Entrevista a Gracia Trujillo, escritora y activista feminista y queer

Por Eduardo Nabal

Con motivo de la publicación del libro colectivo  “Feminismos lesbianos y queer” (Plaza y Valdés) junto a otras muchas autoras.

“Estos últimos años estamos sufriendo un ataque sin precedentes a todo lo público, un intento de empujarnos décadas atrás en lo ideológico… y ahí las mujeres, y los maricas, bolleras, y trans, llevamos todas las de perder.”

GRACIA TRUJILLO ES PRFESORA DE SOCIOLOGÍA, ESCRITORA Y ACTIVISTA, COAUTORA DEL LIBRO FEMINISMOS LESBIANOS Y QUEER. REPRESENTACIÓN, VISIBILIDAD Y POLÍTICAS, UN LIBRO COLECTIVO COORDINADO POR BEATRIZ S. BRIONES.

-Aunque tú has optado desde siempre por el compromiso claro con la izquierda vivimos un momento político no solo de recortes económicos sino también de retroceso en cuanto a los derechos de las llamadas,  por algunos, “minorías sexuales”, entre las que se encuentran las lesbianas aquí y ahora. El libro se hace eco muchas  luchas y avances pero también de amenazas de retroceso reales y simbólicas. Cuéntanos algo de tu capítulo, que por otra parte parece vinculado a tu experiencia personal.

Gracia Trujillo: Te cuento un poco primero del libro para contextualizar mi aportación en él. Este trabajo colectivo surgió de un proyecto de investigación (con el mismo nombre que el libro) que integramos varias profesoras, que también somos activistas. Nuestra intención fue recoger cuantas más voces fuera posible de ambos ámbitos, y pensamos una serie de preguntas que les enviamos a muchas como sugerencias para escribir, de la manera que ellas quisieran, sobre estos debates entre los feminismos lesbianos y queer. Creo que es un libro interesante porque funciona como un espacio de encuentro entre los activismos, las teorías y las experiencias de vida. Y porque, como tal, no puede ser más plural: hay diferentes posiciones ideológicas, experiencias político- vitales, estrategias… Mi capítulo se titula “Escritas en el cuerpo. Genealogías políticas, afectivas y teóricas”, y es que ¿cómo separar las tres cuando eres activista? imposible y tampoco es algo que me parezca deseable. El texto que escribí es bastante personal, sí, pero no hablo de mí exactamente en él, sino desde mí, desde mi experiencia en el activismo feminista desde 1996, ¡cómo pasa el tiempo!. Y lo que trato de explicar es que todas estas cuestiones relacionadas con las identidades, y su crítica a ellas, entre los feminismos lesbianos y queer no son algo teórico, que pertenezca sólo al territorio del papel, de la teoría, sino que muchas hemos hecho todo ese “viaje” desde la política identitaria, la crítica queer, el transfeminismo…. Yo soy de las que comenzó haciendo eso que ahora llamamos política identitaria en los grupos de lesbianas en los noventa, que se reenganchó tiempo después al feminismo gracias a las propuestas subversivas y radicales que se autodenominaban queer, y que, en los últimos años, se ha sumado a la crítica y movilización transfeminista… Y en ese viaje también hemos vivido de todo, claro, buenas y no tan buenas experiencias, qué gran escuela el activismo. De ahí el título de escritas en el cuerpo, que es un guiño también a Jeannette Winterson y a un libro suyo que me gustó mucho hace años, Escrito en el cuerpo. Una autora que sigue creando.

