El pesimismo melancólico es el aliado emocional más importante de la derecha española.
Por Lucio Martínez Pereda
No es quien gobierne, es mucho más: es la democracia, estúpido. Los demócratas cuando peligran derechos y libertades han de comprometerse con la democracia militante. En las anteriores elecciones vimos como la derecha logró movilizar al máximo sus votantes mediante una intensa polarización de odio y bulos. Ahora le toca a la izquierda polarizar al máximo con la verdad y la defensa de los derechos: debemos poner toda nuestra capacidad comunicativa en redes al servicio de ese objetivo.
La izquierda- al margen del debilitamiento electoral que le producen sus habituales debates ideológicos tiene un Talón de Aquiles más peligroso- una debilidad que ya se manifestó a comienzos de la Transición con la llamada generación del desencanto. El pesimismo melancólico es el aliado emocional más importante de la derecha española: y a su estímulo recurrirá la derecha para desmovilizar el voto de izquierdas este verano.
Mario Espinoza Pino hacía hace un par de años un aviso que ahora ya no nos puede resultar innecesario o exagerado : “Construir un sentido común antifascista, soldar de nuevo los significantes democracia y antifascismo, es algo que supera el alcance de las elecciones”.
Desde la muerte de Franco ha habido en la inmadura, débil e incompleta democracia española muchos lances electorales. Tras las elecciones de este verano no se dirime- como en otras ocasiones- un simple cambio de gobierno. Está vez está en juego que la Democracia- vacía de los valores y derechos que la permiten seguir existiendo – quede reducida a la cáscara vacía de un rito que, celebrado cada 4 años, los sustituye.
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