Entrevistamos al Centro Social La Ingobernable: «Proyectos como La Ingobernable son una pequeña victoria temporal en un paisaje en el que el poder sigue estando abrumadoramente en otros sitios»

Tras el desalojo llevado a cabo por las autoridades madrileñas, en Nueva Revolución volvemos a charlar con les compañeres de La Ingobernable.

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¿Supone el desalojo de la ingobernable una nueva victoria de lo privado sobre lo público?

En realidad cabría diferenciar lo público (gestionado por el Estado) de lo común (gestionado por la propia comunidad que utiliza un recurso). La Ingobernable es un edificio que ha sido gestionado de forma comunal durante dos años y medio, y eso ha generado en sí una riqueza que no puede destruirse, que sigue adelante y que continuará ramificándose, de formas más o menos evidentes. Pero claro, desde una mirada más global, las decisiones a nivel mundial siguen tomándose o bien a nivel privado o bien a un nivel público con una representatividad muy dañada: proyectos como La Ingobernable son una pequeña victoria temporal en un paisaje en el que el poder sigue estando abrumadoramente en otros sitios, pero eso puede cambiar.

Dos años y medio de proyectos, participación ciudadana y activismo, por el que han pasado más de 150 colectivos, ¿qué conclusiones sacaríais de esta experiencia colectiva?

Que frente a la imagen que normalmente se presenta de población apática y solo capaz de movilizarse por un interés propio, existe una gran cantidad de gente deseando dedicar su tiempo y esfuerzo a construir lo común, solo hace falta proveer el espacio y las circunstancias en las que hacerlo.

¿Es esa permanente cuenta atrás hasta el desalojo uno de los principales inconvenientes a la hora de desarrollar este tipo de proyectos?

La amenaza de desalojo supone un drenaje constante de recursos que deben invertirse en la defensa, negociación, etc, y que no pueden dedicarse a otras tareas que enriquecerían el centro social. Por otra parte, el movimiento ha sido siempre consciente de esta temporalidad constante (de ahí el «un desalojo, otra okupación») y creo que se han encontrado formas de vivir con ello e incluso utilizar esta inestabilidad como fuente de renovación constante.

La relación con el anterior equipo de gobierno fue larga y frustrante, y consumió muchos recursos en vano

El alcalde de Madrid ha señalado que «todo aquel que pretenda vivir gratis a costa de los madrileños, que sepa que tarde o temprano será sacado y ese edificio volverá a los madrileños», ¿será realmente La Ingobernable puesta a disposición de la ciudadanía madrileña?

Por un lado, parece que esta narrativa de «vivir a costa de los madrileños» se acepta como cierta sin que tenga ningún tipo de base. Los centros sociales se construyen gracias a recursos abandonados o infrautilizados y trabajo activista, así que el coste público es infinitamente menor que si se intentase generar lo mismo con recursos estatales, autonómicos o municipales. De todas formas, esta perspectiva demuestra que Almeida no es capaz de visualizar un centro social como algo que está aportando a la comunidad – si surgiese, por ejemplo, un centro de salud autogestionado, sería más difícil enmarcarlo como gente que está «viviendo a costa de nadie». Para Almeida, el que haya un espacio de organización y ocio independizado de los circuitos comerciales no solo no es positivo, sino que resulta perjudicial, peor que tener el edificio vacío. Dudo mucho que se vaya a hacer nada relevante con él; lo más probable es que encuentren otro proyecto-pelotazo que beneficie a sus aliados políticos o que se quede abandonado.

¿Ha existido algún tipo de diálogo con la nueva corporación antes de desalojo?

No, todo lo que hemos sabido ha sido a través de los medios.

El alcalde os ha acusado de desgarramantas, un término curioso para un colectivo autodenominado La Ingobernable por otra parte, pero ¿ha causado algún tipo de desorden en todo este tiempo La Ingobernable?

No. Como en todo lugar donde se reúne gente ha habido conflictos y agresiones, pero siempre se han conseguido resolver gracias a los recursos internos y el trabajo activista de cuidados.

El desalojo se produjo ha comenzado de madrugada y «sin previo aviso», ¿cómo han sido las formas en todo este proceso?