Sobre las amenazas de retroceso que comentabas creo que son bastante más reales que simbólicas, ¿no? Estos últimos años estamos sufriendo un ataque sin precedentes a todo lo público, un intento de empujarnos décadas atrás en lo ideológico… y ahí las mujeres, y los maricas, bolleras, y trans, llevamos todas las de perder. Creo que tenemos muchos frentes de batalla abiertos, y el feminismo tiene que dejar urgentemente de pensar en términos esencialistas, binarios, heterocentrados, blancos y burgueses, y considerar las intersecciones que están atravesando nuestros cuerpos y nuestras vidas. El feminismo tiene que estar atravesado por la cuestión de clase, de etnia, de raza, migrante, sexual… si no, no nos vale. ¡Pero de esta cuestión llevan ya alertando muchas voces desde los años setenta! Las de las negras, las mestizas, las pobres, las no heterosexuales, las putas, las trans… Y, por otra parte, el movimiento LGTBI- queer tiene que ser necesariamente feminista: no puede ser que, por ejemplo, la lucha por el aborto libre y gratuito sea de los grupos feministas y la de la despatologización de las identidades trans le corresponda a los grupos de lesbianas, bisexuales, gays, y transexuales. Hay que salir ya de esa política identitaria de compartimentos estancos y trabajar de una manera más solidaria. Cuando además estamos reivindicando lo mismo: el derecho al propio cuerpo.

Tu trabajo  más importante es Deseo y resistencia (que fue tu tesis doctoral y donde escribes sobre el movimiento de lesbianas desde la transición a nuestros días). Pero eres colaboradora en otras compilaciones como Las lesbianas (no) somos mujeres. En torno a Monique Wittig (Icaria, 2014) ¿Qué opinas del alcance actual de la obra literaria y ensayística de Wittig?

Gracia Trujillo: El libro de Wittig nació también dentro de este proyecto de investigación que te comentaba. Es un libro más teórico, pero creo que es un buen análisis de los trabajos de Wittig, que cada una de nosotras hizo desde su mirada particular. Yo me centré en las influencias e inspiraciones que ha supuesto su obra para los feminismos en general, y radicales, queer, en particular. Wittig se definía como lesbiana materialista y antiesencialista, y desde ahí analizó las construcciones de género y de sexo, y lo que ella denominó el pensamiento heterosexual o de la dominación. Pero Wittig no defiende exactamente el separatismo, su figura de “la lesbiana” no es algo que esté fuera del régimen heterosexual, que sea ahistórica, algo utópico. Para ella es una demostración en el aquí y ahora de que la división de los sexos no tiene nada de natural, sino que es artificial, o sea, política. Y este es uno de los aprendizajes que hicimos muchas de Wittig, sobre los que escribo en este libro: no se trata de huir a comunidades aparte, fuera de la sociedad, sino de utilizar nuestra posición estratégica como fugitivas, desertoras de nuestra clase (la clase de las mujeres) para destruir el sistema heterosexual. No es la huida separatista, sino la autonomía y las micropolíticas la estrategia política más eficaz frente al heteropatriarcado racista en el que vivimos. Los feminismos queer y postcoloniales fueron los que retomaron a Wittig, en parte por la inclusión de Judith Butler de un capítulo dedicado a ella en su famoso trabajo El género en disputa. Feminismo y subversión de la identidad. Pero ahí Butler la presentó como una existencialista, una humanista que daba por hecho la existencia de un Ser previo al lenguaje… este era un análisis no muy acertado que probablemente explique una parte importante de la indiferencia o la condescendencia con la que sus ensayos fueron recibidos en la Academia anglosajona. Una pena. Yo creo que hay que leerla, sus ensayos (El pensamiento heterosexual es más que inspirador), sus obras más literarias… lo que sea, es buenísima.

En el libro de Feminismos lesbianos y queer hay teoría pero también experiencias vividas en el Estado Español. ¿Es fácil aunar fuerzas o las diferencias o divisiones paralizan muchos proyectos? ¿Nos puedes contar algo sobre el movimiento transmaricabollo en las recientes luchas sociales?

G.T: Yo creo que estamos en un momento en el que deberíamos estar mucho más unidas, con la que está cayendo. Pero es difícil, en los espacios activistas se juntan tantas cosas, lo personal, lo político, y vuelta a empezar… la verdad es que a veces es agotador. Creo que es necesario que sigamos construyendo redes y alianzas, aunque sean puntuales para conseguir objetivos concretos, más en estos tiempos. Demasiado a menudo se nos olvida que los enemigos están ahí fuera, no en la gente o el grupo que está marchando contigo.

