Es necesario regular la eutanasia

Por Carlos Sánchez Fernández
Miembro de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública


La muerte nos acecha desde el nacimiento, ya lo dijo el poeta “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir” (Jorge Manrique, siglo XV). Sabemos que vamos a morir y ese hecho es una parte natural e inevitable de la experiencia humana. También sabemos que la muerte puede producirse en circunstancias muy distintas y en muchos casos en medio de tremendos sufrimientos y/o de un proceso de degradación incompatible con la propia dignidad de la vida humana. La eutanasia pretende que, ya que no tomamos ninguna decisión sobre nuestro nacimiento, al menos podamos tenerlo sobre el final de nuestra vida.

Con frecuencia se mezcla el debate con el de la denominada “muerte digna”, los cuidados paliativos que tienen como objetivo minimizar o anular el sufrimiento en los moribundos y favorecer la agonía “dulce”, y aunque es obvio que se trata de un tema con semejanzas, en ambos casos se quiere favorecer una muerte sin dolor, la eutanasia pretende ir mas allá y evitar el proceso de degradación, sufrimiento y deterioro que lleva a los enfermos desahuciados hasta una situación terminal.

En el debate sobre la eutanasia se pueden plantear tres cuestiones. La primera es la cuestión moral, que debería ser de ámbito privado y personal, porque no parece razonable imponer a los demás las propias creencias en el marco de las decisiones individuales que solo le afectan a uno mismo, una vez mas conviene recordar que reconocer un derecho no obliga a ejercerlo, sino que facilita su uso por quien libremente lo desee, por otro lado incluso en la tradición cristiana se refiere la actuación compasiva  en momentos críticos, actitud que por cierto nos parece normal en el caso de los animales.

La segunda es la detallada  regulación que precisa, para evitar que se produzcan abusos, porque estamos ante decisiones  que son irreversibles y por lo tanto deben tener muchas garantías que respeten los derechos de las personas implicadas. Este asunto esta resuelto de manera  bastante detallada en otros países, porque como  es bien conocido la eutanasia esta regulada desde hace años en Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suiza y en algunos estados de EEUU. En Holanda por ejemplo se exige:

  1. Que la persona objeto de la eutanasia o auxilio al suicidio sea residente en Holanda.
  2. Que el médico esté convencido de que la petición es voluntaria, está bien meditada y expresa los deseos del enfermo, o sea, que es plenamente capaz y se ha reiterado en su voluntad. Ésta puede haber sido manifestada en un documento de voluntades anticipadas.
  3. Que se constate un padecimiento insoportable y sin esperanzas de mejora.
  4. Que se haya informado al paciente de su situación y de las perspectivas de futuro.
  5. Que se haya consultado a otro facultativo y que éste haya corroborado el cumplimiento de los requisitos. En caso de sufrimiento psicológico se tienen que consultar dos médicos. Los médicos consultores tienen que ver al enfermo y elaborar un informe por escrito sobre la situación.
  6. Que la realización de la eutanasia o auxilio al suicidio se haga con el máximo cuidado y profesionalidad.

También ha sido regulada en el caso de las personas incapacitadas y en los niños, casos  en los que los controles  se hacen más exhaustivos, y se exige el dictamen de una comisión profesional. Hay que decir que aunque la normativa esta en vigor desde 2002 no se conocen casos de abuso en esta práctica, lo que indica que un uso prudente, que es exigible, no debería de plantear problemas.

La tercera cuestión tiene que ver con el apoyo sanitario y profesional que se necesita para el ejercicio efectivo de la eutanasia. El tema es bastante peliagudo porque la práctica demuestra que con frecuencia existen grupos profesionales que sigue entendiendo que tiene derecho a tomar decisiones en nombre de los pacientes y contra sus preferencias expresadas, como se ha comprobado en el caso de la niña gallega a la que los médicos se empeñaban en mantener viva contra la decisión de los padres e incluso del comité de ética asistencial, basadas en la legislación vigente (a nivel estatal y de Galicia) y que solo cedieron ante la perspectiva de una condena judicial. Por eso es preciso articular mecanismos para garantizar la práctica de la eutanasia en condiciones de igualdad y accesibilidad para todas las personas y favorecer un apoyo sanitario que lo permita en el sistema sanitario público. Obviamente hay que respetar las cautelas profesionales pues aunque la mayoría de los sanitarios están a favor de su regulación, por cierto lo mismo que sucede con la población (un 85% la apoyarían según una encuesta de 2018), son pocos los profesionales dispuestos a participar en la misma. Habría por lo tanto que regular la objeción de conciencia y paralelamente garantizar su acceso en la Sanidad Pública, la creación de servicios específicos podría ser una solución.

Como señala JA Salcedo “una muerte es adecuada o buena cuando esta asistida por profesionales que evitan el dolor, controlan el miedo y la ansiedad del paciente en la medida de lo posible y aseguran los cuidados necesarios, ocurre en su domicilio (o en hospital si así se desea) en compañía de sus familiares y amigos, rápida y sin prolongar la agonía para no ser una carga para sus cuidadores (demanda de muchos de ellos). Será digna si la persona explicita como quiere que sea el proceso de morir y cuando y su decisión es respetada. Es necesaria una nueva Ley que solucione legalmente el supuesto en el que una persona con una enfermedad irreversible y sin tratamiento pueda solicitar que se le administre una medicación que ponga fin a su vida de manera anticipada, porque no hay derecho a vivir a cualquier precio, sin condiciones dignas y con sufrimiento y dolor irreversibles e intolerables”.

En la pasada legislatura se produjo una iniciativa parlamentaria para aprobar una ley sobre eutanasia, pero fue bloqueada por la mesa del Congreso (PP y Ciudadanos a pesar de que esta formación dice estar a favor de su regulación), en esta ya se ha registrado una iniciativa al respecto que decaerá si no se consigue formar gobierno y se convocan nuevas elecciones.

La regulación de la eutanasia esta rodeada de muchos tabúes que es preciso desmontar. En una sociedad como la nuestra parece razonable y es cada vez mas urgente avanzar hacia una regulación de la misma porque si no se hace se seguirán produciendo muertes en malas condiciones, eutanasias clandestinas, y hechos como la muerte de Mª Jose Carrasco que acaban injustamente  en manos de los tribunales.

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