“Los adolescentes, en ausencia de educación sexual profesional y científica, son muy vulnerables”

¿Qué está ocurriendo con la juventud, el consumo de porno y la violencia sexual? Conversamos sobre estas cuestiones con José Luis García, psicólogo clínico, sexólogo y escritor.

Por Oriol Sabata

Últimamente, estamos viendo en los medios de comunicación una mayor cobertura de casos de violencia sexual y violaciones grupales por parte de menores de edad. Este foco mediático ha generado una cierta alarma social que ha dado lugar a un debate sobre este preocupante fenómeno.

Desde NR entrevistamos a José Luis García, psicólogo clínico, sexólogo y escritor, con quien hablamos sobre juventud, sexo, porno y violencia.

José Luis, ¿podemos afirmar que estamos ante un repunte de la violencia y las violaciones en manada protagonizada por menores o simplemente era una cuestión silenciada hasta ahora?

Hay más denuncias, cierto, porque se ha perdido el miedo a hacerlo y la sociedad parece más sensibilizada. Sin embargo, la mayoría de los expertos señalan que solo se denuncian una parte insignificante de la realidad, y tampoco se comunican a las personas cercanas. La situación es realmente dramática. La niña de Badalona salvajemente violada no pensaba decírselo a nadie.

¿Por qué crees que se dan estos casos en edades cada vez más tempranas? ¿Qué factores están provocando este preocupante fenómeno?

La explicación es multifactorial: desigualdades entre hombres y mujeres, entorno sociocultural machista atávico, ausencia de políticas valientes educativas y de salud, leyes laxas, ausencia de educación afectivo sexual y emocional y, en particular, yo subrayo el consumo precoz y abusivo de pornografía violenta.

En tus análisis hablas del concepto de «generación de niñas y niños pornográficos». Háblanos sobre ello. ¿Cómo se conforma y qué características la definen?

Son niños y niñas que han tenido como referente educativo la pornografía violenta en ausencia de educación sexual y esto es probable que marque su futuro sexual y afectivo. Refiriéndonos a la pornografía heterosexual, los diferentes estudios científicos sugieren un amplio listado de efectos adversos. El primero de ellos puede ser la adicción, que tendrá que ser valorada por un profesional. La adicción suele comportar alteraciones cerebrales y cambios significativos en los estados de ánimo y emociones, así como en la conducta familiar y social. A menudo, puede haber consecuencias en la relación de pareja, consumo de prostitución, disfunciones sexuales, precocidad en las relaciones sexuales con diferentes partenaires o comportamiento sexual irresponsable (porque el condón, por ejemplo, es invisible en el porno). El consumo de sustancias estimulantes está igualmente asociado. La concepción de una idea machista y misógina de las relaciones sexuales y afectivas, con una ausencia total de empatía, así como una visión negativa sobre la mujer, es otra consecuencia significativa y preocupante. Erotizar la violencia contra la mujer y los/as menores, es un fenómeno que la sociedad no acaba de tomar conciencia respecto de la trascendencia que puede tener.

El porno transmite valores, actitudes y conductas, es decir, influye poderosamente y, en mi opinión, está transformando las prácticas sexuales en amplios grupos de jóvenes, modificaciones muy alejadas de una situación saludable. Propone, como normal, conductas que son excepcionales incluso considerados trastornos de la conducta sexual.

Hay muchos más aspectos, pero, a mí, hay tres ideas perversas que me preocupan enormemente y que transmiten los vídeos pornográficos y que menores y jóvenes aprenden y llevan a la práctica: Primero que es muy fácil tener relaciones sexuales con cualquier mujer, segundo, que todas las mujeres disfrutan con la presión, les gusta que las fuercen y agredan, no importa de qué forma, lo están deseando, volviéndose unas lobas sexuales para dar placer ilimitado al chico y tercero, que la violencia sexual es sexualidad aceptable.

Además, la pornografía violenta altera la capacidad humana de empatía y compasión. En consecuencia, serán adultos con serios problemas en la esfera afectivo-sexual-emocional y ellos/s y sus familias sufrirán.

No se puede permitir que niños y niñas construyan su idea de la sexualidad y de sus relaciones afectivas en base a estas consideraciones, tiene demasiados riesgos.

¿Consideras que debería legislarse para llevar a cabo una regulación y/o prohibición de determinados contenidos pornográficos?

Hay que tener la valentía de poner al mismo nivel las películas sexuales porno-violentas que la pornografía infantil. Mientras eso llega, hay que poner restricciones severas a los menores y en todo caso la solución está en capacitar a los menores y jóvenes para que NUNCA consuman ese tipo de materiales que dañan su salud y sus relaciones. En su lugar, pueden consumir de manera controlada y racional las películas sexuales eróticas.

¿Cuál es el papel que juegan los padres en todo esto? ¿El tema de la educación sexual, en pleno siglo XXI, sigue siendo un tema tabú y relegado a la esfera personal? ¿Debería implicarse la administración pública en esta cuestión?

Sigue siendo, de manera incomprensible, la asignatura pendiente. Estamos a la cola en Europa y en los países desarrollados. Soy consciente de esta preocupación de algunos padres y madres. La respuesta es formarse. En este sentido, llevo trabajando en formación más de cuatro décadas, organizando talleres específicos para ellos y que denomino “Talleres para madres y padres vergonzosos”, además de divulgar en RRSS y medios de comunicación con centenares de artículos y publicando 16 libros. Los dos últimos son manuales destinados a la formación de padres y profesionales en esta área, fruto de mi experiencia, denominados “Tus hijos ven porno” que tratan de cubrir esta laguna.

