Feijóo no entiende cómo funciona la opinión pública contemporánea y aún cree que esta fotografía no lo imposibilita para ser alguna vez presidente del gobierno en España.
Por Lucio Martínez Pereda | 2/01/2025
Pero el vendaval no llega y además el votante de izquierdas ya usa las mismas gabardinas que el votante de derechas. Tras la irrupción electoral de la ultraderecha, la derecha europea tenia dos opciones: oponerse radicalmente a ella siguiendo la estela de las estrategias antifascistas históricas de Degaulle o Churchill, o abrazarse a ella, asumiendo parte de sus planteamientos políticos antidemocráticos. El PP ha seguido la segunda táctica, y aquí este el error que le impedirá llegar al gobierno.
El PP ya es consciente de esa equivocación. Saben que únicamente serán factores de contexto -un episodio de grave corrupción en el gobierno o una fuerte crisis económica mal gestionada- los que le permitirán recuperar al poder. Pero la primera de la circunstancias ya no funciona: el votante de izquierdas español con la corrupción de los suyos ya es tan tolerante como el votante de derechas, y la segunda de las circunstancias: la grave crisis económica, ni está ni se la espera.
Además, Feijóo no entiende cómo funciona la opinión pública contemporánea y aún cree que esta fotografía no lo imposibilita para ser alguna vez presidente del gobierno en España. En el PP creen que esta imagen está amortizada políticamente pero no se dan cuenta que esta fotografía es como los estribillos de la música comercial que nos quedan gravados en la memoria a largo plazo y reaparecen cuando nos duchamos, estamos en la cola de la panadería o votamos.
Que la híper polarización izquierda-derecha no nos engañe: al final los votos que inclinan la balanza no pertenecen a ninguna de las dos hinchadas.
En una situación de empate técnico electoral son los votos del conjunto vacío intermedio (abstención que algunas veces vota derecha y otras izquierda) los que dan el resultado final del lance electoral: los convencidos por razones políticas poco cuentan en esta realidad tan líquida y cambiante. En su toma de decisiones intervienen elementos aparentemente banales que nunca aparecen en la escopia preelectoral, forman parte de ese conjunto de circunstancias que “vuelan por debajo de radar” y condenan al fracaso las estimaciones electorales. Al final esas circunstancias intangibles son conocidas, pero cuando han pasado varios años después de su entrada en funcionamiento.
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