El Ayuntamiento ha optado una y otra vez por ignorar nuestras peticiones de diálogo, vertiendo amenazas en medios respecto a su intención de aplicar «toda la fuerza de la ley». Esto demuestra una concepción de la política anclada en otro tiempo, que no tiene en cuenta a la ciudadanía y que prefiere la bravuconada de la demostración de fuerza antes que cualquier intento de entendimiento.

Han optado por abandonar La Ingobernable sin oponer resistencia, ¿influye la Ley Mordaza y las posibles sanciones a los militantes en este tipo de decisiones?

Ha sido uno de los factores, pero no el más importante. Tiene más relevancia, por ejemplo, considerar que la fuerza de un CSOA resida más en el apoyo social que consiga recabar que en la propia capacidad de resistencia física.

¿Se ha puesto alguna formación política en contacto con vosotros tras el desalojo?

No

Begoña Villacís, acusó a la anterior corporación municipal de Manuela Carmena de «connivencia con la okupación» y el actual alcalde, José Luis Martínez-Almeida, os ha llegado a calificar como «los amigos de Carmena», ¿cómo era la relación con la anterior corporación? ¿realmente existió connivencia entre ustedes?

La relación con el anterior equipo de gobierno fue larga y frustrante, y consumió muchos recursos en vano. Tuvieron la oportunidad de blindar el proyecto – con una propuesta elaborada conjuntamente con otros actores del barrio – y no lo hicieron. Resultó bastante decepcionante, no solo por no haber conseguido resultados favorables sino por la falta de explicaciones, la información confusa y los dobles juegos constantes.

«En nuestra etapa, ofrecimos un acuerdo para la utilización del edificio dentro del protocolo de cesión de espacios municipales aprobado por nuestro gobierno. De haberlo aceptado, hoy tendrían unas condiciones pactadas con el Ayto., como otros muchos colectivos. Lo rechazaron.» Estas palabras son de José Manuel Calvo, exdelegado de Desarrollo Urbano, ¿qué opinión les merecen?

El acuerdo que ofrecieron no era vinculante – por lo que al entrar el Partido Popular nos habríamos visto en la misma situación, quizá ganando algo de tiempo – y atentaba contra la capacidad de autogestión que supone la esencia del proyecto. Además, suponía una distribución de espacios que demostraba no conocer las características físicas del edificio y no planteaba una propuesta sobre qué hacer con él. No lo querían para el Ayuntamiento porque tuvieran una propuesta de uso mejor que la que ya existía, sino que era una cuestión de imagen política. Como he dicho antes, habíamos invertido mucha energía en la negociación y queríamos que llegase a buen puerto, aunque supusiese hacer concesiones, pero su propuesta resultaba verdaderamente inaceptable.

Para Almeida, el que haya un espacio de organización y ocio independizado de los circuitos comerciales no solo no es positivo, sino que resulta perjudicial

Ana Botella lo cedió en su momento con un polémico acuerdo el edificio al argentino Emilio Ambasz para supuestamente construir el Museo del Arte, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, tras este desalojo, ¿nos podemos encontrar ante un intento de pelotazo urbanístico por parte del Partido Popular?

Quién sabe, es posible, aunque ahora al haberse llamado ya la atención sobre este caso concreto supongo que les saldría políticamente más caro. Pero con el electorado del PP nunca se sabe.

Villacís se ha encargado de dejar claro que «Madrid no va a ser una ciudad para los okupas», pero con el actual mercado inmobiliario, ¿es Madrid una ciudad para la clase obrera?

En un sistema regido por el libre mercado la ciudad es para el mejor postor, y los espacios solo tienen valor en la medida en la que son capaces de proporcionar un beneficio económico. Las personas tenemos valor en tanto que consumidores – o, como mucho, votantes.

En estos términos, claramente, tenemos las de perder. Solo tendremos oportunidad si planteamos un marco diferente, una narrativa diferente, nos la creemos y luchamos por ella.

Hacen falta espacios en los que ser un agente en sí, en los que construir directamente algo porque queremos que exista. La Ingobernable era un espacio de este tipo.

¿Seguirán siendo ingobernables?

¡Siempre!

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