Y tienen que hacerlo cuanto antes mejor, sobre todo antes de regalarle un móvil. Es una irresponsabilidad comprarle un smartphone sin capacitarles adecuadamente. Es como darle las llaves de un deportivo F1 sin ninguna clase teórica o práctica.

Padres y madres tienen que saber que sus hijos verán porno, sí o sí. Más temprano que tarde lo verán. Hay que adelantarse para que, cuando lo vean, tengan otra mirada radicalmente distinta a lo que se encontrarán. No castigar ni prohibir, no culpabilizar. Tendrán que aprender a tomar decisiones encaminadas a cuidar su salud y no llevar a cabo conductas no saludables para el/la y los demás.

Transmitirle una visión de la sexualidad como una dimensión amorosa, saludable, divertida, tierna y placentera que tiene todo el sentido cuando se da en un entorno de deseo y acuerdo mutuo, afecto, respeto, libertad y corresponsabilidad en el placer con la otra persona, que me concierne y con la que empatizo.

En la pornografía que ven los chavales, este enfoque no existe, por tanto, como digo siempre: tenemos que hacerle la competencia al porno.

Tenemos que transmitirle que la dimensión sexual está hecha para el contacto placentero y el encuentro tierno y gozoso. Sin embargo, puede transformarse en una experiencia dolorosa, desagradable o incluso traumática, que los puede acompañar toda su vida. Ver películas sexuales porno-violentas, precoz y habitualmente, puede contribuir a tener esa concepción y facilitar esas vivencias.

Por ejemplo, hay niñas que tienen relaciones sexuales con penetración anal. Sin placer, con dolor, por dar placer a su novio, porque sus amigas dicen que lo hacen o porque la chica del porno se lo pasa muy bien y siempre goza.

La administración pública tiene una responsabilidad incuestionable y su actitud de desidia no se puede mantener por más tiempo.

¿Qué impacto están teniendo los smartphones y las nuevas tecnologías en la juventud y la educación sexual?

Impresionante. Son carne de cañón para las RRSS, plataformas, videojuegos y webs que solo pretenden generar adicción y consumidores fieles, sin pensamiento crítico.

Además, las características fisiológicas, psicológicas y sociales de la adolescencia, los cambios profundos y rápidos que se producen en un corto espacio de tiempo, configuran una etapa de alto riesgo, la “madre de todas las adicciones”. De eso saben mucho y bien todas las industrias (alcohol, tabaco, drogas, comida basura, videojuegos, RRSS…) que focalizan su atención preferente en este colectivo, con el fin de engancharles precozmente y fidelizarles de por vida. Por ejemplo, Una buena parte de las plataformas de Internet están hechas en buena parte para “enganchar”.

La pornografía es una de las de mayor impacto. Además, en este momento evolutivo, la sensación de invulnerabilidad, la atracción por el riesgo y “querer las cosas ya”, son elementos relevantes, agudizado por una educación sobre protectora en muchas familias y de una gran permisividad. La intolerancia a la frustración es otro rasgo a destacar. Los adolescentes, en ausencia de una educación sexual profesional y científica, son muy vulnerables para iniciar una adicción a la pornografía. Comparto la opinión de algunos expertos que hablan de su poder adictivo comparable a la cocaína.

Hay algunos especialistas españoles que sugieren que, en torno a una cuarta parte de jóvenes antes de los 20 años, han visto entre 1.000 y 5.000 horas de porno, la mayoría con diferentes dosis de violencia. Y tal cosa no es de balde, tiene consecuencias, porque todos aceptamos que un anuncio en TV de 20 segundos influye en las actitudes y conductas de los telespectadores/as. ¿Cómo no van a influir miles de horas hipermotivado, excitado y sintiendo placer con la masturbación?

En tus entrevistas y publicaciones aseguras que el sexo genera un enorme interés desde temprana edad. ¿De qué manera esta cuestión es instrumentalizada por el capitalismo para sacar rendimiento económico y qué riesgos conlleva?

Es una cuestión de supervivencia de la especie. El deseo sexual está detrás y esto lo saben los especialistas en comunicación y marketing, por tanto, cualquier cosa que de dividendos en esta sociedad es aceptable. El sexo es un área de interés universal y una motivación de la conducta humana poderosa, razón por la que se instrumentaliza para vender cualquier cosa, sin pudor y sin control. Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de TV de colonias, cosméticos, modas y joyas. La pornografía, la prostitución o la gestación subrogada son tres ejemplos paradigmáticos del uso perverso de la sexualidad con fines económicos.

Recientemente la Universidad Rey Juan Carlos ha aprobado un novedoso título propio de “Experto/a en Prevención de los Efectos de la Pornografía en la Salud Afectivo-Sexual”, nombrándote co-director del mismo.

Es una noticia extraordinaria para mí. Estoy muy contento y feliz por haber contribuido a conseguir que la Universidad Rey Juan Carlos apruebe un título propio, el primer curso universitario de postgrado, primero que se hace en España, en Latinoamérica y en otros países de nuestro entorno, en una universidad pública con estas características. Es, sin duda, un logro histórico en el que llevo empeñado 45 años. Un sueño conseguido. Es una formación de gran futuro para los profesionales de la salud y de la educación.


José Luis García es psicólogo clínico, sexólogo, escritor y conferenciante. Cuenta con 45 años de experiencia clínica y docente, ha publicado 16 libros y ha sido distinguido con 8 premios nacionales. Es el impulsor de la primera propuesta educativa que se hace sobre pornografía y educación sexual en lengua española, fundamentada en el conocimiento científico, denominada «Tus hijos ven porno». 

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