educación de la C.A. donde resido y pediré por escrito que informen sobre la asignatura de Historia en los centros educativos. Si lo consigo, prometo que informaré aquí mismo.

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