Sobre el movimiento transmaricabollo en el contexto actual, yo puedo hablar sobre lo que más conozco que es la Asamblea Transmaricabollo de Sol, que integró el 15-M y de la que formo parte desde hace años. En el manifiesto inicial, del 2011, ya se dibujaron las líneas políticas que se consideraron entonces prioritarias (que hoy siguen siendo las mismas, con alguna más que hemos ido sumando ante el panorama que se presentaba y se presenta): la despatologización de la transexualidad, la crítica a la instrumentalización de ciertos grupos LGTB por parte de los partidos políticos, el reconocimiento de los derechos sociales y laborales de las trabajadoras sexuales y la regularización de las personas migrantes que se dedican al trabajo sexual, la crítica a la monogamia y la familia nuclear, la urgencia de una educación sexual integral y plural, los derechos sexuales y reproductivos para las lesbianas, mujeres sin pareja varón y las personas trans, el VIH/SIDA, la crítica a la mercantilización del mundo LGTB… por nombrar algunas. La Transma tiene esta conciencia desde su comienzo de la necesidad urgente de salir a la calle, en este contexto de movilización general contra las políticas neoliberales y todos los abusos que estamos viviendo estos años con la excusa de la crisis, que ya sabemos, como dice el 15M, que “no es una crisis, es una estafa”. Una de las cosas que más me gusta de la asamblea es su perspectiva transversal, la queerización de la protesta que intentamos llevar a cabo. Ese atravesar, literalmente, la protesta social general y estar, con nuestros cuerpos e identidades transmaricabollos, en todas las movilizaciones y concentraciones posibles, que también nos afectan, por supuesto (desde una huelga general, a las mareas de todos los colores, la mani el día de la República, etc.). Con nuestros aciertos y nuestros errores, por supuesto, como todo el mundo. Eso es todo. Somos una asamblea del 15M, abierta a todo el mundo que quiera venir a poner su culo en la plaza, Y autónoma, claro, de forma radicalmente autónoma.

 

-El mundo anglosajón, muy conservador y colonialista en algunos aspectos, tiene casi siempre en sus campus universitarios estudios sobre la mujer o incluso estudios étnicos y LGTB. ¿De dónde viene la resistencia a que las cuestiones de género y sexualidad entren en las aulas “españolas” en las mismas condiciones que otros programas o asignaturas?

Gracia T: Los estudios de género y sexualidad todavía se enfrentan a muchas hostilidades en el ámbito académico (no los más mainstream, me refiero a los que cuestionan las cosas desde muchos frentes). No tenemos para nada los departamentos o Grados que tienen en otros países del mundo. Es cierto que la situación ha ido mejorando –sobre todo en las grandes ciudades- pero yo creo que no tanto como podríamos esperar, su presencia deja todavía bastante que desear. Esto significa que las que investigamos y escribimos sobre estos temas tenemos que batallar, muy a menudo, contra viento y marea, y eso, desde la precariedad o sin tener tu plaza asegurada se hace complicado (y esto, una vez que has conseguido entrar, que es toda una odisea).

En el libro de Feminismos lesbianos y queer precisamente hablo sobre esto. Antes te explicaba que el libro, en realidad los dos sobre los que estamos conversando, surgió de un proyecto de investigación, e incidía en ello también porque fue algo clave, al hilo de lo que comentamos; quiero decir, que habría sido muy difícil sacarlos sin el marco del proyecto, que posibilitó la creación de una red, de un equipo, como queramos llamarlo, y ciertos recursos que permitieron que nos reuniéramos varias veces y que publicáramos ambos libros. El trabajo académico es bastante solitario, y en estos campos incómodos las soledades se multiplican. Nuestras universidades están lejos de ser espacios de pensamiento crítico, y existen todavía muchísimas resistencias a todo lo que vaya en esa línea. Es impresionante la cantidad de silencios, invisibilidades, y borramientos, como dicen en América Latina, de los temas feministas y maribollotrans (sobre todo de los bollo y trans) dentro de la producción del conocimiento. Y esto, como sabemos, es parte de las políticas de silenciamiento del régimen de la cisheterosexualidad.

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